(II) Cap 19- No más Lesiones

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03 de Abril del 2025

Jueves

5:00 PM

Capítulos Finales

Vivian Pov:

Han pasado meses desde que dejé de autolesionarme. Aún me cuesta creerlo, aunque no sé por qué. A veces, me sorprende cómo mi vida ha cambiado sin que yo me diera cuenta. Al principio, todo era una batalla diaria. Estaba tan acostumbrada a hacerme daño que el simple acto de detenerme me parecía imposible. ¿Cómo podía luchar contra algo que se había convertido en parte de mí, algo que sabía hacer sin pensarlo?

Recuerdo aquellos días con una extraña sensación de distancia, como si me hablara de una persona que no soy yo, pero que al mismo tiempo era parte de mí. Lo hice por tanto tiempo, porque pensaba que era la única forma de lidiar con la rabia que sentía, con la tristeza que no podía procesar. Es difícil explicar qué se siente estar atrapada en algo tan oscuro, en algo que te promete alivio, pero te destruye al mismo tiempo.

Pero no fue de un día para otro. No fue tan simple como dejar de cortar. Fue más bien una serie de pequeñas decisiones, una detrás de otra, que me llevaron hasta aquí. Los días en los que elegí no hacerlo, por un segundo. Los días en los que mi cuerpo temblaba de ganas de ceder, pero me aferraba a algo más grande que yo. Ya no era solo la promesa de los terapeutas, ni las palabras de Lukas o mi padre. Ya no eran las promesas que me hacía a mí misma, porque al principio, no confiaba en ninguna de ellas. Al final, fue el baile el que me salvó.

El baile se convirtió en un refugio, en un espacio donde me permití sentirme sin juzgarme, sin querer escapar. Donde no había necesidad de hacerme daño para sentir que estaba viva. Cada paso, cada giro, cada salto me ayudaba a liberar la energía reprimida. Empecé a sentirme más fuerte, como si, poco a poco, mi cuerpo dejara de necesitar ese dolor físico para poder procesar el dolor emocional. Y cuando eso ocurrió, me di cuenta de que ya no quería seguir haciéndolo. Ya no necesitaba el daño, ya no necesitaba la oscuridad.

Claro, todavía hay días en los que siento la ansiedad en mi pecho, esa presión que me hace querer huir de todo. Pero he aprendido a lidiar con ella de una manera diferente. No sé si es perfecto, pero ya no busco la salida en el daño. Ahora la busco en la música, en la calma de mis pensamientos cuando danzo sin importar el mundo que me rodea. En la paz que siento cuando elijo no hacerme daño, cuando elijo vivir.

A veces, Lukas me mira, y sé que no tiene todas las respuestas, pero su mirada ya no está llena de miedo. Ya no es esa mirada de preocupación que tenía antes, como si fuera a perderme en cualquier momento. Es una mirada de esperanza, y eso, por alguna razón, me da fuerzas.

Nunca pensé que podría decirlo, pero hoy puedo decirlo: ya no soy la misma que era antes. La que sentía que no tenía salida. La que pensaba que la única forma de seguir adelante era lastimarse. Ahora sé que hay muchas formas de sanar. Y aunque no todo está resuelto, puedo decir que lo he superado. Porque, a veces, lo único que necesitamos es un pequeño respiro para darnos cuenta de que sí se puede.

Todavía hay días en los que me siento perdida, días en los que las sombras de mi mente intentan volver a asfixiarme. Esos días en los que me pregunto si alguna vez será posible sentirme completamente libre de todo lo que llevo dentro. Pero ahora sé que esos pensamientos son solo eso: pensamientos. No tienen que definirme, no tienen que controlar mi vida.

A veces, me siento como una persona diferente, pero también reconozco que soy la misma. La diferencia es que ahora he aprendido a reconocer mis emociones sin ahogarme en ellas, a entender que la tristeza, la rabia, el miedo no me hacen débil, solo humana. Aprendí que está bien sentir, que no siempre tengo que estar bien, pero sí puedo elegir cómo reaccionar ante lo que siento.

El proceso ha sido largo y difícil, y no creo que alguna vez sea completamente fácil, pero eso está bien. Lo importante es que hoy, después de tantas caídas y levantadas, siento que tengo control sobre mi vida. O al menos sobre mi forma de afrontarla.

A veces, cuando me encuentro frente al espejo, me cuesta reconocer a la chica que tengo frente a mí. Pero también sé que, en cada línea de mi rostro, en cada cicatriz que aún guardo, hay una historia de resiliencia. Y esa historia no me define como alguien débil, sino como alguien que sigue luchando, que sigue aquí, buscando la forma de seguir adelante.

Lukas ha sido una gran parte de ese cambio. No siempre sabe qué decir o hacer, pero su presencia, su paciencia, me ha dado la fuerza que necesitaba para seguir adelante. Al principio, me sentía culpable por no poder ofrecerle la misma tranquilidad que él me daba. Pero aprendí que está bien no ser perfecta. Que no tengo que darlo todo de mí misma para ser suficiente. Él me aceptó, incluso en los momentos en los que ni yo misma me entendía.

Mi papá, Fede, también ha estado allí. Aunque su preocupación siempre estuvo latente, me di cuenta de que no siempre tenía que demostrarle que estaba bien. Era suficiente con saber que él estaba a mi lado, sin presiones, solo con su apoyo silencioso, pero firme. En su forma de ser, me enseñó que el amor no siempre tiene que ser expresado con palabras. A veces, el simple acto de estar allí es todo lo que realmente necesitamos.

Y entonces, están mis amigos. Aunque me alejé durante mucho tiempo, ahora sé que no están aquí solo para los momentos felices. Están para todo. Para las caídas, para las risas, para los silencios incómodos y las palabras sin sentido. Ellos también forman parte de mi proceso. Aunque no todos entienden, todos han hecho su parte, incluso sin saberlo.

Este viaje no ha sido fácil, y no espero que lo sea. Pero lo que sé es que tengo la fuerza para seguir caminando. No importa cuántos tropiezos haya, no importa cuántas veces sienta que todo se derrumba, porque ya no estoy sola en esto. Ya no me siento atrapada. El baile, la música, la terapia, las personas que me rodean, todo eso ha sido un recordatorio de que aún hay esperanza, de que puedo seguir eligiendo un nuevo comienzo cada día.

He superado mucho, y aunque no sé qué me depara el futuro, lo que tengo claro es que el pasado ya no me define. La chica que una vez creyó que nunca podría salir de su propio dolor es ahora alguien que, paso a paso, está aprendiendo a sanar. Y hoy, al mirar al futuro, me siento más fuerte que nunca.

NOTA: 

Que lindo es ver a Vivian progresar, y ver que todo tiene solución ;)


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