La Cosa Más Bella

Capítulo 8 - Familia y amigos

Con su equipaje casi listo, Marta repasaba qué debía comprar para llevar a Santa Bárbara: la casa era acogedora y estaba muy bien equipada. La idea era abastecerse lo suficiente para que durante las horas que pasaría con Fina allí, no tuvieran necesidad alguna de salir por ningún motivo. El lugar se hallaba en medio de una zona boscosa, rodeada de árboles y contaba con dos pisos, un jardín gigante, alberca y lo más interesante de todo, al menos para la rubia: estar solas. Nadie rondaba por allí, la casa más cercana estaba a varios kilómetros y esa soledad resultaba por demás tentadora en la imaginación de una Marta que no podía ni pretendía bajar su líbido ni sus ganas de pasar tiempo con la morena. El móvil le sonó: era Damián.

MARTA: ¡Papá! ¿Cómo fue la reunión con los abogados?
DAMIÁN: ¿Y tú cómo sabés de eso?
MARTA: Pasé por la casa hace un rato y me lo comentó mamá

DAMIÁN: Está todo bien, hijita, tu hermano y Luis realmente están llevando todo de gran manera.

MARTA: ¿Lo que fueron a ver está relacionado con la herencia del tío Gervasio?
DAMIÁN: Parte de ello, si.

MARTA: ¿Y la otra parte?

DAMIÁN: Ya te enterarás, mi vida, no seas ansiosa - el resoplido de su hija al otro lado del teléfono lo hizo reír - ¡Ay, mi niña, a veces pareces mi clon más que mi hija! Ahora dime tú, ¿para qué querías verme? Tu madre me dijo de las llaves de Santa Bárbara, ¿eso era todo?
MARTA: Si, si, ya me las dio Begoña

DAMIÁN: Bueno, Marta, si no puedo hacer más por ti, tengo que cortar la llamada, Julia me ha pedido que la lleve al cine con tu hermano y me está mirando desde la puerta con cara de muy pocos amigos

MARTA: Pon el altavoz, por favor

DAMIÁN: Listo

MARTA: ¡Julia, no presiones a mi papá, niñita!

JULIA: ¡Tía Marta! ¿Cuándo nos vamos a ver?
MARTA: Si quieres el sábado te paso a buscar y vamos a merendar a ese sitio que tanto te gusta.

JULIA: ¿Tú y yo solas?
MARTA: Nosotras solitas, cariño

JULIA: ¡Sí que quiero!

MARTA: Perfecto, preciosa. Después hablo con tu mamá para organizarnos bien

JULIA: ¡Genial, tía, genial! Lo que más extraño de ya no vivir aquí es pasar el tiempo contigo y los abuelos

MARTA: Me imagino que así es, corazón, y te prometo que en cuanto se vuelva a abrir el restó, te visitaré más a menudo

JULIA: ¡¡Si, si, si!! - espetó eufóricamente la niña de once años, adoraba a su tía Marta - ¿Y ya tienes novia?

DAMIÁN: ¡Julia, ¿qué clase de pregunta es esa?!
JULIA: Una pregunta normal, abuelo

DAMIÁN: Ni tan normal, eres muy indiscreta, mocosa - hace una pausa y entra Jesús al despacho de su padre - pero, dinos, Marta, ¿ya tienes novia?
MARTA: ¡Papá, ¿tú también?! Dejen de chismear y vayan al cine de una vez - Jesús se reía con ganas

JESÚS: Vaya, hermanita, parece que te la han liado estos dos

MARTA: ¡Tú no te sumes, por favor!

JESÚS: No lo haré. Ya dejen en paz a la niña grande y ¡hala, que llegaremos tarde a la función! Julia, despídete de tu tía que debe estar roja como un tomate

JULIA: ¿Estás roja como un tomate, tía?

MARTA: Eso quisiera tu padre... - sí que estaba colorada, mas no iba a darle el gusto a Jesús