Lynx.
Estoy sola en la penumbra de mi habitación, una lámpara tenue proyecta sombras alargadas en las paredes. Llevo horas intentando un Expecto Patronum. Pero cada vez que lo intento, la luz se apaga casi de inmediato, apenas una chispa en la punta de mi varita, un susurro de magia que desaparece como si se burlara de mí.
Cierro los ojos, esforzándome en recordar momentos felices, buenos recuerdos. Draco y yo paseando por el bosque prohibido, riéndonos de cualquier cosa que pasaba. Theo y Blaise, siempre tan confiables, dispuestos a sacarme una sonrisa cuando el peso de todo parecía aplastarme. Pero aun así, nada. El Patronus se desvanece antes de que tome forma.
Suspiro, frustrada. ¿Por qué no puedo? ¿Qué es lo que me falta? Mis manos tiemblan ligeramente. Quizá es cierto lo que siempre temí... que soy demasiado oscura para crear un Patronus. Soy incapaz de reunir la luz necesaria, de sentir la pureza que esta magia requiere.
Entonces, sin querer, mis pensamientos se oscurecen, vuelvo a momentos que me llenan de asco. Recuerdo las veces que torturé a otros bajo el mandato de Voldemort, el peso de la maldición Crucio fluyendo desde mi varita hacia cuerpos que se retorcían de dolor. Mi respiración se agita; era solo una niña, pero él nunca dudó en convertirme en su arma.
Un flash de memoria se atraviesa: Voldemort inclinado hacia mí, sus ojos rojos brillando con satisfacción, me llama su "alumna perfecta." Me decía que mi oscuridad combinaba con la suya, que veía en mí una crueldad natural que le complacía. Cada vez que me hablaba así, sentía que el aire se volvía más pesado, como si él mismo impregnara cada espacio de mi mente y lo oscureciera.
No puedo evitar que otra escena llame a mi mente, un enfrentamiento con mi tía Bellatrix. Ella, furiosa, celosa, me gritaba con los ojos llenos de odio, su varita en alto, porque sabía que yo había captado la atención del Señor Oscuro. Para ella, yo era una amenaza. Pero para mí, el tener esa atención era un peso insoportable.
Recuerdo la voz de Voldemort, un susurro que se sentía como un veneno helado en la piel.
—Eres tan hermosa —me dijo una vez, —que hasta un ser como yo puede sentirse… afectado por tu presencia. —Lo dijo mirándome con una mezcla de posesión y deseo. En ese momento, sentí un asco tan profundo que me paralizó, un miedo que me hizo querer desaparecer. Por meses no fui capaz de mirarme al espejo sin recordar sus palabras, sin sentirme sucia y repulsiva.
Él se obsesionó conmigo al punto de obligar a Lucius a sacarme de Hogwarts. Dijo que él sería mi profesor, y yo su discípula más leal. Los días se hicieron interminables. A todas horas había mortífagos vigilándome, siguiendo cada uno de mis pasos, como si yo fuera su preciado tesoro. Ya no tenía vida, ni siquiera libertad. Solo era la sombra de lo que Voldemort quería que fuera.
Fueron meses de agonía, hasta que un día comprendí que no podía seguir así. Planeé mi escape en silencio, cada noche pensando en cómo liberarme de ese mundo que había convertido en una prisión. En solo dos meses lo logré, y aunque supe que dejar el mundo mágico sería la decisión más difícil y dolorosa, también sabía que era la única opción.
Me quedo mirando mi reflejo en el espejo, mis ojos vacíos. Expecto Patronum, murmuro otra vez, apenas un susurro. Pero no hay chispa esta vez. Solo el eco de mi voz, apagada y solitaria.
Sin dejar de ver mi reflejo, los recuerdos me invaden otra vez, como veneno que se infiltra en cada rincón de mi mente. Recuerdo la vida que llevaba bajo la mirada constante y obsesiva de Voldemort, una jaula en la que no había espacio para mí ni para nadie más. Me tenía prisionera en todos los sentidos posibles. No me permitía hablar con nadie, especialmente con otros hombres. Si alguien se atrevía a acercarse demasiado o me dirigía la palabra, el peligro era inmediato.
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Conección prohibida.
FanficLynx Malfoy Black, marcada con la oscuridad desde joven, siempre ha sido una fuerza inquebrantable en el mundo mágico. Pero cuando decide escapar al mundo muggle para escapar de la influencia de su padre y del Señor Oscuro, su vida toma un giro ines...