Hanami ya estaba en su sexto mes de embarazo, y su vientre comenzaba a notarse de manera evidente. Aunque el embarazo avanzaba bien, la energía y la rutina diaria eran un poco más difíciles de mantener. Sin embargo, ella se esforzaba en seguir adelante, especialmente por Katsuki, quien aún estaba en proceso de aceptar la llegada de su futuro hermanito o hermanita.
Bakugo se había vuelto más protector y atento, vigilando que Hanami no hiciera esfuerzos innecesarios. Cada mañana, él se encargaba de llevar a Katsuki a la escuela, y siempre que podía, la ayudaba en casa. Aunque nunca lo admitía en voz alta, estaba emocionado por el bebé y se notaba en cómo miraba a Hanami y en su disposición para estar allí en cada momento.
Esa tarde, mientras Hanami descansaba en el sofá, Bakugo llegó con una pequeña sorpresa: una canastilla con ropita de bebé en tonos neutros.
—Aún no sabemos si será niño o niña, pero pensé que esto te gustaría —dijo, mostrándole una pequeña prenda que había elegido especialmente.
Hanami sonrió con ternura, tocando la suave tela y luego mirando a Bakugo con ojos brillantes.
—Es perfecto. Gracias, amor —murmuró, sintiéndose emocionada y un poco nostálgica al pensar en la nueva etapa que estaban a punto de vivir.
En ese momento, Katsuki se acercó, mirando curioso el pequeño atuendo que su papá le había dado a su mamá. Con cierta desconfianza, tocó la ropa, aún un poco inseguro de la idea de compartir a sus padres.
—¿Eso es para el bebé? —preguntó, alzando la mirada hacia su mamá.
Hanami asintió, acariciándole el cabello.
—Sí, cariño. Pronto tendrás un hermanito o hermanita para cuidar y jugar juntos —le explicó con suavidad.
Katsuki frunció el ceño un poco, sin estar del todo convencido, pero Bakugo le sonrió y le puso una mano en el hombro.
—Oye, serás el hermano mayor, eso es muy importante. Tendrás que enseñarle a ser fuerte, igual que tú —le dijo Bakugo, guiñándole un ojo.
Esa idea pareció agradarle un poco a Katsuki, y asintió, como si ya estuviera tomando en serio su "misión" de hermano mayor. Aunque aún tenía sus dudas, empezaba a sentir que su papel era especial.
La tarde continuó tranquila, y Hanami, abrazada a Bakugo, sentía el cálido amor de su familia en ese pequeño instante de paz. Mientras miraba a Katsuki jugar cerca de ellos, sabía que, a pesar de los retos, su vida estaba llena de felicidad y amor, y que pronto esa felicidad solo crecería con la llegada del nuevo integrante de la familia.
Bakugo decidió que era el momento perfecto para darles a sus padres la noticia del nuevo miembro de la familia. Desde que supieron de su primer nieto, Mitsuki y Masaru Bakugo habían estado encantados, y Bakugo sabía que esta noticia los llenaría de alegría nuevamente.