CAPÍTULO 4

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Pov. Hermione

Cuando Axel se marchó de donde estábamos sentados solté el aire que había estado guardando todo el rato desde que le dije que tuviera suerte. ¿Por qué le había dicho eso? Mis mejillas se habían teñido de rojo nada más terminar de decirle que no se cayera de la escoba.

Después de haber pasado alrededor de dos horas con él, no había sido tan incómodo volver a estar en el mismo lugar que él y tan cerca. Aunque había sido raro después de no haber estado con él en mucho tiempo y de casi no haber hablado en año y pico.

Además de que tampoco había cruzado muchas palabras con el chico desde que volvimos a Hogwarts hace un par de semanas. De hecho, el número de nuestras conversaciones las podía contar con los dedos de una mano.

Creo que ninguno teníamos el valor suficiente para acercarnos al otro... yo por miedo a lo que pasó ese día y él por miedo a cómo reaccionara yo cuando se acercara a mí. Al final, por nuestras situaciones ninguno tenía las agallas de empezar una conversación, y ni siquiera sabía si quería volver a hablar con él como lo hacíamos antes.

Sin embargo, sí habíamos cruzado muchas miradas cuando el otro no se daba cuenta, aunque yo sí había notado sus miradas pesadas cuando estábamos en el comedor o en clase... él no había notado las mías cada vez que aparecía en un lugar.

Al menos eso era lo que pensaba porque nunca me había cogido mirándolo. Casi siempre era él quien se me quedaba mirando y yo, al sentirlo, decidía conectar mis ojos con los suyos. Eran momentos raros pero que hacían que mi cuerpo se sintiera distinto.

En el caso que las uniéramos, rápidamente la apartaba y me centraba en cualquier otro lado. Axel, de todas formas, la mantenía sobre mí esperando que lo volviera a mirar. Eso sí, hubo un par de casos en los que sí mantuvimos una guerra de miradas, como la noche en la que volvimos al castillo hasta que Ginny me sacó del trance... y menos mal porque no sabía si hubiera podido salir de esos bonitos ojos sin ayuda de nadie.

Parecía que seguía teniendo un problema con esos ojos azules como pasaba antes de que se desarrollara la guerra. Me atrapaban en ellos y no podía dejar de mirarlos. No eran unos ojos azules normales sino que tenían algo que los hacía únicos... al menos para mí porque a pocos más les pasaba lo mismo.

Antes de que ocurriera todo lo de la guerra y los bandos enemigos, el rubio y yo desarrollamos la capacidad de decirnos todo con tan solo una mirada. Nunca supe cómo llegamos hasta ese punto, pero era bonito tener esa conexión tan especial con alguien que no me esperé porque no empezamos a hablar hasta nuestro 4º año.

Si uno estaba mal o feliz el otro lo podía notar según la mirada que nos diéramos. En verdad era maravilloso que nos comunicáramos de esa manera... creo que, hoy día y después de todo, todavía podríamos comunicarnos con la mirada si tan solo quisiéramos hacerlo, aunque hubiéramos perdido práctica por el tiempo separados.

Haber estado juntos estudiando y pasando tiempo en la biblioteca se sentía igual que cuando estábamos juntos antes de la guerra, aunque claramente las cosas habían cambiado y nosotros también habíamos cambiado.

Claro que, esa familiaridad, lo correcto que sentía que era que volviéramos a estudiar o pasar algo de tiempo juntos, lo bien que me sentí en mucho tiempo... tal vez era lo que menos me gustaba de todo esto. Sentir todo eso a pesar de todo lo que pasó durante esos meses y más en concreto ese día... sentir que todo era igual que antes siendo que no lo era.

Obviamente hoy no habíamos hablado mucho, de hecho, habíamos estado muy tímidos y si no hubiera sido por mi mejor amiga, seguramente hubiera sido bastante incómodo porque no hubiéramos hablado de nada... pero quién sabe lo que podría pasar si nos juntábamos algún otro día para hacer lo mismo.

Segunda oportunidad (Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora