12. Insatisfecho

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La mesa del despacho principal de reuniones de la Corporación Cápsula era de cristal negro.

A lo largo de su vida Trunks había presenciado un centenar de aburridas reuniones sentado a aquella mesa, mirando por la ventana de vez en cuando, soñando con poder escapar de aquella vida, en la que en muchas ocasiones, se había sentido atrapado.

Casi había olvidado aquella sensación, su vida ya no parecía vacía, ni carente de sentido. Ya no se sentía solo, ni incomprendido. El guerrero que había permanecido dormido bajo su pecho había despertado y todo era por ella.

Ella le había dado un nuevo significado a su vida.

Ni siquiera en aquellos momentos, en que su cuerpo desnudo se arqueaba excitado en sus brazos sobre aquella mesa de cristal, era capaz de explicar todo lo que su vida había cambiado.

Pero eso no siempre era bueno.

Ambos habían perdido el control. Sus encuentros eran cada vez más frecuentemente y más furtivamente. Nada más hacía falta mirarles para comprender lo perdidos que ambos estaban, mientras que dominados por su siempre insaciable deseo, hacían el amor sobre aquella mesa.

Estaban perdidos, pues pese a que ambos seguían satisfaciendo las imparables necesidades en lo que siempre resultaban ser unos increíblemente maravillosos encuentros sexuales, ambos sentían estar precipitándose al vació.

Nada bueno podía resultar de aquello. Ambos lo sabían y aun así eran incapaces de parar o ni siquiera de pensar en separarse.

Al menos Trunks no podía. La sola idea de separarse de ella parecía ahogarlo de desesperación. La necesitaba, la necesitaba pese a saber todo el daño que estaban haciéndose mutuamente.

Pero aquello iba a peor. Pues si en algún instante pensó que aquello terminaría, aquella idea le parecía cada vez más lejana. Cada día necesitaba más de ella. La deseaba más, la añoraba más y la necesitaba más.

Deseaba estar con ella a cada segundo del día, oír su risa, saborear sus labios... si, increíblemente, pese a todo, estaba insatisfecho. Quería más.

Sus encuentros fortuitos ya no eran suficientes y no se trataba solo de sexo. No. Quería poder pasear con ella por la calle. Ir a cenar juntos, sin tener que esconderse o mentir. Quería poder ir a verla a la universidad, conocer su vida plenamente... quería más. Mucho más.

Incluso había pensado en tener una familia con ella.

Sí, realmente aquella loca idea había cruzado su mente. ¿Cómo sería? ¿Cómo sería vivir siempre con ella? ¿Qué ella realmente fuera suya?

Hubiese hecho cualquier cosa por deshacer sus diferencias. Sus edades, sus vidas... incluso había deseado que ella hubiese sido una desconocida y no la amiga que realmente era. Porque todo aquello era lo que hacia imposibles sus sueños. Y con cada día que pasaba junto a ella, saciando su deseo carnal, aquella ilusión de una vida a su lado, parecía más lejana. Sencillamente imposible.

Ni siquiera sabía porque había pensado en ello, pues nunca antes había sentido aquella necesidad de crear una familia. Pero ella le había tentado a desearlo.

¿Lo habría deseado ella?

De una cosa si estaba seguro. Ambos deseaban parar y no podían hacerlo.

Finalmente su cuerpo se desplomo sobre el de ella, con la respiración agitada.

Sintió como ella lo abrazaba y después enredaba sus dedos en su cabello.

Trunks cerro sus ojos, disfrutando su aquel gesto cariñoso de Pan, sin importarle que alguien pudiera abrir aquella puerta y verles. ¿Estaría realmente enamorado de ella? Porque si era así, estaba realmente perdido.

Luchando Contra El Deseo ✓ (Trunks x Pan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora