Al llegar a casa, la atmósfera era diferente; el alivio y la alegría de haber escuchado el latido del corazón de su bebé llenaban el aire. Hanami sonrió al recordar la imagen de la ecografía, sintiéndose más cerca de Bakugo que nunca. Sin embargo, también estaba cansada por el ajetreo de la jornada.
Bakugo cerró la puerta detrás de ellos y, tras un vistazo a la casa desordenada, se volvió hacia Hanami con una expresión decidida.
─Acuéstate ─dijo, su tono firme pero no hostil.─ Yo me encargaré de la limpieza y cocinaré algo.
Hanami se sorprendió un poco, pero al mismo tiempo, el gesto le resultó reconfortante. No estaba acostumbrada a que él se ofreciera de esa manera.
─¿Estás seguro? ─preguntó, sintiéndose un poco culpable por no ayudar.
Bakugo frunció el ceño, pero había una suavidad en su mirada que ella raramente veía.
─Claro que sí. Necesitas descansar. Y no me importa ensuciarme las manos un poco.
Hanami asintió, sintiéndose agradecida por su apoyo. Se dirigió al dormitorio, donde se dejó caer en la cama con un suspiro. Cerró los ojos por un momento, dejando que el cansancio se desvaneciera y disfrutando de la sensación de tener a Bakugo a su lado en esta nueva etapa de sus vidas.
Mientras tanto, en la cocina, Bakugo se movía con eficiencia, organizando el lugar con rapidez. Su mente seguía trabajando, pensando en cómo podía hacer sentir bien a Hanami después de la visita al médico. No era un gran cocinero, pero se prometió que esta vez lo haría bien.
Siguió con la limpieza, sacando la basura y poniendo los platos en el lavavajillas. La cocina aún tenía un ligero olor a comida de días anteriores, y estaba decidido a dejar todo impecable. Sin embargo, su mente no podía dejar de pensar en lo que había sucedido esa mañana. A pesar de su carácter explosivo, en el fondo había un deseo genuino de cuidar y proteger a su familia.
Cuando la limpieza estuvo completa, comenzó a preparar algo sencillo: pasta con una salsa de tomate. Mientras cocinaba, se dio cuenta de que incluso esos pequeños momentos, como preparar la comida, le daban una sensación de satisfacción y responsabilidad que nunca había sentido antes.
Después de un rato, el aroma de la comida comenzó a llenar la casa, y no pasó mucho tiempo antes de que Hanami se asomara a la cocina, atraída por el olor.
─Huele delicioso ─dijo, con una sonrisa en su rostro.
Bakugo se volvió hacia ella, una ligera sonrisa también se dibujó en sus labios.
─No es nada del otro mundo, pero creo que sabrá bien.
Hanami se acercó, apoyándose en el marco de la puerta, observándolo mientras cocinaba. Había algo entrañable en verlo concentrado en la tarea, su expresión seria pero relajada.