(II) Cap 9- Entre el miedo y el refugio

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19 de Noviembre

Martes

10:45 PM

Narrador Omnisciente:

Lukas mantenía a Vivian entre sus brazos, sintiendo el latido de su corazón contra el suyo, un ritmo inestable que compartían en ese momento. La situación seguía siendo peligrosa, el lugar oscuro y cargado de incertidumbre, pero en sus brazos, Vivian parecía encontrar un pequeño refugio. Ambos sabían que no estaban a salvo, pero había algo en la conexión que compartían que los mantenía de pie.

Vivian, aún temblando por el miedo y el dolor, levantó la mirada hacia él. La vulnerabilidad que había mostrado antes seguía allí, pero había algo más, una chispa de confianza que comenzaba a surgir de nuevo, una confianza que Lukas había jurado proteger.

—Lu... —dijo ella con voz suave, sus ojos rojos por las lágrimas, pero su mirada llena de una determinación que hacía tiempo no veía en sí misma—. No puedo... no quiero que te pase nada, no quiero verte sufrir por mi culpa.

Lukas suspiró, sus manos acariciando su rostro con dulzura, limpiando las lágrimas que seguían cayendo. Ella no sabía que, aunque las palabras parecieran débiles, eran exactamente lo que él necesitaba escuchar. Lo que siempre había necesitado.

—Mi bonita... —susurró Lukas, dejando escapar el dolor contenido que llevaba dentro—. No me hagas esto, no me pongas a elegir entre mi vida y la tuya. No quiero que te lastimen, ¿me entiendes? Yo... yo no podría soportarlo. Tú eres mi todo, bonita, no quiero perderte.

Vivian se quedó quieta, pero sus ojos, aunque llenos de tristeza, reflejaban un destello de algo más: cariño, amor, gratitud. Sabía que Lukas siempre estaría allí para ella, que él no la dejaría sola, que no la abandonaría, incluso cuando todo parecía estar en su contra.

—No quiero que nos hagan daño... —dijo Vivian, sus palabras saliendo con dificultad, como si su voz fuera una leve fragilidad—. Lu, me siento... tan débil. Pero estoy aquí contigo. No te voy a dejar.

Lukas la miró fijamente, sorprendiendo por la fuerza en su voz, aunque él sabía que dentro de ella había mucho miedo. Le acarició el cabello suavemente, observando con cariño los detalles de su rostro, esos detalles que amaba tanto. Cada centímetro de ella era su refugio, su anhelo.

—Bonita... —dijo con un suspiro de alivio, acercándose aún más a ella, como si ese pequeño gesto pudiera darle más fortaleza—. No quiero verte sufrir así, pero sé que tienes dentro de ti una fuerza mucho más grande de la que crees. Y mientras yo esté aquí, nada nos va a separar, ¿lo entiendes? Yo soy tuyo, y no me voy a ir.

Vivian tragó con dificultad, tomando aire, y por un momento se permitió cerrar los ojos, saboreando el alivio de las palabras de Lukas. En ese abrazo, en esa promesa, encontraba una razón para seguir luchando. Aunque su cuerpo estuviera marcado por el dolor, en su corazón se estaba forjando una pequeña esperanza.

—Lu... —murmuró, su voz apenas un susurro—. No quiero ser una carga para ti, no quiero que mi dolor te pese más. Pero me siento... tan perdida a veces.

Lukas acarició su rostro, su voz firme pero llena de ternura.

—No eres una carga, mi bonita —respondió, besando su frente con suavidad, un gesto lleno de amor y comprensión—. Eres mi razón de ser. Nunca serás una carga para mí. Te prometo que voy a cuidarte, siempre, pase lo que pase. Si te caes, yo te levantaré. Si tienes miedo, estaré a tu lado para enfrentarlo. Yo nunca me voy a apartar de ti, Vivian, no importa lo que venga.

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