CAPÍTULO 5

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Pov. Axel

Los días siguientes a las pruebas de quidditch fueron algo extraños. Todo porque al parecer ahora la castaña me evitaba mucho más que antes. Parecía como si lo poco que habíamos avanzado habiendo estudiado juntos hubiera servido para dar veinte pasos atrás.

Estaba claro que no podríamos volver a ser amigos de la noche a la mañana, pero esperaba que, al menos, me saludara si me veía en los pasillos o que no saliera corriendo si iba hacia ella para preguntarle si estaba bien.

Ahora estaba mucho más esquiva conmigo, tal vez porque todo lo que yo hacía le recordaba a lo que ocurrió en la mansión Malfoy, pero pensaba que poco a poco lo podría ir superando con mi ayuda. Iba a estar para ella si lo necesitara... pero creo que no me quería para nada cerca suyo.

Decir que no me dolía que cada vez que me veía se alejara como si fuera un apestado sería mentir, pero no podía hacer mucho. Al final quería respetar el espacio de Hermione y no agobiarla o forzarla a hablar o pasar tiempo conmigo por más que quisiera.

En la sesión de estudio con Ginny lo había pasado bastante bien y creía que la castaña también lo había pasado bien. Me recordó a cómo era antes de que todo se torciera cuando hacíamos los deberes entre pequeños besos y abrazos. Al menos yo me sentí cómodo y, por la tranquilidad que había en la cara de Hermione, supuse que ella también estaba cómoda.

Pensé que sería diferente ahora que habíamos avanzado aunque fuera un pequeño paso, mucho más sabiendo que ella me había devuelto mi libro después de dejármelo en la biblioteca de manera accidental cuando recogí mis cosas con tanta prisa. Astoria me contó que había hablado con Hermione a las afueras de los vestuarios y le dijo que me devolviera ella el libro.

Le estaría eternamente agradecido puesto que no sabría qué hacer si perdía mi libro favorito, el que me regaló ella para una de las Navidades que pasamos juntos. Era una de mis posesiones más preciadas no solo por su contenido lleno de citas de mi escritor favorito, sino porque era lo que me mantuvo cuerdo durante los meses en guerra.

Siempre que llegaba de una misión, me encerraba en mi habitación y me ponía a leer las citas que me recordaban a Hermione y que le había dedicado en algún momento. Ella era quien me proporcionaba la tranquilidad que necesité en esos momentos, aún sin saberlo porque estaba a mucha distancia de mí.

–Señor Greengrass–sacudí la cabeza viendo que el profesor Aberforth me llamaba–¿acaso lo estoy aburriendo con mi clase como para que esté tan perdido?

–No señor, lo siento mucho–me disculpé con él y éste asintió girándose de nuevo.

–Procure no perderse tanto en sus pensamientos... por el bien de su cordura–comentó como si nada antes de prestar atención a una chica de Hufflepuff con la mano levantada.

–¿Qué te ocurre?–susurró Theo, mi compañero de mesa, al oído.

–Nada, solo pensaba en una cosa–suspiré mirando mis apuntes incompletos–¿tienes lo último que ha dicho Dumbledore?

Theo me pasó lo que había apuntado y lo copié rápidamente antes de concentrarme en lo que el hombre estaba explicando en la pizarra. A decir verdad, había muchas cosas en la clase de DCLAO que ya había visto para mi desgracia y que me lo enseñaron los mortífagos a base de torturas y hechizos.

Ya era bueno en esta clase desde antes, pero ahora que había aprendido muchas cosas en los meses que pasé en la mansión Malfoy, era uno de los mejores. Tal vez no me sintiera orgulloso de quién me lo enseñó o cómo lo aprendí, pero al menos ahora no estaba perdido aunque me hubiera quedado totalmente empanado.

Segunda oportunidad (Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora