Adam y Valeri se adentraron en el oscuro callejón donde operaba la mafia Stracks. El ambiente era tenso y la atmósfera cargada de incertidumbre. A medida que se acercaban al lugar, el sonido de risas y conversaciones se mezclaba con el eco de pasos resonando en el pavimento.
"¿Estás seguro de que esto es lo correcto?", preguntó Valeri, mirando a Adam con preocupación.
"Es la única manera de sacarlo de allí", respondió Adam, apretando los puños. "Oliver no debería estar en este lugar. Tenemos que ayudarlo".
Antes de llegar al escondite de la mafia, habían tenido que preguntar a varias personas peligrosas en el barrio, quienes les habían dado pistas sobre el paradero de Oliver. Entre ellos, se encontraban dos figuras temidas: Marco, un exconvicto que solía ser un matón, y Sonia, una mujer astuta con conexiones en el crimen organizado. Hablar con ellos había sido una tarea arriesgada, pero Adam sabía que no podían darse el lujo de ignorar ninguna información.
"Recuerda lo que nos dijo Marco", murmuró Valeri mientras se acercaban a la puerta de la mafia. "Dijo que Richard no tolera ninguna falta de respeto en su territorio".
Adam asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad. "Lo sé. Pero tenemos que hacerlo. Oliver estaba en un orfanato antes de esto. Su madre murió hace años, y su padre está preso. No debería haber terminado aquí, en medio de esta locura".
Valeri lo miró con compasión. "Lo sé. Intentaremos traerlo de vuelta. Pero primero, necesitamos hablar con Richard".
Se detuvieron frente a una puerta de metal adornada con graffiti, la entrada a un mundo que Adam había intentado evitar. Con un profundo suspiro, empujó la puerta, que chirrió al abrirse, revelando un interior lleno de sombras y rostros desconocidos.
Al entrar, la atmósfera era densa y cargada de tensión. De inmediato, sus ojos se posaron en Oliver, quien estaba sentado en una mesa al fondo, rodeado de hombres de aspecto rudo. Adam sintió una mezcla de alivio y miedo al ver a su hermano, pero sabía que debían actuar con rapidez.
Se acercaron a la mesa, y uno de los hombres, con una mirada desafiante, les bloqueó el paso. "¿Qué quieren?", preguntó con tono amenazante.
"Estamos aquí por Oliver Straw", dijo Adam, tratando de mantener la calma. "Lo queremos de vuelta".
En ese momento, un hombre de mediana edad, con un traje oscuro y una mirada penetrante, se acercó. Era Richard, el temido jefe de la mafia Stracks. "Interesante", dijo, observando a Adam y Valeri con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. "¿Y por qué debería dejar que se lleven a mi nueva adquisición?".
Adam tragó saliva y, con firmeza, respondió: "Oliver no pertenece aquí. No está hecho para este tipo de vida. Lo que hacen es peligroso y destructivo".
Richard se rió suavemente, como si le divirtiera la valentía de Adam. "¿Destructivo? Para algunos, esto es una oportunidad. Oliver ha mostrado potencial, y en este mundo, el poder es lo que cuenta. ¿Realmente crees que puedes llevártelo tan fácilmente?".
Valeri, sin poder contenerse, intervino: "No es una oportunidad, Richard. Es una trampa. Estás utilizando a personas vulnerables para tus propios fines. Si lo que quieres es poder, entonces no necesitas a Oliver. Déjalo ir".
Richard frunció el ceño, pero había algo en la determinación de Valeri que parecía resonar en él. "Puede que tengan razón", dijo, pensativo. "Pero el negocio es negocio. Necesito algo a cambio".
Adam sintió que su corazón se aceleraba. "¿Qué quieres?", preguntó, sabiendo que podría ser una trampa.
"Quiero que hagan un trabajo para mí", dijo Richard, su voz fría y calculadora. "Una entrega. Si lo hacen, Oliver será libre".
Adam y Valeri intercambiaron miradas, sabiendo que tenían que considerar la oferta, aunque la idea de involucrarse más con la mafia les resultaba aterradora. "¿Qué tipo de trabajo?", preguntó Adam, decidido a proteger a su hermano a toda costa.
Richard sonrió, como si ya hubiera ganado. "Les daré los detalles más tarde. Pero piensen bien en su decisión. La vida de Oliver depende de ello".
Con eso, Richard se dio la vuelta, dejando a Adam y Valeri en la mesa, sus corazones latiendo con fuerza mientras contemplaban la difícil elección que tenían por delante. Adam miró a su hermano, recordando cómo, después de la muerte de su madre, Oliver había sido enviado al orfanato. Se había prometido a sí mismo que nunca lo dejaría solo de nuevo. Ahora, el destino de su hermano estaba en sus manos, y sabía que debían actuar rápido antes de que fuera demasiado tarde.
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Solos Tú y Yo
AcakAdam, un chico de 19 años que vive con su abuela solamente tendra un camino muy interesante, con algunas lagunas oscuras.