ARTEMIS
El aire golpea mi rostro, siento que la sangre se me pudre al recordar todo lo que he hecho, han pasado cuatro meses en los que he estado encerrado en una de las casas de mi padre en Alemania, el hijo de puta está en la cárcel, y me ha dejado todo su dinero, cosa que me da igual.
Sé de Levi, que Lilibeth y Oliver se han casado por fin, y que esperan una niña, algo me dice que si se parece a ella, él va a ser un jodido padre posesivo. Suelto el humo del cigarrillo y luego lo tiro. Desde donde estoy, la vista es buena.
El centro psiquiátrico en el que he decidido ingresar por voluntad propia, está rodeado de montañas verdes, aquí el clima siempre es nublado, suele llover mucho, y el sol apenas y calienta, siempre hace frío, eso me gusta.
Tendré mi propia habitación porque así lo pedí, en el área menos visitada. Miro la foto de Lilibeth que sostengo en la mano, donde en ella estamos abrazados, yo la rodeo por detrás, ella sonríe como siempre, esa foto la tomé dos días antes de que todo pasara.
—Te amo —susurro.
Le doy un beso a la foto y la meto en el bolsillo de mi chaqueta. Es verdad, siempre la voy a amar, ella va a ser la única mujer que exista, mi número uno. Sé que es feliz con Oliver, lo ama, es el padre de sus hijos y está formando una familia, lo acepto, de cierta manera, me hace feliz saber que está con alguien que la va a cuidar mejor de lo que yo hice, y que le va a dar el mundo a sus pies.
Está viviendo la vida que siempre soñó, y yo espero ser un espectador de eso.
—Arreglé todo.
La voz de Levi me hace voltear a verlo.
—¿Estás seguro de querer hacer esto? Son años...
—Lo estoy, no quiero volver a hacerle daño a nadie, Lilibeth necesita de vuelta a su mejor amigo, estoy mal, y tengo que esforzarme por curarme.
—Si lo haces solo por ella...
Niego con la cabeza.
—Esto es un reto para mí, es lo que quiero, necesito liberarme de las cadenas enfermas que me atan a un recuerdo de algo que ya no es —espeto con firmeza.
Asiente en silencio.
—Bien, si ya lo has decidido, tienes mi apoyo, nos mantendremos en contacto por teléfono.
Le doy una palmada en el hombro.
—Gracias por todo.
—Sabes que me voy a encargar del centro.
Me despido de Levi y tomo mi maleta, teniendo como única compañía, la foto de Lilibeth. Lo cual es suficiente. Entro al centro, me registro, la enfermera recepcionista me sonríe, odio cuando intentan coquetear de ese modo, uno en el que las hace ver como idiotas.
Luego otra que se acomoda la blusa y se desata tres botones con discreción, me dirige hacia la que será mi habitación. Entramos al ascensor y las puertas están a punto de cerrarse cuando...
—¡Alto!
Una chica pelirroja, de ojos azules, ligeras pecas y de cuerpo delgado, entra agitada, lo que le causa molestia a la enfermera.
—Lo siento —murmura la chica.
Tiene el cabello algo enredado, lleva unos jeans ajustados, una blusa blanca de tirantes y su cabello rojo suelto, tiene buen trasero, pero un pecho mediano de tamaño, saca de su bolso una liga y con ella se lo agarra haciéndose un moño alto.
—Verás que aquí te vas a recuperar —me dice la enfermera al darse cuenta de que mi atención está sobre la chica.
Toca mi hombro y volteo a mirarla justo cuando las puertas se abren y la pelirroja sale sin decir nada más.
—No me toques —expreso en tono gélido.
Su sonrisa se borra.
—Claro, lo siento.
Muevo el cuello con estrés, me muestra el área y mi habitación, una vez dentro, paso la tarde arreglando lo que será mío por un tiempo, guardo la foto de Lilibeth debajo de mi almohada y arreglo todo. Cuando termino, reviso la hoja con los horarios de los centros de entretenimiento, es hora del almuerzo y es por ello que decido salir.
Estoy girando cuando escucho que la enfermera que me ha dado el pequeño recorrido, discute con alguien, medio me asomo al área de los parques, y veo que es con la misma pelirroja.
—Pero...
—¡Si no pagas, no puede permanecer aquí, tiene que irse!
—Solo me he atrasado un mes, por favor, voy a conseguir...
Dejo de escuchar cuando se muerde el labio inferior, una manía que me recuerda a Lilibeth cuando está nerviosa o se siente sola, no debo meterme en asuntos que no me interesan, y es por ello que me quedo viendo de lejos hasta que la enfermera se marcha negando la cabeza, la pelirroja parece estar metida en su mundo, tanto, que no se da cuenta de mi presencia.
Choca contra mí pese a venir de frente, levanta la mirada y hay algo en el azul de sus pupilas que me hipnotiza.
—Lo siento —musita.
No respondo, tampoco me quito, es tan frágil... me recuerda tanto a...
—¿Kaira?
La voz de un anciano rompe la burbuja, detrás de ella se acerca un hombre mayor en silla de ruedas.
—Papá —va hacia él olvidándose de mí.
—¿Nos iremos?
Ella le dice que no, que va a arreglar todo, giro sobre mis talones, pero mientras camino por el corredor cubierto de ventanales enormes, los veo, entonces me dirijo a la recepción y pregunto a una de las mujeres a cargo, sobre ellos.
—El señor es alcohólico, su hija ha intentado ayudarlo, estaban pagando bien la mensualidad, pero creo que los gastos han sobrepasado a la pobre.
Me quedo callado, entonces le paso una tarjeta de crédito.
—¿Señor? —me dice la puta.
—Yo pagaré el tratamiento del señor, con una condición, que no sepan que soy yo, inventa algo.
—Pero...
—Hazlo.
Sorprendida carga todo a mi cuenta, es una forma de limpiar un poco mi nombre, supongo, cuando terminamos, vuelvo por el corredor, la pelirroja sigue viendo cómo su padre arranca hojas, me detengo, y como si supiera que la veo, ella voltea a verme.
Sus ojos de un azul turbio me sonríen, y es esa mirada con la que sueño a partir de ahora, ya que, al parecer la imagen de la chica, ha quedado grabada en mi memoria.
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Un Corazón Maligno #2 © [COMPLETA]✅
Romance"Él no es un rey de cuento de hadas, el amor es un castigo y el odio un juego abierto" Sabía que entre Artemis y yo nada sería sencillo, pero jamás imaginé que fuera un monstruo que me arrebataría todo, dejándome triste, aterrada, insegura y desol...