Cap. 6 "Si lo piensas, no lo haces" (parte 1)

10 4 0
                                    


El trayecto hacia el departamento de Rebecca fue silencioso, solo se escuchaban códigos por la radio de banda policiaca que estaba encendida en el auto. Una maleta en el asiento trasero con ropa, documentos y artículos personales  era la única posesión de Freen en ese momento, su cabeza estaba hecha una madeja de ideas y el silencio de Rebecca no ayudaba a ordenarlas; aún sin saber los motivos, Freen obedeció su instrucción y subió al auto de una chica que había visto dos veces y besado igual número, en realidad solo sabía de ella lo que planeaba y lo que las noticias le contaban. Lo único que la hizo seguirla fue la evidente y genuina preocupación en su rostro al notificarle que su vida estaba en riesgo, y la seriedad y reputación que acompañaban a esa mujer le agregó veracidad a la advertencia.

Llegaron y Becky decidió estacionar el auto en el apartado subterráneo del edificio. Siempre lo dejaba afuera por rapidez y comodidad pero en esta ocasión se sentía más segura ocultando su ubicación al menos un poco, ya que, un Mustang clásico color negro no era fácil de "pasar por alto". Lo estacionó junto al Jeep (también de su propiedad) y al apagar el auto, con una seña le indicó bajar del auto. Movió su asiento y jaló la maleta mientras Freen descendía y cerraba la puerta de su lado. Caminaron hacia el ascensor con una Becky algo paranoica mirando hacia todas direcciones y llevando una maleta de un lado y su otra mano tocando la funda del arma. Freen no sabía si temblaba de nervios o por lo atractiva que le parecía la chica en una pose tan ruda y profesional.

Un subterráneo y siete pisos después, se encontraban abriendo la puerta del departamento. El edificio era antiguo, más había sido modernizado al ser adquirido por una inmobiliaria que lo adaptó con tecnología de punta en tema de comodidad, seguridad y servicios. Cuando Becky adquirió el último piso lo pagó al contado y los últimos tres años se había encargado de adaptar los interiores todo un año, remodelar y amueblar el siguiente y el último año, cuando fue ascendida, se dedicó a equipar con tecnología sofisticada en cuestión de servicios y seguridad. Solo sus padres, Irina y Daniel habían pisado su "recinto personal" y siempre acompañados por ella. El acceso ya era difícil (casi imposible sin su presencia), y ya dentro, todo tenía su "truco".

Cuando la puerta se abrió se escuchó un doble sonido: primero una puerta deslizándose y luego la chapa de la puerta de madera de cedro con una vid y un símbolo en la parte alta, una inscripción en latín a treinta centímetros de altura sobre el nivel del piso dejó a Freen enamorada de la impecable obra de arte que servía como puerta. No pudo ignorar los dos símbolos pequeños en las esquinas superiores: "interesante" pensó y al abrir la puerta Rebecca e invitarla a pasar primero, Freen dio pasos lentos, maravillada de lo que había en el interior: mármol gris en el piso, reluciente como espejo, una sala a juego color gris ceniza de gamuza de acabado terciopelo, tipo minimalista, de esquinas cuadradas y con los cojines del mismo material impecable, casi milimétricamente acomodados; una mesa de centro de hierro forjado con vidrio soplado de plataforma. "Clásico" pensó Freen entusiasmada, olvidando por unos momentos el motivo que la llevó a disfrutar ese espacio.

Nota: La diferencia entre el vidrio y el cristal es que el cristal es un mineral, se encuentra en bloques de forma natural y solo puede ser tallado como escultura, si se derrite pierde su acomodo molecular en forma cúbica; el vidrio es cristal derretido que se emplea para realizar trabajos artesanales: el cristal es natural y el vidrio ya pasó por un proceso donde ha intervenido el ser humano.

Paredes blancas adornadas con litografías acomodadas por edad y corriente artística, así como por autores que subían por la escalera de estructura y se perdían en el segundo piso de duela y metal que albergaba las tres habitaciones rodeando la parte superior del piso, con vidrios largos fijados en tubular como barandal. No había señal de exceso de muebles, un espacio amplio, la cocina entrando hacia la derecha estaba "defendida" por una barra equipada con parrilla eléctrica y con tres banquillos metálicos de respaldo, con asientos de "cuero sintético color olivo acomodados, a excepción de uno. Se distinguía al fondo una cocina moderna en granito y acero inoxidable con aplicaciones en madera y totalmente equipada con utensilios y aparatos electrónicos. El refrigerador empotrado en la pared, pantalla touch en lugar de puertas, parecía que solo había que "invocar" al asistente y con todos los aparatos de ahí la cena se prepararía sola.

Rebecca puso con cuidado la maleta de Freen en uno de los sillones, caminó hacia la entrada y Freen la siguió con la mirada: Becky se sentó en un banquillo de bambú con asientos cuadrados sintéticos de color arena justo a un lado de la entrada y Freen pudo notar entonces que estaba ahí ese espacio: una zapatera de madera de bambú para los zapatos de los visitantes y ultra a un lado con pantuflas de toalla y esponja. En silencio caminó hacia Becky y juntando sus manos al frente se disculpó en reverencia. En un movimiento casi acrobático, de pie quitó sus zapatos deportivos, sus calcetines y delicada y ordenadamente los colocó en la zapatera.

-¿sandalias?- ofreció Becky.
-Estoy bien, gracias- respondió secamente Freen comenzando a caminar descalza por el piso de mármol que, extrañamente no estaba frío: Rebecca había acondicionado paneles solares que transmitían calor al piso durante el día y por las noches el suelo tenía una temperatura agradable para poder pisarlo descalzo sin problema alguno... En una de las ciudades más frías eso era una excelente idea.

-¿cena?- sugirió Becky nuevamente. -Es tarde, debes tener hambre-
-Lo que tengas está bien, gracias- respondió Freen agradeciendo la hospitalidad, pero en cuanto Rebecca se dio la vuelta hacia la cocina, un jalón (por instinto) de Freen la hizo regresar y quedar de frente... Más cerca de lo que ambas hubiesen podido planear. El movimiento descolocó a Becky que al retomar el equilibrio ya estaba mirando a los ojos de Freen, a cinco centímetros de distancia de altura, pero a solo quince de distancia entre ambos cuerpos. El calor del piso aumentó su trayecto por el cuerpo de ambas cuando se miraron fijamente a los ojos y Becky se percató de que sus manos buscaron equilibrio justamente en la cintura de Freen.

-Ne... Necesito que me, me expliques qué ha... ¿que hago aquí?-
-Es... es... Te explico luego.-

La camiseta-top de Freen abandonó el tacto con su piel en zonas por donde las manos de Rebecca exploraban, el saco casual se fue hacia cualquier lugar, la nuca de Becky sintió un agarre que en lugar de forzarle, le invitó a llegar al destino: la boca de Freen... cualquier utensilio que tuviese recogido el cabello quedó en la muñeca de la contraria, los apretones suaves de dedos deslizándose y tomando en un manojo los mechones de cabello a su paso provocaron gemidos que florecieron en el mármol, y caminando cual orugas, en arrastres sincronizados hasta el sillón gris con mayor superficie cómoda para ofrecer...

Después del top salió el sostén deportivo con las manos en alto de Freen, quedando sus pantalones de algodón, que no tardaron en salir y caer al suelo, dejando al descubierto un boxer de encaje rojo vino que cubría medio trasero. Rebecca hizo lo propio y provocó un gemido en Freen al ponerse de pie y soltar un chasquido con la piel de su cinturón abandonando su cintura y otro al quitar la funda de su arma que por igual terminó en "paradero desconocido". El fino pantalón de lino cayó y quedaron solamente dos bocas comiéndose, dos pares de manos reclamando territorio de piel entre cintura, cadera, trasero, hombros, muslos... Y como si les hubiese caído un balde de agua fría, todo el momento quedó en nada cuando se separaron de golpe y se miraron fijamente, para desviar su mirada hacia un punto interesante en cualquier parte.
-¿Me... muestras mi habitación y la regadera por favor?-
-No ahora!!!-
-Justo ahora!, por favor...- le dijo agitada y susurrando a sus labios.
-ok, la primera o segunda, la que gustes... Mi habitación es la del fondo y voy a preparar la cena...

Rebecca se acomodó la camisa blanca que solo estaba puesta en las muñecas. Preguntó si le ayudaba con el equipaje pero una negativa silenciosa con movimiento de cabeza la frenó. Asintió y se fue hacia la cocina a preparar algo sencillo: fideos con trozos pequeños de cerdo y salsa picante.

Tras sus huellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora