Te amo

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— ¿Quién eres?

La pregunta toma a Wanda por sorpresa y no puede evitar mirarla con la boca ligeramente entreabierta por la confusión. — ¿Qué -?

Se detiene antes de preguntar de qué está hablando y en vez de eso, intenta razonar sobre lo que está sucediendo.

La cosa está así: No sabe cuánto tiempo lleva Nat aquí y no sabe cómo este lugar pudo haber afectado su personalidad o sus recuerdos.

Quiere reírse por lo absurdo que parece ser el hecho de que siempre haya una complicación a cada paso que da, y lo hace, Wanda se ríe entre dientes aunque sabe que debe verse como una loca.

¿Pero qué otra cosa se supone que haga? ¿Sentarse a llorar?

Ella desvía la mirada hacia el techo mientras se frota el rostro con las manos.
No va a llorar, no quiere hacerlo, pero... — Ah, qué cruel puedes llegar a ser...

Era más como una queja a la vida en general, al destino si es que existe uno, aunque no quiera creer en él.

Respira hondo, se limpia las mejillas en caso de que alguna lágrima rebelde se haya escapado y vuelve a mirar a Natasha.

— Mi nombre es Wanda. — No cree haber tardado más de un segundo en recuperarse, pero obviamente fue suficiente tiempo para que Natasha esté sosteniendo la daga que al parecer siempre carga en su cinturón. Alza una ceja al ver el movimiento. — ... vine a sacarte.

— ¿Por qué? — Cuestiona Natasha, lista para empuñar la daga si es que Wanda hacía un movimiento brusco.

Porque te extrañaba. — Piensa Wanda en respuesta, pero bueno, tal vez decir eso a la Natasha actual haga que la apuñale en vez de seguirla, así que no lo dice. — Porque tu familia te espera.

Natasha frunce el ceño y la atención de Wanda se decía al escuchar los gritos de órdenes y el ruido de las botas trotando por los pasillos.

— Y esa es la señal para empezar a movernos. — Señala Wanda mientras toma el antebrazo de Natasha con cuidado para guiarla a la salida.

Aún un tanto confundida, Natasha solo murmura. — Yo no tengo familia.

Ignorando sus palabras y un poco más apresurada por la situación, Wanda le barre los pies y la carga en brazos con la ayuda de sus poderes.

Tomar a Natasha con la guardia baja como lo hizo, habría sido difícil cualquier otro día, que fuera tan fácil solo habla de lo mala que debe ser su condición actual aunque intente disimularlo.

— ¿Dónde diablos hay otra salida? — Murmura Wanda mientras corría por los pasillos en dirección opuesta a las voces de los guardias.

De repente se preocupa por tonterías, como  el hecho de que destruir toda la instalación tal vez no sería una buena primera primera impresión en su novia que no la recuerda.

Aunque, parece olvidar que acaba de estrellar a una persona a través de muros de concreto hace tan solo un par de minutos...

Por otro lado, Natasha aún tenía el ceño fruncido mientras observaba el perfil de Wanda.

No puso objeción cuando fue levantada en brazos, por el simple hecho de que esta mujer se le hace extraña de una manera distinta a todas las personas que ha conocido hasta ahora.
Simplemente se le apareció diciendo cosas raras sobre que tiene familia, y aunque no le cree en lo absoluto, no encuentra rasgos que indiquen que esté mintiendo.

Al conseguir llegar al exterior, Wanda va a la primera camioneta que ve y fuerza las cerraduras con magia. Deja a Natasha en el asiento del copiloto y se sube al volante.

En esta vida o en la siguiente |Wandanat|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora