Capítulo IX

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Kat

Seguimos a los tres chicos de cerca mientras terminábamos ansiosos nuestra "cena". Al llegar al Campo de Marte, Hazel, Leo y Annabeth sonrieron de alivio al vernos llegar sanos y salvos. Hazel corrió en nuestra dirección para darnos una segunda perorata —aunque menos exagerada que la de Jason— antes de abrazarnos efusivamente a ambos dando gracias a los dioses.

Percy y Jason, apenas pisaron la instalación, corrieron hacia un costado para comenzar, sin ningún contratiempo, su pelea.

—¿Qué estaban haciendo? —preguntó Annabeth entrecerrando los ojos.

—Pues, ¿tú que piensas, Annie? —susurró Leo con un leve tono pervertido.

Luego de que Annabeth se lo quedara pensando un rato, sus ojos de repente se abrieron como platos y exclamó un sonoro: "¡Iugh, para que cuentan lo que hacen!"

—¡Nosotros no hicimos nada malo! —exclamé totalmente avergonzada. Notaba mis mejillas completamente enrojecidas. Una escena de mi vida pasó fugazmente ante mis ojos:

"No hemos terminado aún susurró en mi oído antes de salir a pasos largos por la puerta."

—Solamente estuvimos en las Colinas de Oakland —explicó Nico rodando los ojos cansado de oír la misma excusa una y otra vez—. Eso es todo.

—Espero que sea así, Di Angelo —advirtió Hazel señalando a su hermano con un dedo.

—No vuelvan a salir sin permiso de su padre, chiquillos —reprendió Leo divertido refiriéndose a Jason.

—¡Eh! Que yo no soy tan intenso —replicó Jason sin parar de asestarle golpes a Percy con la empuñadura de su espada. Un murmullo de desacuerdo entre todos nosotros le dejó en claro que debía bajar un poco sus instintos sobre protectores.

—¿Frank está en el Senado? —preguntó Nico.

Miré alrededor para confirmar que, de nuevo, el hijo de Marte no se encontraba con nosotros. Me compadecí por él al verlo tener que irse tan seguido y por periodos de tiempo tan largos.

—Comenzaron de nuevo con los procesos ya que tienen un día fijo para el retorno de los semidioses —explicó Annabeth.

—¿Les dieron más tiempo? —pregunté. Quería saber con seguridad, cuando visitaría por fin el Campamento Mestizo— ¿ Cuántos días?

—Pues, teniendo en cuenta que el día de hoy contaba pero ya pasó, solamente las horas hasta el almuerzo de mañana —explicó Hazel.

Volteé a mirar a Nico sonriente, éste me devolvió la mirada con sus ojos brillando.

—¿AHORA, QUIÉN ES LA SIRENITA? —La voz llena de júbilo de Percy nos provocó a todos un respingo. Giramos bruscamente en su dirección para encontrarnos a Jason tendido en el suelo, sobando su estómago con una expresión amarga en el rostro. Su espada estaba al otro lado del campo.

—Oh, cállate —le espetó Jason como un niño pequeño enojado por perder. Se levantó trabajosamente del suelo para ir cojeando en busca de su espada.

—¿Acaso quieres la revancha? —le espetó Percy sonriendo con suficiencia. El ego se le había subido.

—Kat si que la quiere —apuntó Annabeth sorprendiéndome.

—¿Qué? ¡No! Yo no. . . —negué frenéticamente girando a ver a la hija de Minerva como si me la fuera a tragar con la mirada.

—Oh, por supuesto que la quieres —continuó Leo tapándome la boca con su mano, imitando a Jason ¿Qué manía tenían todos con taparme la boca? ¿Les pagaban por hacerlo? ¿Irían a las Islas Afortunadas?

No Todos Los Hijos de Hermes Sonríen (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora