Rescate

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En una habitación oscura y opresiva en la mansión de los Rojos, Valeri estaba atada a una silla, sus muñecas y tobillos sujetos con cuerdas. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y su respiración era entrecortada por el miedo y la angustia. La habitación olía a humo y a madera envejecida, lo que la hacía sentir aún más atrapada.

De repente, la puerta se abrió con un chirrido ominoso, y Viktor Petrov entró, sonriendo de una manera que enviaba escalofríos por la espalda de Valeri. Su cabello rubio caía sobre sus hombros, y una leve barba delineaba su rostro, dándole un aire de sofisticación y peligro. Se acercó a ella con paso firme, sus ojos brillando con un aire de diversión.

“¿Sabes, Valeri?”, comenzó Viktor, inclinándose hacia ella y acariciándole suavemente la cara. “Siempre he pensado que una chica valiente como tú debería estar en una película de acción. Desafortunadamente, parece que has tomado el papel equivocado. Aquí, tú eres la damisela en apuros”, dijo, riendo de manera burlona.

Valeri se apartó de su toque, sintiendo un asco profundo. “No tienes por qué hacer esto”, le replicó, su voz temblando pero decidida. “No te tengo miedo”.

“Ah, esa es la actitud”, respondió Viktor con una sonrisa torcida, admirando su valentía. “Pero, ¿realmente crees que puedes salir de esto? Yo soy el héroe de esta historia, aunque tú no lo sepas aún”.

Sin perder más tiempo, Viktor sacó su teléfono y marcó un número. Después de unos segundos, alguien contestó al otro lado. “Josh Vishanti”, dijo una voz grave.

“Josh, soy Viktor Petrov”, comenzó Viktor, su tono cambiando a uno más serio. “Tengo a tu hija. Está en una situación… complicada. Te estoy llamando para hablar de un rescate”.

Valeri, al escuchar el nombre de su padre, sintió un destello de esperanza, pero el miedo rápidamente la invadió de nuevo. “¿Qué quieres de mí?” preguntó, su voz apenas un susurro.

“Quiero una suma considerable de dinero, y no solo eso”, continuó Viktor, ignorando las preguntas de Valeri. “Quiero que entiendas que no estoy jugando. Te daré un tiempo límite para que reúnas el dinero. Si no, las cosas se pondrán muy difíciles para tu querida hija”.

Mientras hablaba, un plan empezó a gestarse en su mente. Viktor no solo quería el dinero; en el fondo, esperaba que Adam viniera a buscarla. Quería jugar con él. “Que sepa que estoy aquí, pero no lo obligues a venir. Solo insinúale que su amiga está en peligro”, ordenó a uno de sus subordinados, que se encontraba al acecho en la puerta.

“Sí, jefe”, respondió el hombre con una inclinación de cabeza, listo para cumplir la orden.

Viktor colgó el teléfono y se volvió hacia Valeri, una sonrisa maliciosa en su rostro. “Así que, Valeri, parece que tu padre podría estar en camino. Aunque, sinceramente, espero que sea tu amigo quien venga. La diversión está a punto de comenzar”.

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Mientras tanto, en una lujosa pero sombría casa en las afueras de la ciudad, Josh Vishanti estaba sentado en la sala, su rostro demacrado por la preocupación. Su mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos oscuros mientras sostenía el teléfono en su mano, aún procesando las palabras de Viktor. Sabía que el líder de los Rojos no era un hombre con el que se pudiera jugar, y su corazón se aceleraba al pensar en lo que podría estar sucediendo con Valeri.

A su lado, su esposa, Elena, lloraba desconsoladamente, sus sollozos resonando por toda la habitación. “Josh, ¿qué vamos a hacer? ¡No podemos dejar que le pase algo a nuestra hija!” decía, con las manos cubriendo su rostro. La angustia y el miedo se reflejaban en sus ojos.

Josh, sintiéndose impotente, trató de calmarla. “Elena, tenemos que actuar rápido. Sé cuánto significa Valeri para nosotros, y no puedo permitir que Viktor le haga daño”, dijo, su voz llena de determinación. Aunque había estado alejado de su antiguo mundo de magia y poder, sabía que debía recurrir a todo lo que conocía para salvar a su hija.

Mientras Elena lloraba, Josh se levantó, su mente ya calculando la cantidad de dinero que necesitaría. “Voy a conseguir el rescate. No importa cuánto cueste”, declaró, y salió disparado hacia su oficina, donde guardaba una fortuna que había acumulado a lo largo de los años.

Con manos temblorosas, comenzó a recoger billetes, una suma inconmensurable que representaba años de trabajo duro y sacrificio. Sabía que la vida de su hija estaba en juego, y no podía escatimar en gastos. Mientras contaba el dinero, su mente vagaba hacia el pasado, recordando su contacto con la magia y cómo había tenido que dejarlo atrás. Pero en ese momento, estaba decidido a utilizar cualquier recurso que tuviera.

Antes de salir hacia la mansión de los Rojos, Josh sintió que no podía arriesgarse a ir solo. Necesitaba apoyo, y sabía exactamente a quién llamar. Se dirigió a su oficina y tomó su teléfono, marcando un número que solo conocía bien. Después de unos momentos, una voz profunda y suave respondió al otro lado.

“Pronto, chi parla?” (¿Pronto, quién habla?) dijo una voz italiana, llena de confianza.

“Es Josh Vishanti. Necesito tu ayuda”, respondió Josh, sintiendo una mezcla de alivio y tensión al escuchar la familiaridad de la voz.

“Ah, Josh. No esperaba tu llamada. ¿Qué sucede? Suena urgente”, contestó el italiano, con un tono que sugería que sabía que algo no andaba bien.

“Mi hija Valeri ha sido secuestrada por Viktor Petrov. Estoy llevando un rescate, pero necesito que me ayudes a asegurarte de que todo salga bien”, explicó Josh, su voz tensa.

“Un rescate, eh? Interessante… (interesante…)”, dijo el italiano, riéndose ligeramente. “Pero siempre es bueno tener un piano di riserva (plan de respaldo). Nunca se sabe lo que puede pasar”.

“Lo sé. Quiero que estés preparado para actuar si las cosas se complican. No puedo permitir que le pase algo”, insistió Josh, su determinación palpable.

“Non ti preoccupare, amico mio (No te preocupes, amigo mío). Siempre estoy listo para una buena acción. Solo asegúrate de que el dinero esté en el lugar correcto”, respondió la voz, burlándose un poco. “Y recuerda, la vida es un gioco d'azzardo (juego de azar). A veces, tienes que arriesgarlo todo para ganar”.

“Lo entiendo. Solo necesito que estés allí, por si acaso”, dijo Josh, sintiendo un ligero alivio al saber que no enfrentaría esto solo.

“Va bene, Josh. Haremos esto juntos. In bocca al lupo (Buena suerte)”, contestó la voz, y con un tono burlón añadió, “y no olvides llevarme un buen vino después de esto”.

Josh sonrió a pesar de la gravedad de la situación. “Lo haré. Gracias”, respondió antes de colgar, sintiendo un renovado sentido de propósito.

Con el teléfono apagado, Josh tomó un profundo respiro. Sabía que el rescate era solo el primer paso y que debía estar preparado para cualquier eventualidad. Con la maleta de dinero en mano y la determinación ardiente en su pecho, salió de casa, dispuesto a enfrentarse a Viktor y recuperar a su hija, sin importar el costo.

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De regreso en la mansión de los Rojos, Viktor sonreía, anticipándose al caos que se avecinaba. “La caza está por comenzar”, murmuró para sí mismo, disfrutando de la idea de que Adam podría estar al tanto de la situación, y que el padre de Valeri también se preparaba para hacer una jugada desesperada. La tensión en el aire era palpable, y Viktor sabía que las cosas se pondrían aún más emocionantes.

Solos Tú y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora