Capítulo 4 - Honestidad

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Las risas se escuchaban por todo el hall del edificio donde vivía Marta; no era muy grande, aunque sí lujoso y exclusivo: apenas tres pisos con un departamento cada uno y una terraza con vistas más que agradables. Luego de ingresar con la llave magnética y saludar cordialmente a Gaspar, el portero, las chicas subieron al tercer piso y mientras desandaban los pocos metros que separaban el elevador de la puerta, reían imaginando la cara de Carmen si se enterara de lo que habían hecho en su cocina apenas un rato antes.

FINA: Nos mata, Marta, no tengo pruebas y tampoco dudas.

MARTA: A ti te mataría, yo soy la jefa, no creo que se atreva

FINA: Serás la jefa del restaurante y todo lo que quieras, pero mi amiga es la ama y señora de la cocina

MARTA: No puedo negar semejante verdad que has dicho - se detienen en el portal y antes de poner la llave en el cerrojo, se besan. Fue suave e intenso, la pasión que las consumía estaba intacta

FINA: Anda, abre de una vez que quiero conocer cómo vive la razón de mi insomnio - La rubia, que estaba girando la llave, se detuvo en seco

MARTA: ¿Tu insomnio? - preguntó sin terminar de entender lo que intentaban decirle

FINA: Eso he dicho y es la pura verdad; su recuerdo no me dejó dormir ni una noche en paz durante los últimos trece meses, "jefa"

MARTA: ¿Encima me tratas de usted? - no comprendía si le hablaba en serio o en broma - ¿Qué quieres hacer conmigo? - abrió la puerta y las dos ingresaron al amplio piso de la empresaria

FINA: Ufff, tantas cosas - soltó resuelta, tomando la mano de su compañía - ¿te pasa algo? - el gesto de Marta no terminaba de cuadrarle, parecía absorta en sus pensamientos

MARTA: ¿Estás jugando conmigo, Serafina? - preguntó con seriedad, soltando su mano del agarre de la chef

FINA: Claro que no, ¿qué sucede? - consultó sorprendida ante el rotundo cambio de actitud de Marta

MARTA: No necesitas mentirme ni decir tantas cursilerías; nada de esto es necesario

FINA: No estoy mintiendo, te lo juro; desde la mañana en que desperté y te habías marchado que no dejé de pensar en ti

MARTA: ¿De verdad regresaste a Toledo para intentar encontrarme?

FINA: Marta... - comenzando a comprender cómo venía la cuestión, la cocinera volvió a acercarse y a tomar la mano de la rubia - te juro por mis padres que no te miento: dejé Florencia y vine aquí porque necesitaba hacer todo lo que estuviera a mi alcance para hallarte. No pasó un día sin que pensara en ti y me recriminara mi estupidez de insistir en no decirnos quiénes éramos. - le toma el rostro con ambas manos dulcemente y le habla mirándola fijamente a los ojos - Me arrepentí cada segundo de hacerme la misteriosa porque supe desde el mismo instante en que te vi en ese bar que ibas a cambiarme la vida para siempre. Recordé que me contaste que vivías en esta ciudad y me lancé con todo para dar contigo.

MARTA: Pareces tan sincera...

FINA: Soy sincera, ¿por qué no me crees? - la empresaria se suelta de la cocinera con suavidad

MARTA: Porque nunca nadie hizo semejante cosa por mí, Fina, jamás desperté nada tan significativo en otra persona. No me reconozco en esa maravilla que me cuentas

FINA: Pues empieza a reconocerte y a creerte que eres digna de cualquier locura que pueda hacerse por amor

MARTA: ¿Amor? ¿No será mucho, señorita Valero?

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