Castiel me llevó hasta su departamento, y cuando cruzamos la puerta, sentí cómo el calor y la electricidad de la noche se disipaban de golpe. Los nervios empezaron a invadirme, y en cuestión de segundos, el efecto del alcohol desapareció, dejándome solo con una sensación de incertidumbre y las palabras revoloteando en mi mente.Observé su espacio con timidez: paredes decoradas con posters de bandas, una guitarra en una esquina y un sofá medianamente desgastado que parecía ser testigo de muchas noches en vela. Era un apartamento pequeño, dado que al fondo podía ver su cama junto a un balcón en el cual descansaba su perro dentro de una amplia casa de madera, pero cada rincón de este rebosaba de personalidad. Al girarme para mirar a Castiel, me ladeó una sonrisa, como si estuviera decidido a lo que seguía. Con miedo e inseguridad a que se burlara de mí, decidí tomar valor y compartirle lo que sentía:
-Castiel... ¿Podemos hablar un momento? -Mi voz sonó más baja de lo que esperaba, y noté cómo él fruncía el ceño, captando la seriedad en mi tono-
Él asintió, acercándose a mí con calma, mientras yo intentaba encontrar las palabras adecuadas. Bajé la mirada, mis dedos jugando nerviosos con la tela de mi capa improvisada, y después de tomar un profundo aliento, hablé.
-Yo nunca he tenido... mi primera vez -Admití, sintiendo cómo las mejillas se me encendían. No sabía cómo continuar, pero sus ojos me observaban con una paciencia e impasibilidad que me impulsaron a seguir- Y... aunque no puedo negar que me atraes, la verdad es que... tengo el corazón roto por alguien más. Sólo... no quiero que pienses que...
Antes de que pudiera continuar, él alzó una mano, negando suavemente, y esbozó una sonrisa reconfortante.
-Krysta, no me debes ninguna explicación -Dijo con una voz firme pero gentil- Lo único importante aquí es que te sientas cómoda y segura. No importa nada más.
Su comprensión me dejó sin palabras. A pesar de su fachada de matón y rebelde, me parecía la persona más sensata y madura en todo el Sweet Amoris en ese momento. A continuación, se rascó la nuca y, con una expresión que mezclaba diversión y seriedad, añadió:
-Y, para ser honesto, creo que es increíblemente sexy que seas tan honesta conmigo. No cualquiera tiene el valor de decir la verdad, ¿Sabes? Si prefieres solo quedarte y acompañarnos en silencio... también está bien para mí.
Sus palabras parecieron disipar toda mi inseguridad. Le sonreí, agradecida, y me dejé caer en el sofá con una exhalación de alivio. Castiel me observó un instante, como si estuviera pensando en algo, y luego tomó su guitarra. Se sentó cerca de mí, y sus dedos comenzaron a deslizarse con suavidad sobre las cuerdas, llenando la habitación con una melodía tranquila y nostálgica. La música acariciaba mis oídos, calmando cada rincón de mi mente y mis nervios, como si la melodía hablara por él, diciéndome que estaba bien estar ahí, que estaba bien ser vulnerable, ser... yo.
Mientras lo escuchaba tocar, me di cuenta de que aquella honestidad que había compartido había generado un lazo entre nosotros, un espacio donde podía sentirme segura y auténtica. Sus ojos se cruzaron con los míos, y fue como si el momento entre nosotros cambiara. Lentamente, apoyé mi cabeza en su hombro, sintiendo la calidez que emanaba de él, la misma que ya había sentido tantas veces de forma lejana.
La melodía finalizó, dejando sólo el eco de las notas y el silencio entre ambos. Miré hacia arriba, hacia su rostro, y supe en ese instante que quería dar ese paso, que quería intentarlo con él.
-Castiel... -Murmuré, en un tono suave y decidido.- Gracias...
Él me miró, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y ternura, como si estuviera listo para darme el tiempo que necesitara. Sonreí y comencé a acercarme más a su rostro, dispuesta a reanudar ese beso que habíamos comenzado en la fiesta.
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Coronada [CDM]
FanfictionEn el Sweet Amoris, muchas cosas pueden pasar. Krysta está dispuesta a bajar del trono de popularidad a Ámber a través de los medios que sean necesarios. Siendo el último año de preparatoria, está lista para retomar las riendas de su vida de la mano...