En una elegante mansión situada en las colinas de Jacksonville, el italiano Giovanni Rossi disfrutaba de un momento de tranquilidad. La casa, con su arquitectura renacentista, estaba adornada con mármoles pulidos y frescos en los techos, que daban un aire de grandeza y sofisticación. Desde su amplia terraza, se podía ver todo el valle, mientras el sol se ponía en un espectáculo de colores cálidos.
Giovanni, un hombre de 50 años con cabello oscuro salpicado de canas y una sonrisa astuta, se acomodó en su sillón de cuero, sintiendo la suavidad del material bajo su piel. Su rostro, surcado por arrugas que contaban historias de negocios y aventuras, se iluminó al pensar en lo que estaba por venir. Con una copa de vino en la mano, decidió llamar a su hijo, Luca, quien se encontraba en Jacksonville.
Luca, un joven de 23 años, se destacaba por su altura, alcanzando casi los 1.85 metros. Su cuerpo era medianamente musculoso, con un físico atlético que reflejaba horas de entrenamiento y dedicación. Tenía hombros anchos y una espalda bien definida que se acentuaba con cada movimiento. Sus brazos eran fuertes, con bíceps marcados que dejaban entrever su fuerza y agilidad. El cabello oscuro caía desordenadamente sobre su frente, mientras que sus ojos verdes destilaban una mezcla de confianza y ambición.
“¡Luca! Ven aquí, hijo mío”, exclamó Giovanni, riendo con un tono burlón. “¿Estás pronto para hacer algo interesante? Ho sentito che c'è un lavoro che potrebbe portarti più di un semplice guadagno” (He oído que hay un trabajo que podría traerte más que solo dinero).
“¿De qué se trata, papá?” preguntó Luca, sintiéndose seguro de sí mismo mientras caminaba por las bulliciosas calles de Jacksonville. Su porte y actitud natural atraían miradas, y su presencia era inconfundible.
“Escucha bien, mi chico”, continuó Giovanni, su voz llena de entusiasmo. “Valeri Vishanti, la hija de Josh, está en una situación… complicada. Si logras ayudar a sacarla de su lío, podrías ganarte su atención. Imagina lo que eso significaría”, dijo, riéndose a carcajadas.
“¿Valeri? ¿La hija de Vishanti?” Luca se detuvo en seco, intrigado. Había escuchado rumores sobre ella y su valentía, y una chispa de interés comenzó a encenderse en su corazón. “¿Crees que podría gustarle?”.
“Por supuesto, hijo. Tienes el encanto necesario. Solo asegúrate de no hacer las cosas demasiado evidentes. Si logras hacer un buen trabajo, tal vez puedas hacer que se fije en ti”, respondió Giovanni, disfrutando de la idea de que su hijo pudiera involucrarse en algo más que solo negocios. “Dobbiamo solo fare attenzione, eh?” (Solo tenemos que tener cuidado, ¿eh?).
“Lo haré, papá. Pero, ¿cómo puedo ayudar?” preguntó Luca, sintiendo una mezcla de emoción y desafío.
Giovanni se reclinó en su silla, un brillo travieso en sus ojos. “Deja que yo maneje la parte del dinero y la estrategia. Tú solo mantente cerca, observa y, si surge la oportunidad, no dudes en actuar. Recuerda, la vida es un gioco e noi siamo i giocatori (juego y nosotros somos los jugadores)”.
Luca asintió, sintiendo que la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas. “Está bien, papá. Estoy dentro. Quiero ver cómo se desarrolla esto”, dijo con determinación.
“Buena elección, mi hijo. Ahora ve y haz que las cosas sucedan. E se hai bisogno di aiuto, chiamami! (Y si necesitas ayuda, llámame!)”, dijo Giovanni, colgando el teléfono con una sonrisa burlona.
Luca se quedó mirando el teléfono un momento, una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro. “Quella principessa sarà mia” (Esa princesa será mía), murmuró para sí mismo, riendo mientras se preparaba para seguir entrenando sus peleas. Con cada golpe que daba en el saco de boxeo, su cuerpo musculoso se movía con gracia y potencia, y la idea de conquistar a Valeri lo llenaba de emoción. La noche caía sobre Jacksonville, y la intriga comenzaba a tejer sus hilos, uniendo los destinos de todos los involucrados.
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Solos Tú y Yo
RandomAdam, un chico de 19 años que vive con su abuela solamente tendra un camino muy interesante, con algunas lagunas oscuras.