Lynx.
La luz de la luna entra suavemente por las ventanas mientras recojo uno a uno los juguetes que dejó regados por la sala. La pequeña está durmiendo la siesta, y estos son los momentos en los que puedo hacer mis cosas con calma.
Una vez que termino de ordenar, me doy un baño rápido y luego me acomodo en el sillón con el libro de artes oscuras en mis manos. Paso las páginas despacio, buscando el hechizo que necesito dominar. Protego Diabólic. Solo leer el nombre me hace sentir una mezcla de respeto y anhelo por su poder. Este hechizo, creado por Gellert Grindelwald, forma una barrera protectora negra y espesa, alimentada por el odio y la ira. No es un simple escudo: es una defensa viva, que se expande y se fortalece con cada golpe que recibe. La idea de tener un hechizo tan imponente a mi disposición es, sin duda, tentadora.
Pero también sé que es peligroso. Este tipo de magia requiere habilidad y control. Grindelwald no era cualquier mago; era uno de los más poderosos, y yo no debo subestimar lo que este hechizo implica. Practico los movimientos con la varita y recito en voz baja las palabras, visualizando la fuerza y la energía oscura que necesitaré canalizar para que el hechizo funcione.
Luego paso al siguiente hechizo que me interesa: el Patronus, o más bien, el Expecto Patronum. Este es muy diferente. Necesita no ira, sino recuerdos felices, energía positiva, algo que pueda invocar para hacer retroceder a los dementores. Para mí, pensar en recuerdos felices no es tan sencillo, pero sé que necesito este hechizo. Si me encuentro con dementores, no puedo permitir que me quiten lo poco que me queda.
Expecto Patronum. La teoría es simple, pero la ejecución… es otra historia. Debo recordar algún momento que me traiga paz, algo tan fuerte que me dé la energía para formar el patronus. Imagino cómo la luz plateada debería brotar de mi varita, formando una figura capaz de defenderme de esas criaturas.
Mis pensamientos me llevan al recuerdo de mi niñez, de los días que pasaba en el mundo mágico, de las risas con Draco, de los días sin preocupaciones. Intento aferrarme a esos recuerdos, a la paz que me daban en ese entonces. Repito el hechizo en voz baja, como un susurro: “Expecto Patronum…”
Este es un tipo de magia opuesta a las artes oscuras, y me doy cuenta de lo extraño que se siente tener que dominar ambos extremos del espectro mágico. Pero es necesario. Aquí, en el mundo muggle, no tengo otra opción.
Mis dedos acarician la varita. Estos hechizos son mi única defensa en este mundo ajeno, mi única conexión con lo que alguna vez fui y lo que aún soy, en lo más profundo.
Un sonido inesperado rompe la calma de la tarde. Mi corazón se acelera al instante, y el miedo se apodera de mí. ¿Me han encontrado? Los mortífagos han demostrado ser capaces de rastrear a cualquiera que los traicione. Agarro mi varita con fuerza, lista para defenderme. No hay tiempo para dudar. Si vienen por mí, están dispuestos a matar a quien se interponga, y no pienso permitir que Abby esté en peligro.
Subo corriendo las escaleras, sintiendo el pulso de la varita en mi mano como una extensión de mi voluntad. El miedo se mezcla con mi resolución. No dejaré que toquen a la pequeña. Entro a la habitación de donde vino el ruido, preparada para lo peor, pero lo que veo me deja sin palabras. Abby está en el suelo, jugando con un pequeño gato gris que, de alguna manera, se coló por la ventana.
Suelto un suspiro de alivio y mi cuerpo se relaja poco a poco, al verme, sonríe y levanta al gatito entre sus manos.
—¡Mira, Hillary! ¡Encontré un gatito!— me dice con una expresión de felicidad pura.
Le devuelvo la sonrisa, intentando calmarme del susto.
—Es muy bonito, Abby. ¿De dónde salió?—
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Conección prohibida.
Fiksi PenggemarLynx Malfoy Black, marcada con la oscuridad desde joven, siempre ha sido una fuerza inquebrantable en el mundo mágico. Pero cuando decide escapar al mundo muggle para escapar de la influencia de su padre y del Señor Oscuro, su vida toma un giro ines...