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-No quiero estar aquí – respondían al unísono al estar de nuevo paradas frente al gran estadio donde ayer compitieron.
   
-Dejen su amargura para después – reprochaba la más baja – ¡Que hoy vinimos a apoyar al equipo Karasuno!
   
-Michi, ¿cómo hiciste para que la profesora Izumi nos diera el día libre? – cuestionaba la castaña.
   
-Normal, pedí amablemente si nos lo podía dar y dijo que sí – explicaba con calma – Y yo prometí a cambio, que subiría mis notas.
   
Solo se dedicaron a mirar a su amiga ojiazul desconcertadas por lo que dijo. Digamos que la más baja no era muy buena en las materias, pero por lo menos se llegaba a defender.

Con un promedio muy bajo.
   
-Sabes que no lo cumplirás, ¿verdad?
   
-Aki, haré todo lo posible para cumplirlo – tomó una gran bocanada de aire – Disfrutemos del día que me gané con esfuerzo, ¿si?
   
-Como quieras.
   
Fue lo único que respondieron para adentrarse al gran lugar y buscar la cancha en la que estarían jugando sus compañeros de preparatoria.
   
- ¿Y por qué no querían venir? - cuestionó guiando a sus dos amigas.
   
-Solo quería quedarme a dormir - dijo Hazuki.
   
-Y yo quería aprovechar para leer un poco - continuó Emiko.
   
Pero las dos respondía con el ceño fruncido. Dejando con varias preguntas a la pelirosa, y ni quiso preguntar sobre el por qué estaban así para no empeorar una situación en la cual ni estaba involucrada. Ellas dos se ponían muy delicadas cuando estaban de mal humor.
   
Por eso se quería ahorrar los inconvenientes.
   
- ¡Ya llegamos! - anunciaba al acercarse a ver en la cancha a jugadores que portaban uniformes muy conocidos.
   
- ¿No habremos llegado tarde? – preguntaba la morena.
   
-A mi ni me preguntes que sé lo mismo que tú - decía la castaña.
   
- ¡Hola Shimada-san, Takinoue-san! – saludó al verlos la más baja.

Conocían a los mayores gracias a las veces que fueron a visitar las prácticas de los chicos y en los partidos oficiales, en los que estaban presentes.
   
- ¡Hola chicas! – saludaba el pelinegro de vuelta - ¿No deberían estar en el colegio?
   
-Dice que teníamos día libre – hablaron a la vez para señalar a su amiga.
   
- ¿Así que faltando a al colegio, eh? – decía el rubio – Eso me recuerda a los viejos tiempos.
   
- ¿Era de los que sacaba malas notas?
   
-Ni te imaginas, Saito – lloriqueó al recordar lo dicho.
   
- ¿Y cómo va el juego? – preguntó la castaña para recostarse en la baranda.
   
-Bueno…
   
-Véanlo por ustedes mismas – decía el de lentes para volver a mirar a la cancha.
   
Las tres jóvenes hicieron lo mismo, para sorprenderse al ver la tabla de puntuación. Iban muy por debajo del equipo oponente.
   
-El Aoba Johsai, sí que es bueno – añadía la morena al verlos jugar.
   
-Ay no.
   
- ¿Qué pasa?
   
-El saque asesino no – decía Takinoue pasándose la mano por la cara.
   
- ¿Cómo que saque asesino? – observó al que haría el servicio esta vez, solo para ver como el balón pasaba la red a gran velocidad - ¿Qué?
   
-Ni siquiera se pudieron mover – observó con horror aquello la pelirosa - ¿Quién es ese?
   
-Toru Oikawa – hablaba Emiko recordando.
   
- ¿No era ese el senpai de Kageyama? - inquirió Hazuki a su lado.
   
- ¡¿Lo era?! - cuestionaron los que eran ajenos a ese diminuto detalle.
   
-Sí, una vez nos lo contó Shoyo – informaba manteniendo la mirada en la cancha – Hasta nos dijo que le había dicho a Kageyama que iba a ganarle en un partido oficial.
   
-Pues parece que se lo tomó muy en serio.
   
Así fue como volvieron a ver un punto directo gracias al saque asesino de Oikawa.
   
-Esto va a estar difícil.
   
En los siguientes minutos pudieron ver como el balón iba y venía de un lado a otro, anotando puntos a grandes cantidades el equipo opositor. Por lo que llegaron a ganar el segundo set.
   
Ahora era cuando más se llegarían a complicar ambos al querer definir la victoria absoluta.
   
La desesperación consumía cada vez más y más a los jugadores.
   
Ya habían pedido todos sus tiempos muertos, por lo que ya no habrían más descansos para pensar con claridad y reunir algo de fuerzas. Ahora era el momento de que pensaran por sí mismos con cuidado cual sería su próximo movimiento. Y quien más sentía la presión por saber que si lo siguiente que haría podía salir mal, era el colocador.
   
-Ay dios mío, no quiero ver más – decía la pelirosa al ver por el mal camino que iba el partido para el equipo Karasuno. Se cubría el rostro con ambas manos.
   
-Nadie quiere ver más – decía la castaña mientras observaba a alguien.
   
“¿Acaso no le importa que pierda el equipo?”
   
“¿Lo que había dicho ayer era verdad?”
   
“¿Entonces por qué juega voleibol?”
   
“¿Por qué no se motiva a jugarlo con pasión?”
   
“¿Por qué…?”
   
“¿Por qué…?”
   
“¡¿POR QUÉ…?!”
   
Constante preguntas eran las que taladraban la cabeza de la castaña. Tantas cosas se preguntaba que no sabía si tendrían alguna respuesta clara. Porque, aunque llegara a preguntar, no le llegaría a responder con sinceridad.
   
Él no tenía la suficiente confianza en ella para hacerlo.
   
Ni ella tampoco con él.
   
No tenía ni el más mínimo derecho a meterse en su vida, por lo cual no debería preocuparse por eso. Pero…
   
Le daba tanta rabia ver un gran potencial desperdiciado, solo él jugaba por jugar. Y ella que lo hacía con la mayor pasión del mundo, no veía que lograba progresar, se quedaba estancada en el mismo sitio.
   
Sufría al recordar lo que pasó, por eso la dejaron de llamarla una “genio” o un “prodigio” jugando.
   
Cada vez se culpaba más y más por tener tanta torpeza en su vida.
   
Y verlo cada día, con una actitud que hasta llegó a despreciar por como trataba a las personas a su alrededor, hacía que se enojara más consigo misma. No habían motivos para que se enojara de tal manera, pero lo hacía.
   
Y no lo entendía, pero tal vez… de cierta forma, se llegaba a ver reflejada en él.
   
-Kageyama parece que cada vez está más desesperado – decía al verlo en el suelo – Esto es como revivir viejos recuerdos.
   
Porque poco después vieron que al hacer una colocación, nadie estaba detrás de él. Y los puntos, iban cada vez en aumento, y parecía que él se sentía más presionado por saber que perderían. Estaba desesperado por como acabaría aquel partido.
   
- ¡KAGEYAMA!
   
El grito repentino asustó a todos los que estaban cerca, llamando la atención de muchos. Y el nombrado que se sorprendió ante el llamado, volteó a ver a las gradas.
   
Y lo que no se esperaba era ver que fuera Hazuki, que estaba con semblante de completo enojo.
   
- ¡Se que estás desesperado y te sientes presionado por sentir que cualquier cosas que hagas harán que pierdan! – comenzaba diciendo entre gritos - ¡¿Pero como es qué te pones a actuar como un completo idiota en un momento así?!
   
- ¡¿Qué?! – fue lo que llegó a exclamar al escuchar lo que decía.
   
Todos los que estaban atentos a lo que decía la morena, se quedaban boquiabiertos al ver con volumen de voz con el que hablaba. La castaña trataba de hacer que se callara y los que la conocían, solo se reían confundidos por el show que hacía.
   
- ¡Suéltame! – se zafó del agarre de su amiga - ¡¿Cómo es que te vas a dejar provocar por todo lo que él dice?! – señaló a Oikawa.
   
Que también estaba a atento a lo que decía porque solo le llamó la atención que comenzara a gritar, así de repente.
   
- ¡¿Sigues reteniéndote a ti mismo por lo que te pasó en la secundaria?! ¡¿Aún sigues sin darte cuenta del gran equipo que integras?! ¡¿Aún sigues pensando que lo puedes hacer todo tú?! – señaló esta vez a él - ¡No lo puedes controlar todo Kageyama! ¡DATE CUENTA!
   
