ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴏ ᴄᴇʀʀᴀʀ ꜱᴇꜱɪÓɴ

Capítulo 5

Pensamientos tristes...

Pensamientos tristes...

Pensando en tristes dramas de hace más de 20 años, recuperé el control de mis emociones. Afortunadamente, la situación actual era bastante sombría, por lo que pude sumergirme fácilmente en esos sentimientos.

—Había pensado no decírtelo porque pensé que solo profundizaría el malentendido, pero te lo diré ahora. Tuve un accidente al día siguiente de que te confesaras.—

—Interesante.—

Ludwig parecía no estar para nada convencido.

Sin embargo, no fue del todo en vano, ya que la presión en mi garganta se aflojó.

—Sigue—

Continué sin estar seguro de hacia dónde iba esto.

—¿Recuerdas que en el mundo del que vengo no había magia, sino tecnología médica avanzada? En un principio, se suponía que iba a morir, pero me mantuvieron con vida mediante procedimientos médicos durante varios años y me desperté este año—.

—...—

—Es verdad. Vine justo después de terminar mi rehabilitación. Porque te extrañaba... O, porque los extrañaba.—

Al terminar mi frase, cerré los ojos con fuerza, como si estuviera a punto de llorar. Sentía la mirada de Ludwig sobre mí.

Por favor, créeme QAQ.

Después de reflexionar un momento, Ludwig me preguntó: —¿Qué pruebas tengo para creer en tus palabras?—

Bueno.

Estaba mezclando hábilmente la verdad y la mentira.

La cirugía fue real. Empecé a tener migrañas después de empezar el juego, pero no pude hacerme el chequeo porque me uní al ejército.

A veces, cuando tenía migrañas y acudía a la sala médica, como la mayoría del personal militar, me daban analgésicos o, a veces, las pastillas rojas.

Después de soportarlo durante dos años, me hicieron mi primera resonancia magnética cerebral justo después de recibir el alta.

Los resultados fueron devastadores.

El chip dentro de mi cabeza, originalmente implantado para mayor comodidad en la vida diaria, pero usado principalmente para jugar, se había derretido debido al uso excesivo, y los médicos dijeron que estaba lleno de pus por no haberlo tratado a tiempo.

El médico dijo en tono de broma que fue por culpa de alguien que ignoró la recomendación de la compañía de juegos de jugar menos de 8 horas.

Me resultaron bastante molestas las palabras del médico sobre mi muerte inminente mientras tenía dolor, pero como yo era el que no comía y solo jugaba, no dije nada y entré silenciosamente a la sala de operaciones.

La inflamación era tan grave que requirieron una cirugía mayor y, en lugar del viejo chip derretido, lo reemplazaron por uno nuevo y seguro.

Resultó ser una bendición disfrazada.

No sé qué dios era, pero te lo agradezco mucho. Si me puedes decir dónde estás, te adoraré todos los días.

Ludwig, todavía desconfiado, me tocó la cicatriz, pero frunció el ceño una y otra vez. Irónicamente, fue su reacción la que me puso ansioso.

—De verdad. Si no puedes sentirlo al tocarlo, incluso puedes afeitarme la cabeza.—

—Puaj.—

Ludwig mantuvo una actitud tibia. Puse mi mano sobre mi pecho e hice la expresión más fiel.