capitulo 17

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Lynx.

Unas figuras negras empiezan a rodearnos, saliendo de entre los árboles como sombras vivientes. Mortífagos. Sus rostros, ocultos tras máscaras, no logran cubrir la locura en sus ojos. Reconozco a Bellatrix Lestrange y Rodolphus, y hay otros dos que no alcanzo a identificar. Pero no importa.

El último en aparecer, como un espectro salido del infierno, es Voldemort. Su mera presencia me cala los huesos. Siento cómo mi respiración se acelera, y sé que no soy la única. Patrick me mira con una expresión de horror, sus ojos abiertos como platos. Christopher, Antoni e Ilenko están igual de impactados. No entienden qué está pasando, pero sus manos no se despegan de sus armas.

Voldemort observa a los cuatro hombres con una sonrisa que me hiela la sangre. Sé lo que está pensando. Para él, son lo más bajo, "sangre sucia", lo que más desprecia. Y no voy a dejar que les haga daño. No mientras aún respire.

—¿Creíste que podrías escapar de mí?— Su voz sisea como una serpiente, sus ojos rojos fijos en mí. —Lynx, sabes que no hay lugar en el mundo donde no pueda encontrarte, y aun así decidiste huir de mí. Traidora a la sangre, traidora a mí.

Tiemblo en los brazos de Draco, pero reúno todo mi coraje. Con cuidado, le quito la varita de las manos. Él me mira con confusión, pero no protesta.

—¡Señor, permítame matarla!— pide Bellatrix, su voz chillona y emocionada como si estuviera pidiendo un regalo.

Me río, aunque siento que mi cuerpo tiembla de miedo y agotamiento.

—Inténtalo, hazlo, tía. Te estoy esperando.

La furia en su rostro es evidente, y sé que esto la hará atacar con toda su fuerza. No me importa. Si puedo distraerla, aunque sea por un momento, valdrá la pena.

Bellatrix lanza el primer hechizo, pero no es a ella a quien estoy mirando. Es a Voldemort. Mi objetivo es claro. Alzo la varita de Draco y lanzo un hechizo que aprendí del libro de Grindelwald.

—¡Fractura Maxima!— Un rayo de energía dorada se dispara hacia él. Voldemort lo desvía con un movimiento casual de su varita, pero su sonrisa se desvanece.

—Interesante. Has aprendido algo, después de todo— sisea.

Él ataca. —¡Avada Kedavra!— grita, y salto a un lado justo a tiempo para evitar el rayo verde. Mi corazón late con fuerza mientras siento cómo la magia oscura roza mi piel.

—¡Protego Totalum!— grito, creando un escudo mágico que desvía el próximo ataque. Pero sé que no puedo mantener esta defensa por mucho tiempo. Estoy herida, agotada, y mi magia no está al nivel de la suya.

A mi lado, Theo está luchando con Bellatrix.

—¡Crucio!— le grita ella, pero Theo es rápido.

—¡Obscuro!— lanza, cegándola momentáneamente. No hay piedad en sus movimientos; lucha con una precisión letal que me hace sentir un atisbo de esperanza.

Blaise está frente a Rodolphus, su varita moviéndose con rapidez mientras esquiva y contraataca. Los dos parecen igualados, pero sé que Blaise no permitirá que esto dure mucho.

Draco, mientras tanto, está con Patrick, Antoni, Ilenko y Christopher. Los cuatro disparan con sus armas, su ruido resonando en el caos.

—¡No tienen balas mágicas, pero apunten a las piernas!— grita Draco, tratando de darles alguna instrucción útil. No entiendo cómo pueden mantenerse firmes en medio de todo esto, pero lo hacen.

Voldemort me observa con una sonrisa cruel.

—Estás agotada, Lynx. Lo noto en tus movimientos, en tu respiración. No puedes continuar mucho más.

Conección prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora