Declaración de amor.

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Pasó una semana y Andrea y Regulus quedaban todas las tardes.

Pero la siguiente semana estaba llena de exámenes así que Andrea y Regulus quedaban para estudiar y hacer deberes.

Mientras Andrea y Regulus se preparaban para sus exámenes, el aire se llenaba de tensión y estrés. Era difícil concentrarse en los libros cuando todo lo que querían era estar juntos. Pero sabían que era importante hacer bien en los exámenes si querían tener un futuro prometedor.

Cada día se sentaban frente a frente en la biblioteca, con sus libros y cuadernos esparcidos sobre la mesa. Trabajaban en silencio, con solo el suave sonido de las páginas que se volvían y los susurros ocasionales de algún estudiante cercano.

A pesar de la tensión, había algo reconfortante en la presencia del otro. Andrea se sentía más tranquila cuando Regulus estaba cerca, como si su energía calmada la ayudara a concentrarse.

Mientras estudiaban, Andrea sintió que la mirada de Regulus se posaba en ella con frecuencia. Intentó ignorarlo, pero su presencia era tan fuerte que era imposible no notarlo. Finalmente, no pudo aguantarlo más y levantó la vista para encontrar la mirada de Regulus fija en ella.

-¿Qué pasa? -le preguntó ella con voz baja-. ¿Te distraigo?

Regulus sonrió y negó con la cabeza.

-No, al contrario.-respondió-. Me ayudas a concentrarme.

Andrea sintió un calor en las mejillas y volvió a bajar la vista a sus libros. Pero su concentración se había ido por completo. Toda su atención estaba centrada en Regulus, en su olor, en su presencia, en su respiración.

Cuando terminaron de estudiar Regulus invitó a Andrea a comer un helado.

Después se lo comieron y Regulus acompañó a Andrea a su casa.

Cuando Andrea entró en su casa Regulus se marchó a la suya.

Al día siguiente era sábado, Andrea se levantó y tenía un mensaje de Regulus.

El mensaje decía:

"Esta tarde a las ocho vengo a buscarte."

Andrea le dijo que vale y se lo contó a sus padres.

Andrea se duchó y se preparó para salir.

Se había puesto un vestido súper mono, a las ocho llamaron a la puerta y Regulus tenía un hermoso ramo de rosas.

-Te dejaré de querer cuando la última rosa de este ramo se marchite.-dijo Regulus.

Andrea sonrió y llevó el ramo de rosas a su habitación y la metió en un jarrón con agua.

Después de eso Regulus y Andrea fueron a cenar.

-¿Por qué me has invitado?-preguntó Andrea.

-Me apetecía cenar con la chica más guapa de este lugar.-dijo Regulus.

Después de cenar los dos dieron un paseo por la noche.

-Hoy la noche está muy bonita.-dijo Andrea.

-No más que tú.-dijo Regulus.

Andrea se sonrojó, llegaron a un hermoso parque.

Después de eso Regulus llevó a Andrea a su casa y se fue.

Las semanas pasaron y el ramo de flores se fue marchitando, solo quedaba una rosa.

Andrea tocó la rosa y vio que era falsa y sonrió.

Un día, Andrea estaba en su habitación mirando el ramo de flores cuando suena el teléfono.

Era Regulus.

Estrellas alineadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora