CAPÍTULO 13

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Pov. Hermione

El lunes siguiente llegó rápidamente, aunque a decir verdad la semana pasada sin la presencia de Axel en el castillo se me hizo bastante larga. Hubo alguna tarde que, como no tenía nada que hacer, me iba a pasar el rato bajo la sombra de nuestro árbol para leer un poco. No era lo mismo sin él claramente, pero era mejor que nada.

Lo había echado de menos, y eso que solo habían pasado 5 días desde que se fue. Había hablado con él por carta todos los días donde me decía cómo estaba su madre y cómo estaba él también, aunque lo que de verdad quería era tenerlo frente a mí para hablar en persona.

También se fueron las hermanas Greengrass durante el fin de semana para estar con su madre, e incluso a Draco también le dieron el permiso para ausentarse esos dos días. Sin embargo, hoy volvía toda la familia al completo y podría ver por fin al chico rubio.

Mis ganas de verlo hicieron que me levantara incluso más temprano de lo habitual. De esa forma, cuando Ginny se despertó ya estaba totalmente vestida y arreglada para las clases aunque no empezaran hasta dentro de más de dos horas.

–¿Qué haces Mione?–me preguntó la pelirroja con sueño–¿voy tarde?

–Para nada Gin, es que Axel llega hoy–le recordé sonriendo–quiero hablar con él un rato antes del desayuno así que hemos quedado en nuestro árbol.

–Sois adorablemente asquerosos–hizo una mueca de asco que me hizo reír–ya casaros joder... ¿para qué seguir alargándolo? No podéis vivir sin el otro ni una semana.

La declaración de mi mejor amiga hizo que mis mejillas se tiñeran de un fuerte rojo. Aunque ella no lo creyera, había pensado en esa posibilidad por mucho tiempo antes de la guerra donde Axel y yo nos casaríamos en el futuro.

Decir que había imaginado mi boda con el rubio como mil veces sería quedarse cortos, y en todas ellas, lo mejor de todo era la sonrisa y los ojos brillantes de Axel mientras me veía caminar hacia él por el pasillo que me llevaría al altar.

Básicamente, mi yo de 16 años había imaginado toda su vida junto al chico Greengrass. Esto Ginny no lo sabía porque me lo iba a recordar día sí y día también y no quería eso. Sin embargo, eso no evitaba que hubiera todavía una libreta dentro de mi mesilla en la casa muggle de mis padres con toda mi vida con Axel planeada. Incluso tenía los nombres de nuestros futuros hijos, mascotas que tendríamos y todo lo demás que hiciera falta.

Me daba algo de pena cada vez que abría ese cajón de la mesilla y veía la libreta. Durante muchas tardes durante este verano quise tirarla, pero no tenía el valor suficiente. En realidad la estuve viendo bastantes veces ahogándome en los recuerdos de mi relación perfecta con el rubio cuando todavía pensaba que lo odiaba.

–No digas tonterías Ginny–rodé los ojos al final cuando salí de mis pensamientos–ni siquiera estamos juntos... ni quiero que lo estemos. Ya sabes, solo somos mejores amigos... nada más que eso.

–Ya... por tontos–bufó, aunque antes de que le respondiera, se metió al baño.

Obvié las palabras de la menor y salí de nuestro cuarto con todo lo necesario para el día. Tomé otro camino que me llevaría al jardín, donde a esa hora no había nadie paseando salvo un chico rubio con una camisa a medio abrochar y la corbata alrededor de su cuello sin poner.

Sonreí inevitablemente porque, con ese estilo a medias, parecía todo un chico malo de esos que salían en las películas americanas de adolescentes. Además, su cabello estaba algo revuelto ya que ese día hacía un poco de aire. Eso sí, el reloj de pulsera muggle que una vez le regalé estaba en su muñeca perfectamente colocado y en hora.

Segunda oportunidad (Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora