Cap. 5 "No tan rapido..."

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No, si cuando el karma aparece no pega... ¡Quema, lastima, humilla, arrastra, destruye!. Ah, no. Solo es mi resaca de ayer.

Freen entró a darse una ducha tan temprano que apagó la alarma antes que sonara por miedo a despertar a Rebecca quien dormía a unos metros; pero al salir de la ducha y justo cuando estaba amaneciendo un aroma a tocino invadió su olfato haciéndola levantar una ceja y buscar con la mirada de un lado a otro de su habitación. Bajó lentamente por la escalera y al entrar a la cocina, su huésped seguía en pijama y brincoteaba de un lado a otro, buscando los ingredientes tan curiosa y cautelosa que no se dio cuenta que era observada.

-¿Acaso te drogas?- La hizo pegar un brinco y ponerse alerta de inmediato.
-Buenos días, y no, no me drogo, solo tenía hambre.-
-La cabeza me va a estallar, y tú como una princesa de Disney, tan fresca que solo te falta cantar y ser rodeada por animalillos silvestres-
-Tengo resaca, pero dormí como un bebé. Tenía mucho de no descansar tan placenteramente, y solo por eso te voy a compartir de mi desayuno, come que se enfría... y por favor ¡compra más carne!, pensé que tu refrigerador era la bodega de una granja de conejos.-

Freen se acercó a ayudarle y cuando estaba a dos pasos de Rebecca, ella volteó rápidamente haciendo que fuese un paso atrás de un saltito. La comandante se acercó y habló despacio para evitar que la otra saliera huyendo de la cocina.

-Tu whisky es de buena calidad, casi no tengo resaca y dormí muy bien; y creo que quien se droga eres tú: ¿a quien se le ocurre mezclar vino con whisky, y en esas cantidades?. Toma, encontré una pastilla en el botiquín del baño, te ayudará con el dolor de cabeza.-Le acercó un vaso de jugo ya servido y al tocar su mano ella brinco.
-Solo es la pastilla, anda, tómala ya y desayunemos, aún hay mucho que hablar... Por cierto, recuerdo todo lo que pasó anoche y espero lo recuerdes tú también.- Le guiñó el ojo y la invitó a sentarse en su propia cocina guiándola con delicadeza hasta uno de los banquillos detrás de la barra mientras ella regresaba al otro lado para comenzar a comer de pie frente a ella.

-Comandante yo...-
-Aaahh!- Rebecca alzó las cejas y el dedo índice moviéndolo en señal de negativa.
-Rebecca para ti, o Patricia ¿Recuerdas?... A menos que quieras decirme "mi amor".-
-Rebecca... Deja de jugar con eso y.-
-Por favor desayunemos primero, ¿si?- Un puchero la obligó a callar y comenzar a devorar el desayuno, primero de mala gana y luego saboreando gustosa, aunque no lo demostró mucho.

Becky levantó los trastes y los lavo bajo la mirada de Freen que no creía el nivel de confianza de esa "intrusa" en su cocina. Aún con todo, la situación se sentía... ¿bien?.

-Iré a ducharme y cambiarme, ¿Puedo?-
-Cla... Claro, pero antes déjame buscar algo de ropa limpia, no debes usar la de ayer y no pienso volver a aventarte ropa mientras caminas casi desnuda por ahí... Debo tener algo de tu talla.-
-Le quitas lo divertido- Becky hizo una mueca mientras subían.
-Espera aquí, no, mejor ven conmigo, no me arriesgaré a darte unos segundos a solas para que te desnudes y andes por todos lados así.-
-¿Me estás diciendo exhibicionista?, ¡Tampoco soy una pervertida, Sarocha!-Ahora Freen alzó las cejas como queriendo decir "no te creo", abrió la puerta de su recámara, Becky entró intentando grabar casi fotográficamente lo que veían sus ojos pero el aroma de la habitación de Freen la golpeó deliciosamente y la aturdió por un instante.

Una cama enorme con edredón rosa y ya acomodada, un tocador tallado de madera, alfombra impecable, cortinas blancas con figuras de flores en deshilado, un escritorio pequeño con una computadora portátil y una pantalla gigantesca, un mueble con pocos libros evidentemente antiguos, cero fotografías pero un par de litografías de paisajes. Ese aroma sutil con toques de vainilla y jazmín le activó un interruptor en el cerebro (y en otro lugar del cuerpo que desconocía que existía hasta ese momento, y ya empezaba a imaginar cosas cuando un delicado empujón la regresó a la tierra. Freen le entregaba una camiseta algo justa, blanca de manga corta con una cara de conejo al frente, un pantalón deportivo y una toalla limpia. Becky gruñó suave y arrugó las cejas.

Tras sus huellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora