Cloud
El sol se clava en mi nuca mientras avanzamos en fila por este pedazo de tierra que se siente ajeno y vacío. Irak es así: un lugar donde el calor te aplasta y cada grano de arena parece recordar guerras que llevan siglos. Para otros soldados, este terreno es un infierno al que intentan sobrevivir hasta volver a casa. Para mí, es una prueba de resistencia. Me repito que soy capaz de soportarlo, que es mi responsabilidad hacerlo.
Me llamo Cloud. Tengo 35 años, y soy sargento mayor en las Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos. Lidero a mi equipo con disciplina y concentración; no se necesita nada más cuando la vida de todos depende de decisiones rápidas y precisas. Mi padre me inculcó esa dureza desde pequeño: "Un hombre debe ser firme como una roca, pase lo que pase", solía decirme. Crecí escuchando esas palabras, y aunque nunca pensé que terminaría en este desierto, me di cuenta de que tenía razón. Uno debe ser fuerte. Así es como he llegado hasta aquí, sin dejar que nada me tambalee.
Observo al equipo que me acompaña hoy, mis compañeros. La mayoría son jóvenes, algunos nuevos en el campo de batalla, aunque intenten ocultarlo bajo una fachada de confianza. Sé lo que están pensando, lo veo en la forma en que miran el horizonte o cómo ajustan su equipo con nerviosismo. Para muchos de ellos, esta es solo una misión más, un deber al que deben enfrentarse y seguir adelante. Para mí, es otra prueba que debo superar con precisión.
- Sargento Kinley, ¿estamos listos para movernos? - pregunta el cabo Darnell, mirándome con la misma expectativa de siempre. Sé que ellos confían en mí, que creen que tengo todas las respuestas. A veces, desearía que supieran que también tengo dudas, que cada decisión que tomo lleva el peso de sus vidas. Pero no se los muestro. Mi rostro permanece impasible, como una roca en medio de la tormenta.
Asiento, dándoles la señal de avanzar, y el equipo sigue mi orden. Cada paso que damos es medido, calculado. Mis ojos revisan cada rincón en busca de algo que no debería estar allí, un destello metálico, una sombra extraña. Cualquier cosa que nos pueda dar una pista sobre el escondite que estamos buscando. La información que tenemos es limitada; al parecer, hay armas insurgentes en esta zona, pero encontrar el lugar exacto es como buscar una aguja en un pajar. Aun así, no cuestiono las órdenes. Nos mandaron a hacer esto, y lo haremos.
La gente suele decir que soy introvertido, serio y calculador. Tal vez piensen que es por frialdad o arrogancia. No es eso. Es solo que, después de tantas misiones, de tantos rostros que vienen y van, he aprendido que no debo involucrarme más de lo necesario. Las palabras son innecesarias aquí. Mi trabajo es proteger a los hombres bajo mi mando, y en eso pongo toda mi energía. A ellos los respeto, incluso los estimo. Pero más allá de eso, prefiero mantener una distancia segura. No porque no me importe, sino porque sé que el dolor de perder a alguien se vuelve una carga más pesada cuando te has permitido encariñarte.
Cuando me alisté, nadie me advirtió sobre el peso que uno lleva después de tantas misiones. Las noches sin dormir, los momentos en que los gritos y disparos vuelven a mi cabeza como si nunca hubieran cesado. Supongo que es el precio que decidí pagar. No tengo una vida común, nunca la quise. Algunos de mis compañeros tienen familias que los esperan, otros sueñan con retirarse y abrir un pequeño negocio. Yo no tengo esos planes. No soy alguien que sueñe mucho con el futuro. Vivo en el presente, en el próximo objetivo, en el próximo paso. Es una vida solitaria, pero es la vida que elegí.
Nuestro camino nos lleva a través de una pequeña aldea abandonada. Las casas están en ruinas, y apenas queda algo que indique que alguien vivió aquí alguna vez. Hay ventanas sin cristal, paredes desgastadas por la arena y el viento. El lugar me da mala espina, pero no hay signos de actividad reciente. Mi instinto me dice que siga adelante, que mantenga los ojos abiertos, que no confíe en el silencio de este lugar.
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Melodía de Acero
RomansaEn el vibrante telón de fondo de Nueva York, la vida de Cloud, un joven soldado de 35 años recién llegado de Irak, se entrelaza con la de Jaehyun, un talentoso chelista coreano que estudia en Juilliard. Mientras Cloud lucha por adaptarse a la vida c...