Capítulo 10

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Era atento, en esos cuatro días Jungkook pudo notarlo. Ese Omega cuidaba de él en todo momento, incluso hasta salía a cazar para que pudiera comer algo.

Jungkook se sentía agradecido con él, pero también intrigado por el rostro bajo esa máscara. No podía tomar en serio a Jimin, en todo momento se preguntaba si el Omega sonreía o estaba serio.

¿Qué tan grave era para que no lo dejara verlo?

Mientras Jungkook esperaba por él en la habitación. Jimin mojaba sus pies en el lago perdido en sus pensamientos.

—¿Qué sucede?— preguntó Yeoha sentándose a un lado del rubio.

Jimin suspiró y miró al cielo, el Sol comenzaría a ocultarse en unas horas más.

— Es algo extraño tener a alguien aquí, siempre hemos sido solo tú y yo, ¿por qué lo trajiste, Yeoha? — preguntó directamente Jimin.

Yeoha suspiró. Quería decirle la verdadera razón, pero no podía. Sabía que eso de alguna forma podría lastimarlo.

— Ya te lo dije, él me ayudó y quise devolverle el favor, estaba en peligro, ángel. ¿Me crees?

— Te creo, pero ya dejé de llamarme así— suspiró Jimin acariciando las flores con sus manos.

— No puedo hacer eso, para mí eres como un ángel.

— Los ángeles son seres de luz, dijiste eso la última vez que me hablaste de ellos. Yo no tengo luz propia Yeoha — sonrió cabizbajo Jimin — Los ángeles son seres bondadosos y bellos, yo soy un monstruo que solo…

— Deberías regresar adentro — interrumpió Yeoha.

Jimin lo observó, sus azules ojos miraron los del espíritu a su lado antes de hacer caso a sus órdenes.

— Mmm— asintió mientras se ponía de pié.

Lo que ellos no sabían, era que un curioso príncipe había oído toda su conversación.

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El pueblo de Aethel era un laberinto de calles estrechas y casas de piedra gris. El aire olía a sal y a pescado, un aroma que se mezclaba con el olor a madera humedecida de los barcos que se balanceaban en el puerto. Namjoon, con su armadura reluciente y su rostro severo, bajó de su corcel negro. Hoseok, con su cabello rojo fuego y sus penetrantes ojos cafés, se acercó a él, su rostro marcado por la preocupación.

— ¿Algo nuevo, Hoseok? — preguntó Namjoon, su voz grave y autoritaria.

— Nada, señor — respondió Hoseok, su voz apenas un susurro. — He preguntado a todos los comerciantes del puerto, pero nadie ha visto al príncipe Jungkook. Ni siquiera una pista.

— Maldición — exclamó Namjoon, golpeando su puño contra el muslo. — El Rey espera que regresemos con buenas noticias. Mañana serán cinco días desde su desaparición.

— Señor, hay algo que no le he dicho — dijo Hoseok, con un tono de voz que insinuaba un secreto. — Uno de los comerciantes me dijo que vio al príncipe Jungkook hace una semana.

— ¿Qué? — Namjoon frunció el ceño, intrigado.

— Dijo que el príncipe le preguntó cuándo zarparía y él le dijo que lo haría en una semana y media.

— ¿Por qué el príncipe preguntaría algo como eso a un barco mercante? — Namjoon se quedó pensando, su mirada llena de confusión.

— Señor, se supone que usted es el cerebro aquí — dijo Hoseok, con una pizca de sarcasmo en su voz. — ¿No es obvio? Quizás el príncipe pensaba huir.

Namjoon negó con la cabeza. Él estaba seguro de que eso no sería algo que su alteza haría. Jungkook era un príncipe valiente y leal, pero también era impulsivo y a veces actuaba sin pensar.

— No, él puede ser todo lo que quieras Jung, pero jamás se iría sabiendo que su madre está en mal estado.

Smeraldo | • KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora