Capítulo 9

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Me sentía algo desilusionada por la interrupción que tuvimos. Necesitaba con todas mis ganas que ese momento sucediera, pero bueno, las cosas pasan por algo. Tragué saliva y me volví a sentar bien en el sillón para hacer zapping de nuevo en la tele. Podía notar la mirada de Guido sobre mi mientras hablaba por teléfono, así que solo disimulé para que no se diera cuenta de que necesitaba de él.
Por la retina de mi ojo, me di cuenta de que se acercaba al sillón en donde se sentó.

-Perdón Ro.

Fingí confusión.

-Perdón ¿por qué?

-Por lo que pasó.

Respondió mirándome.

-Ah, tranqui, no pasa nada, somos amigos, eso de confundirse suele pasar.

Y por dentro me pasaba de todo menos nada. Tenía muchas ganas de que me agarrara y me diera contra todos los muebles de su casa, pero no era posible.

-Está bien Ro.

Murmuró casi por lo bajo. Lo miré de nuevo.

-¿Vos querías que pasara?

Pregunté sin darle más vuelta al asunto y al parecer le sorprendió mi pregunta.

-Y, que se yo...si...va...no se...quiero decir...era el momento viste...

Y por primera vez lo pude poner nervioso. Solté una leve risa y volví a mirar la tele.

-Te pusiste nervioso rubia.

-Para nada.

-Que si.

-No.

-Re si.

-Que no.

-Nerviosooooo.

Lo jodí mientras lo miraba y me paré, decidida a hacer algo que no sabía si debía hacer. Me paré frente a él, quien me miró desde donde estaba, sin moverse. Me senté en sus piernas apoyando mis rodillas a cada lado y ahora estábamos frente a frente.

-Podemos repetir lo de anoche, si te pinta.

Hablé casi por lo bajo. Él me miró dibujando una sonrisa en su cara y asintió levemente mientras miraba mis labios. Sus manos fueron a parar a mi cintura y mis brazos rodearon su cuello donde pude comenzar a acariciar su cabello.
Mis mejillas ya estaban calientes, y mi feminidad estaba que se quemaba, y ni siquiera nos habíamos besado aún, pero es que tenerlo abajo mio, me prendía demasiado. Me sentía toda una perra, pero es que él me hacía poner así tan solo con mirarme.
De un momento a otro ya nos estábamos comiendo la boca con intensidad, una de sus manos fue a parar a mi cuello el cual apretó levemente. Nuestras lenguas se encontraron y ambas jugueteaban entre si. El chape se fue tornando cada vez más profundo, y se notaba la necesidad que teníamos. Su otra mano apretó mi cintura con algo de fuerza y me acercó más a él haciéndome sentir su verga que ya estaba como una roca debajo de su ropa. Gemí sobre sus labios ante el roce y pareció gustarle ya que comenzó a moverme él mismo contra él, cosa que accedí a hacer, comenzando a moverme por mi cuenta haciendo que nuestros sexos se rocen por encima de nuestra ropa.
Ambos ya estábamos desesperados y no sabíamos como parar. Para agregar más sazón a la situación, repitió sus besos en mi cuello como la noche anterior, haciéndome jadear y gemir al mismo tiempo mientras me seguía moviendo sobre él.

-Me estás volviendo loco pendeja.

Murmuró con voz levemente ronca. Esas palabras hicieron que mi tanga se empape y que mi cuerpo se encienda cada vez más. Sus besos seguían sobre la piel de mi cuello haciéndome jadear cada vez más. Nunca me imaginé estar con un hombre 11 años más grande que yo, pero se sentía excelente, y mucho menos pensé que sería Guido Armido Sardelli, nunca me lo puse a pensar.

-Que hermosa que sos. Dios mio, ¿Cómo puede ser que me pongas tan al palo?

Preguntó mientras recorría mi cuerpo vestido con sus manos y me miraba mordiéndose el labio.

-Será porque yo siento lo mismo. Siento...siento como me mojo cada vez más cuando estoy cerca de vos...

Me agarró del cuello con una de sus manos justo cuando dije eso y su otra mano seguía presionando mi cintura para que no deje de moverme sobre él.

-Tengo tantas ganas de cogerte toda, Ro.

-Cuando quieras lo podes hacer...

Y sin más, lo dije, sin vueltas, sin careta, sin nada. Me volvió a acercar a él y me comió la boca de nuevo, como si de eso se tratara. Me agarró de la cintura y me acostó en el sillón, poniéndose arriba mio sin dejar de besarme. Se puso entre medio de mis piernas abiertas y movió su pelvis contra mi, haciéndome gemir sobre sus labios y sentir nuevamente su verga toda dura que pedía a gritos salir a la luz.
Mis manos se fueron hacia su espalda para poder tocarlo. Se separó de mi boca de repente y me miró. Por dentro rogaba que ese momento siguiera pero no ocurrió. Se levantó de arriba mio y se apartó, sentándose nuevamente en su lugar. Me senté yo también y solté un suspiro.

-Perdón Ro, no puedo.

Asentí con una leve sonrisa algo decepcionada por dentro, pero entendí, entendí el por qué no podía pasar, aunque me quedaba con las ganas de que pase todo.

-Tranqui rubia, está bien.

Murmuré mirando nuevamente la tele haciendo zapping.

-¿Te enojarte Ro?

Preguntó. Lo miré y negué.

-No, para nada rubia, todo bien. Tranqui.

Respondí y le dí un beso en el cachete para que esté tranquilo. Me volví a acomodar en mi lugar y crucé las piernas porque aún tenía la sensación de espasmo en la concha. Ya no quería ni pensar. Suspiré y solo seguí haciendo zapping hasta encontrar algo que nos interese a los dos, en silencio y sin nada que decir.

Sos todo lo bueno, sos todo lo malo...|Guido Armido SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora