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La mañana del lunes llegó.

El olor a  antiséptico inundó su nariz, su cabeza seguía dando vueltas mientras los primeros rayos solares del día se colaban por la ventana de la habitación. Quería, pero no podía abrir los ojos, los sentía tan pesados que por un momento creyó que estaba muerto y atrapado en su propio cuerpo, finalmente abrió los ojos con dificultad y se encontró con las blancas paredes de la habitación del hospital. Sintió su corazón hundiéndose, se sentó en la cama y se talló los ojos, que aún le dolían debido a las lágrimas derramadas, parpadeo unos instantes y luego comenzó a notar el lugar en el que estaba.

Paredes totalmente blancas, un gran ventanal que daba vista hacia el patio trasero del hospital, las hojas caían de los árboles, no había señal de la lluvia torrencial que había presenciado la noche anterior, su corazón ahora comenzaba a acelerarse, no entendía lo que estaba pasando, hasta que se miró a si mismo, llevaba puesta una bata blanca y una pulsera que indicaba que estaba internado ahí, se mordió el labio, y en donde antes recordaba tener un arete, ya no había nada.

La puerta se abrió derrepente

-Jungkook, ¿Ya estás despierto? -entró una enfermera sonriendo -Te tengo buenas noticias, hoy serás dado de alta

-Y..yo -habló y se sorprendió al escucharse a si mismo - ¿De alta?

-Asi es mi pequeño, tus padres llegarán por ti en cualquier momento -la enfermera le dijo mientras acomodaba unas cosas en el cuarto -Te tienes que tomar estas pastillas todos los días por la mañana -les dijo entregándole un frasco, el cual tomó aún muy confundido, sentía que estaba viviendo un deja vú

-¿Cuánto tiempo he estado dormido? -preguntó con un atisbo de terror en su voz

-Jungkook -la enfermera se acercó a él y tocó su frente -¿Estás bien? -Lo miró -Solo dormiste profundamente toda la noche, igual que todas las noches -la mujer frunció el ceño

Jungkook pasó saliva y miró a su alrededor, el sentimiento de dolor que tenía cuando despertó poco a poco se disipaba, pero la necesidad de salir corriendo de ahí se hacía cada vez más grande.
No pasó mucho tiempo para que sus padres llegarán, una versión más joven de su madre se puso delante de él y lo abrazó con fuerza, luego su papá le dio unas palmaditas en la espalda. Luego de unas indicaciones por fin salieron de ese lugar.

Aún estaba mareado, aunque le alegraba estar con sus padres, esa alegría se esfumó en el momento en el que se dio cuenta de que no iban a su casa, o al menos no a la que recordaba. No dijo nada, no quería preocupar a sus jóvenes padres pero la necesidad de ir a Seúl se hacía cada vez más grande en él. Al llegar a su casa se bajó de auto, sus piernas y brazos temblaban, sentía que en cualquier momento caería, así que se sostuvo del coche mientras sus padres abrían la casa, al entrar corrió a su habitación

-Tae ...-Lo llamó pero era imposible que lo escuchase. Suspiró, lo raro nunca se le iba a quitar al parecer, se recostó en la cama y tomó su celular con miedo de ver lo que creía

"11 de Noviembre 2022,
Busan, Corea del sur. 4:00 pm"

Leyó y su cabeza comenzó a dar vueltas de nuevo, pero una idea surgió en su cabeza. Antes no logró salvar al castaño, y como si él fuera un juguete de dios, había despertado ahí, en ese momento, entonces ¿Tae seguía con vida? ¿Podría salvarlo esta vez?

Se levantó de la cama y se puso su mejor ropa para después bajar

-Mamá, papá, ¿podríamos ir el día de hoy a cenar? -preguntó

-Claro hijo, ¿A dónde quieres ir?

-A Seúl -contestó, eso sorprendió a sus padres, pero no le tomaron importancia, aún así, ya estaban viendo algunas casas para mudarse ahí, su prioridad era la estabilidad del pelinegro, y si eso estaba lejos de Busan, entonces eso era lo que harían.

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