A love out of the ordinary [Kookv--Kooktae]

Perspectiva de Jungkook: El Control y la Destrucción.

"Totalmente perdido ante tí."

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Jungkook siempre supo que el control era la única ley que regía su vida. Desde que los primeros recuerdos se fusionaron con sombras, entendió que la fragilidad humana era algo que debía dominar, no permitir que lo dominaran. De todos los seres que había conocido, ninguno había llegado a ser tan importante como Taehyung. No en el sentido en que pensaba el mundo, no por la necesidad de posesión o de marcar su territorio, sino porque Taehyung representaba una paradoja que Jungkook no podía resolver: era alguien completamente vulnerable, pero al mismo tiempo, peligrosamente desafiante.

No era la necesidad de protegerlo lo que lo atraía, sino la necesidad de conocerlo, de desentrañar lo que había detrás de sus ojos, esa mezcla de deseo y miedo que se reflejaba en cada uno de sus gestos. Desde su primer encuentro, Jungkook lo sintió. La forma en que Taehyung se mantenía a la distancia justa, como si supiera que lo observaba, pero no estaba dispuesto a rendirse fácilmente. Algo dentro de él, algo que aún no comprendía del todo, lo hizo sentir un impulso en sus entrañas, la necesidad de acercarse más, de tocarlo, de hacerlo suyo.

No era el control lo que Jungkook temía perder, era la posibilidad de perderse él mismo en el proceso. Y Taehyung se convirtió en la pieza clave para este juego peligroso. A medida que la relación entre ellos avanzaba, Jungkook notaba cómo Taehyung, sin quererlo, lo desbordaba. Cada vez que lo miraba, cada vez que sus manos tocaban su piel, sentía una mezcla de satisfacción y angustia. El joven se entregaba sin reservas, pero había algo en él, un miedo palpable, que hacía que Jungkook nunca pudiera sentir que lo tenía completamente en sus manos.

El deseo de dominarlo, de destruir ese miedo, se convirtió en una obsesión. Porque, al final, no era solo Taehyung quien necesitaba control. Jungkook también lo necesitaba. Necesitaba el control para no perderse, para no ser arrastrado por el torbellino de emociones que él mismo provocaba en su ser. Pero era imposible negar que, en algún nivel profundo, esa misma entrega de Taehyung lo desafiaba. ¿Hasta dónde podía ir sin perderse? ¿Cuánto control podía mantener antes de que todo se desmoronara y la oscuridad que ambos compartían los consumiera?

Jungkook no podía dejar de pensarlo. Cada vez que Taehyung se acercaba, era como si el suelo bajo sus pies cediera. No quería admitirlo, pero la conexión que sentía con él era mucho más compleja que una simple relación de control y sumisión. Era como si estuviera atrapado en un ciclo interminable de deseo y destrucción, donde, en algún lugar entre las sombras, ambos se fusionaban en una misma oscuridad.

Al principio, Jungkook pensaba que podría manejarlo, que podría simplemente usar a Taehyung como un medio para sus propios fines, para seguir adelante con sus propios juegos. Pero cuanto más se acercaba, cuanto más sentía la vulnerabilidad de Taehyung, más se daba cuenta de que él mismo estaba perdiendo la batalla. No podía evitarlo. No podía dejarlo ir. Taehyung era todo lo que temía: un reflejo de sus propios miedos, sus deseos más oscuros.

Y fue en ese momento, cuando sus cuerpos se encontraron, cuando las palabras quedaron atrás, que Jungkook entendió. El control nunca fue una certeza. La entrega de Taehyung, su fragilidad, no solo lo había seducido, sino que lo había convertido en parte de él. Y en ese mismo instante, él también se había perdido.