Y él azabache que no sabía que decir solo se dignó a mirar al suelo, avergonzado. Reflexionando todo lo que había dicho Saito. No lo diría, pero tenía razón lo que decía.

Pero también se apenaba porque le estuviera diciendo eso bajo la mirada de muchos desconocidos. Sentía vergüenza.
   
-Espero que eso lo haya hecho entrar en razón – hablaba Ukai al haber escuchado aquel discurso improvisado - ¡Sugawara, ve preparándote!
   
- ¡Sí! – vociferó comenzando a calentar un poco.
   
Mientras que en las gradas, la morena trataba de recuperar aire al haber gritado tantas cosas. Sentía ardor en la garganta.
   
- ¿Qué demonios fue todo eso Aki? – cuestionaba la castaña a su lado al haber presenciado todo eso.
   
- ¡Eso estuvo increíble! – felicitaba la más baja a su lado - ¡Que gran discurso!
   
- ¡Eso para nada fue increíble! – increpaba queriendo hacerla entender - ¿Si sabías que posiblemente te hayan grabado?
   
-Eso no importa – jadeó aún recuperando aire – Voy bajar.
   
- ¿Qué? – pero al ver que pasaba una pierna por encima de la baranda, estaba hablando en serio - ¡AKI, NO!
   
Y al escuchar de nuevo gritos del mismo lugar, todos dirigieron la vista a las gradas, para ver como la morena quería bajar desde tan alta altura.
   
- ¡Déjenme bajar! – protestaba queriendo soltarse - ¡Voy a golpearlo por ser tan imbécil!
   
- ¡NO! – negaron a la vez, las cuatro personas que trataban de hacer que no cayera.
   
-Está loca.
   
Fue el único pensamiento que pudieron compartir todas las personas al ver el deseo tan caótico que tenía.

El azabache ya ni sabía con que cara reaccionar ante lo que pasaba. Se llevó una mano al puente de la nariz, masajeándolo para poder calmarse un poco. Estaban pasando muchas cosas en tan solo unos segundos.
   
Pero luego de bastantes gritos, lograron hacer que se sentara de una vez y se alejara de la baranda. Y para confirmar que todo estaba en orden, la castaña solo levantó el pulgar en respuesta.
   
Luego de que todo se calmara, de nuevo, decidieron hacer el cambio de jugador. El número 9 por el 2.
   
Cuando Kageyama fue a tomar su número grabado en el plástico que traía Sugawara en la mano, no espero recibir un botellazo en la parte trasera de su cabeza. Rápido volteó a ver para encontrarse a los mismos ojos verde oliva, en los que aún seguían reflejando un enojo hacia él.

¿Por qué?
   
- ¡Saito no puedes agredir a mis jugadores! – exclamó Ukai al saber de donde salió lanzada, aquella botella de plástico.
   
- ¡Hago que entre en razón!
   
- ¡Ya creo que entró en razón, así que no lo vuelvas a hacer!
   
- ¡Muy bien, vamos a tomar aire! – tiraba del brazo de la más alta con ayuda de su amiga.

Lo dijo porque vió como unos guardias se acercaban a ellas y no tenían buena pinta. Si seguían así, posiblemente las echen del estadio.
   
Unos segundos esperaron para poder continuar con el partido, nadie se había esperado que sucediera todo eso en tan solo unos minutos.
   
-Esto me recuerda a algo – decía el pelinaranja.
   
-No eres el único -hablaron todos a la vez recordando cuando, Hinata, había golpeado sin querer a Kageyama al hacer un mal saque.
   
-Caray, nunca había conocido a una chica tan agresiva – comentó poniéndose en
posición.
   
-Es que por alguna razón, todas las chicas que conoces son sumamente delicadas – dijo aburrido rodando los ojos.
   
-Iwa-chan, a eso se le llaman tener buenos gustos – agregaba en respuesta – Pero no te culpo si te gustan así.
   
- ¡Oikawa, concéntrate en el juego!
   
-Pero no te enojes – pedía al ver como levantó su puño en amenaza – Ya viene siendo hora de terminar esto.
   
Tal parece, que lo que dice, lo cumple.
   
Porque ahora era cuando se venía el momento en el que se debería definir el final de este juego tan extenso.




































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𝐀𝐦𝐨𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐕𝐨𝐥𝐞𝐢𝐛𝐨𝐥 || ʜᴀɪᴋʏᴜᴜ!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora