ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴏ ᴄᴇʀʀᴀʀ ꜱᴇꜱɪÓɴ

Capítulo 27

César, como si entendiera lo que quería decir, esbozó una sonrisa incómoda.

—Bueno, dije algo así. —

—¿Debería hacerlo ahora?—

Me reí entre dientes, sosteniendo una taza.

—Es una propuesta bastante encantadora, pero necesitaré algo de tiempo para pensarla—.

—Avísame antes de que termine la comida. De lo contrario, no habrá otra oportunidad—.

Sí, un poco más de tierra no vendría mal. Ver a los personajes moverse dentro del escenario guionado me produjo una sensación de euforia. Decidí probar una cosa más mientras estaba en ello.

—Matías, si no vas a comer eso, dámelo. —

Extendí la mano hacia el plato de Matías, que estaba lejos, y tomé una fresa del pastel de fresas que acababa de salir como postre. La tez de Matías, que no combinaba del todo con el postre, dada su enorme estatura, se puso visiblemente rígida. Parecía que podía oír el sonido de su favoritismo disminuyendo.

Bueno, eres del tipo que guarda lo que más le gusta.

Tarareando internamente una melodía de victoria, alcancé la parte de crema, con la intención de tomarla también.

—¡Ups!—

—Oh, ya no lo soporto más.—

¡Clang! Me agarró de la muñeca de repente, me sobresalté y dejé caer el tenedor. El tenedor cayó con un ruido fuerte sobre el plato que sostenía. Matías, con una mirada que recordaba a un campo de batalla, se puso de pie, sujetándome la muñeca.

¿Qué, me va a pegar?

Sorprendido, miré a Epsilon, que parecía haber perdido el apetito y nos miraba a Matías y a mí.

—Hola, Epsilon. —

—Eh, ¿sí?—

—Tráelo aquí.—

Como si hubiera estado esperando eso, Epsilon se puso de pie y me levantó como si fuera un saco de harina. Colgado sobre el hombro de Epsilon como un saco de harina, miré a Matías con una expresión desconcertada.

—Necesito usar el baño del palacio imperial—.

—Bien.—

Ludwig dio su permiso sin dudarlo. Cuando Matías abrió la puerta de par en par, me miró con ojos llenos de desdén, como si dijera: —¿Qué es esto?—.

—Hoy te despojarán de algo más que tu ropa—.