Hanami estaba nerviosa mientras esperaba en la clínica, sentada al lado de Bakugo, quien intentaba disimular su propia ansiedad. Aunque habían tenido ecografías antes, esta vez era especial: el bebé ya estaba en la semana 30, y ambos sabían que pronto podrían ver detalles más claros.
—¿Estás bien? —preguntó Bakugo, notando que Hanami se frotaba las manos con nerviosismo.
—Sí, solo… no puedo creer que falte tan poco para que esté aquí —respondió ella con una sonrisa nerviosa—. ¿Tú no estás nervioso?
Bakugo soltó una pequeña risa y entrelazó sus dedos con los de ella.
—Tal vez un poco —admitió—. Pero estoy listo para verlo. Quiero saber cómo se ve.
En ese momento, la enfermera llamó sus nombres, y ambos se levantaron, siguiéndola hacia el consultorio. La ginecóloga los recibió con una sonrisa amable y les indicó que se acomodaran. Hanami se recostó en la camilla mientras Bakugo se sentaba a su lado, tomando su mano.
—Muy bien, Hanami, vamos a ver a ese pequeño o pequeña —dijo la doctora mientras aplicaba el gel sobre el vientre de Hanami y comenzaba a mover el transductor suavemente.
La pantalla de la ecografía se encendió, y poco a poco, una imagen comenzó a tomar forma. Hanami y Bakugo observaron en silencio, con los ojos bien abiertos y una mezcla de asombro y emoción en sus rostros. El pequeño cuerpo de su bebé aparecía en la pantalla, mostrando los rasgos más definidos de lo que habían visto hasta ahora: sus manitas, sus piernas, y hasta el perfil de su carita.
—Aquí pueden ver su rostro —explicó la ginecóloga, señalando la pantalla—. Y parece que tiene una gran actividad… ¡mírenlo moverse!
Hanami soltó una risita, encantada, mientras observaba cómo su bebé pateaba y movía las manitas, como si estuviera saludándolos. Bakugo estaba en silencio, casi hipnotizado por la imagen.
—Es… es increíble —murmuró Bakugo, sin poder apartar la vista de la pantalla. Sentía un nudo en la garganta al ver a su hijo tan real, tan cerca de estar en sus brazos.
—Su ritmo cardíaco está perfecto —continuó la doctora, sonriendo—. Y todo indica que está creciendo fuerte y sano. Hanami, estás en la semana 30, así que estamos entrando en la recta final. Solo unas semanas más y podrán conocerlo en persona.
Hanami apretó la mano de Bakugo, con una sonrisa que apenas podía contener.
—¿Ya escuchaste eso? —le susurró a Bakugo, con los ojos llenos de lágrimas de felicidad—. Está sano, está… perfecto.
Bakugo, sin soltarle la mano, se inclinó y le dio un beso en la frente.
—Lo sé… y va a ser el bebé más fuerte y genial de todos.
Después de la ecografía, Hanami y Bakugo regresaron a casa, aún envueltos en la emoción de haber visto a su bebé tan claro y activo en la pantalla. Ambos sabían que la recta final del embarazo traería nuevas emociones y desafíos, pero en ese momento, se sentían más unidos que nunca, con la certeza de que estaban listos para enfrentarlos juntos.