Conección prohibida.

Prólogo

La oscuridad siempre la había rodeado, era su lugar de confort. Desde pequeña, el apellido Malfoy había sido sinónimo de poder, pero también de una vida marcada por el miedo y la obediencia. Lynx Malfoy Black nunca había sido como los demás niños de su edad, pues a pesar de compartir los mismos rasgos rubios y ojos grises que su hermano Draco, la magia oscura corría por sus venas de una forma inquebrantable. Ella había sido destinada al servicio del Señor Oscuro, pero un destino que no había elegido la había llevado a ser mucho más que una simple seguidora.

El primer día en Hogwarts había sido como todos los demás para ella: una fachada, una actuación, un lugar donde podía esconderse detrás de una máscara de calma y perfección. La mirada de los demás, los murmullos, el silencio que la rodeaba en cuanto entraba en una sala… todo eso ya era parte de su vida. No importaba cuánto intentara ser un enigma para los demás, nadie la conocía realmente. Ni siquiera ella misma.

Las palabras de la profesora de Adivinación, la misteriosa y enigmática Sibyll Trelawney, la habían desconcertado desde el primer momento. La profesora, con sus ojos desmesuradamente grandes y una voz arrastrada, había hablado de algo que no comprendía por completo.

"Tu futuro está escrito en las líneas de tu mano, Lynx Malfoy Black. Tres hombres marcarán tu destino, y no podrás escapar de ellos, ni de lo que significan para ti... Conexión prohibida, como una llama que arde hasta consumirlo todo."

Esas palabras resonaban en su mente cada vez que intentaba distraerse, cada vez que pensaba que podría escapar de su destino. Pero no había escape. La magia oscura, las relaciones y obsesiones, todo formaba parte de su esencia.

El destino de Lynx estaba sellado, y ahora debía decidir si luchar por su libertad o abrazar lo que su alma anhelaba en secreto: una conexión prohibida con tres hombres que pondrían a prueba su lealtad, su corazón y su vida.