Cloud
Un grito.
Es fuerte y agudo, rebotando por todo el edificio como un eco infernal. Me toma por sorpresa, y por un segundo, siento la tensión en el cuello y los hombros. Mi primer pensamiento es que alguien está en problemas de verdad. Miro el reloj: son casi las once de la noche, una hora tranquila, en la que normalmente solo se escuchan las típicas pisadas o una televisión de fondo.
El grito se repite, esta vez aún más claro. Proviene del departamento de al lado. De el mocoso.
Sin pensarlo dos veces, salgo de mi apartamento, mi cuerpo reaccionando antes de que mi mente se ponga al día. Estoy en alerta, con los sentidos agudizados, buscando cualquier señal de peligro. Cuando llego a la puerta de su departamento, el grito se convierte en un chillido entrecortado, como si estuviera al borde del pánico. No me da tiempo para pensarlo; no voy a esperar a que me abra la puerta, ni siquiera sé si tiene tiempo para abrirla. Miro a mi alrededor, el pasillo está vacío, y con un movimiento preciso, lanzo una patada hacia la cerradura. La puerta se abre de golpe y entro en el departamento.
Mi primera impresión es el caos. El mocoso está subido sobre la mesa, en una postura completamente ridícula, con las rodillas flexionadas y ambas manos aferradas a la orilla como si su vida dependiera de ello. Sus ojos están abiertos como platos, y su boca se mueve en palabras sin sonido, aunque el grito aún resuena en mis oídos. Miro a mi alrededor buscando al intruso o la amenaza que lo hizo gritar así. No veo armas, ni un asaltante, ni nada remotamente peligroso.
Y entonces, ahí, justo al lado de la pata de la mesa, se mueve la pequeña figura peluda. Un ratón.
No puedo evitarlo. Suelto una risa.
- ¿En serio, mocoso? ¿Un ratón? - Me inclino, cruzándome de brazos y observándolo desde el suelo con una sonrisa burlona. Lo veo desde abajo, como una especie de héroe trágico atrapado en una escena de pánico.
- ¡No te rías! - me chilla, claramente furioso y avergonzado al mismo tiempo. - Esa cosa... apareció de la nada.
Sus palabras apenas logran salir con coherencia. El hecho de que esté tan asustado me resulta tan divertido que casi no me doy cuenta de que el ratón, con la audacia de un soldado en terreno enemigo, ha comenzado a avanzar hacia mis pies. De un rápido movimiento, intento acorralarlo con la bota, pero el bicho es rápido y escurridizo, cambiando de dirección hacia el rincón de la cocina. Sigo detrás de él, decidido a atraparlo, mientras el mocoso me observa desde su trono improvisado, todavía aferrado a la mesa.
- ¿Piensas bajarte de ahí en algún momento? - le digo, mientras estiro una mano hacia el ratón, que corre desesperado, encontrando todas las rutas posibles para escapar de mí.
Él me lanza una mirada de puro odio, y sus mejillas están rojas. Quizás de vergüenza o de enojo, o ambas cosas.
- No. No hasta que ese bicho esté fuera de mi departamento. Y no entiendo por qué te ríes, Cloud. Es asqueroso. ¿No te da... no sé... al menos un poco de impresión?
- Impresión. - repito con una sonrisa de pura burla. - Te voy a decir algo, mocoso: en mi vida he visto cosas mucho peores que un ratón. Si esto te asusta, ni siquiera quiero imaginar qué harías si vieras algo realmente peligroso.
Lo miro, y aunque quiero decirle que se calme, en realidad quiero que siga mirándome con esa mezcla de frustración y rabia. Hay algo en verlo fuera de su zona de confort que resulta casi... refrescante.
Finalmente, logro acorralar al ratón en una esquina, o eso creo, porque apenas estoy por tocarlo cuando hace una maniobra rápida y, como una flecha, sale disparado... directo hacia el pasillo.
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Melodía de Acero
Lãng mạnEn el vibrante telón de fondo de Nueva York, la vida de Cloud, un joven soldado de 35 años recién llegado de Irak, se entrelaza con la de Jaehyun, un talentoso chelista coreano que estudia en Juilliard. Mientras Cloud lucha por adaptarse a la vida c...