Capítulo 8

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Jaehyun

Al llegar a mi edificio, mis piernas pesan, y el frío parece calarse hasta los huesos. Subo las escaleras con lentitud, repasando mentalmente las partituras que he trabajado hoy en el conservatorio. A medida que me acerco al piso de la señora Matthews, la puerta de su apartamento se abre de golpe y me encuentro con su cálida sonrisa asomándose.

- Hola, Jae. - me dice en su tono amable, el tipo de voz que uno siempre quiere escuchar después de un día largo. - ¿Te apetece una taza de café? Hice esos rolls de canela que tanto te gustan.

La simple idea de un café caliente y un roll de canela recién horneado me hace sonreír.

- Eso me encantaría, señora Matthews. - digo, frotándome las manos, casi agradecido de escapar del frío. - Estoy muerto de frío.

Ella me hace un gesto con la mano para que entre, y apenas cierro la puerta detrás de mí, el aroma del café y la canela me envuelve. Dejo el chelo en una esquina de la entrada, asegurándome de que quede bien apoyado, y tomo asiento en su acogedor comedor, cubierto con un mantel de flores pequeñas. Ella coloca dos tazas humeantes de café y un plato lleno de rolls de canela en la mesa, cuya sola visión me hace sentir un poco menos cansado. Tomo la taza entre mis manos, buscando el calor, y dejo que el primer sorbo alivie el frío que llevo encima.

- ¿Cómo van tus clases? - me pregunta mientras se sienta, su voz suave y curiosa.

- Muy bien. - le contesto, aún disfrutando el café. - Estamos preparándonos para el recital de fin de curso.

Ella sonríe, con una expresión casi nostálgica. - Quién diría que ya estás por graduarte. - dice. - Todavía recuerdo el primer día que llegaste aquí, en tu primer año.

- Sí, quién lo diría. - murmuro, devolviéndole la sonrisa. Después de un segundo, agrego.- Gracias por tener tanta paciencia todos estos años que he pasado ensayando aquí.

- No tienes que agradecerme. - dice ella, riendo suavemente. - He disfrutado de mis conciertos privados. Además, casi todos aquí se dedican a las artes; están acostumbrados al sonido de instrumentos, y no tienen problema con eso.

- El único que parece no encajar es el vecino nuevo, el quejumbroso. - comento sin pensar demasiado.

Ella me mira con comprensión y me responde con voz apacible. - Tenle un poco de paciencia a Cloud. No ha sido fácil para él; la vida militar es dura.

Me sorprendo al oír esto. Hasta ahora, todo lo que sabía de él era que tenía el carácter de una piedra y que nada parecía agradarle.

- ¿Así que en verdad es un soldado? - pregunto, alzando las cejas.

Ella asiente, con un brillo de orgullo en la mirada. - Sí. Es el sargento mayor Kinley.

Una sonrisa incrédula se me escapa. - Vaya, creí que solo era recto y autoritario por hobbie. - bromeo, todavía digiriendo la nueva información.

Ella suelta una risita y asiente, aunque su expresión se vuelve seria.

- Sé que no es alguien fácil de tratar. - dice. - Pero es un buen hombre. Tiene un corazón noble, aunque no siempre lo muestre.

Meneo la cabeza, aún escéptico. Mis interacciones con él han sido cualquier cosa menos cordiales, y su actitud... Bueno, no me ha dejado la mejor impresión.

- Lo siento, Jae. - dice la señora Matthews, sonriendo con una mezcla de disculpa y ternura. - No puedo evitar ser blanda con él y apañarlo. Me recuerda tanto a mi hijo.

La curiosidad me pica. - ¿También tiene su edad?

Ella niega con un movimiento lento, y de pronto veo una sombra de tristeza cruzar su rostro.

Melodía de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora