Capitulo 3

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Guido se había quedado callado de repente y luego se durmió, lo que me permitió admirarlo un rato. Era una belleza, y estoy segura de que debería ser ilegal que fuese tan lindo, con ese cabello rubio ondulado, esa sonrisa tan hermosa que expresa mil cosas, su aura divina que emanaba sexo, las manos tan hermosas que tenía, sus labios, todo él, se lo veía perfecto. Sonreí al pensar esas cosas de él y cerré los ojos sin dejar de sonreír. Por un momento me había olvidado de todo lo ocurrido, me sentía tranquila, tanto que me logré dormir.

Horas más tarde, no se cuantas en realidad, ya era la mañana siguiente de aquel dia tan horrible. Me desperté luego de moverme un poco sobre la cama y sentí los rayos de sol chocar contra mi cara lo que me hizo apretar los ojos, los cuales froté ni bien me levanté.

Miré hacia el lado de la cama en donde estaba Guido y lo vi dormir tan tranquilo que no quise hacer tanto alboroto para despertarlo, se veia hermoso. Me dirigí al baño casi en puntas de pie y me metí al mismo para darme una ducha reparadora. La necesitaba. Debajo de las gotas que caían sobre mi cuerpo, pensé en que podía hacer, ya que no podía quitarle más tiempo a Guido, seguramente tenía cosas que hacer y no quería molestarlo.

Luego de unos minutos, salí del baño ya vestida con unos shorts, una remera holgada pero corta y unos borcegos negros. Me dispuse a ordenar mis valijas que desordene la noche anterior y las puse a un lado de la puerta sin hacer mucho ruido.

-Buenos días, Ro...

Murmuró el rubio detrás de mi con voz ronca. Me di vuelta rápido.

-¿Te desperté? Re discúlpame rubia.

Dije haciendo una mueca con los labios. Él sonrió y negó.

-No no, me desperté yo solo, tranquila Ro.

Me miró luego de frotar sus ojos, teniéndolos aún algo entrecerrados por el sueño.

-¿Qué estás haciendo?

-Oh, nada, solo acomodé mis valijas, hoy ya me iré a otro lugar. No sé, no quiero molestarte.

Rodó los ojos y suspiró.

-Y decime, ¿A donde te vas a ir? ¿Conoces Buenos Aires por lo menos?

-No, nunca había salido de Uruguay hasta ayer, es la primera vez que vengo a Argentina.

Expliqué jugando con mis dedos.

-Bueno ¿Viste? No no, vos te quedas conmigo hasta que sepas que hacer.

Me regañó mientras se levantaba de la cama.

- Y no acepto un no como respuesta, mientras no consigas en donde quedarte, te quedas conmigo en mi departamento. El hotel fue por la noche nomas y por lo que pasó contigo en el aeropuerto.

Me siguió regañando, y yo todavía lo miraba sin decir nada, me sentía pequeña frente a él, ya que su altura era más que la mía. Estaba serio y esperaba una respuesta positiva de mi parte.

-Está bien, pero...

Me interrumpió.

-Pero nada boluda, se que nos conocemos hace dos minutos, y se que puede parecer patético pero me preocupa que te vayas sola por ahí y no sepas que hacer. Se que sos grande y podes hacer las cosas por tu cuenta y seguramente te puedas cuidar sola, no lo discuto, pero en este momento necesitas ayuda, mas ayuda que nunca, estas triste y no te podes ir así por ahí, mas si no conoces el país.

Y otra vez me regañó. Nunca nadie me había dicho cosas así, solo mis padrinos a los cuales siempre les preocupé demasiado después de la muerte de mis padres. Me sentía protegida, aunque tenía ganas de llorar porque no estaba acostumbrada a que me reten.

Sos todo lo bueno, sos todo lo malo...|Guido Armido SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora