Capítulo 36

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LILIBETH

—No —respondo volviendo a dejar el vestido dentro de la caja.

Artemis frunce el ceño.

—No pienso casarme contigo, ya no voy a seguir jugando tu estúpido juego solo por no hacerte daño.

Me pongo de pie y levanto el mentón.

—Necesitas ayuda, no estás bien mentalmente, si aceptas venir conmigo, Damián y yo vamos a ayudarte a salir de este pozo en el que tú solito te has metido.

—No estoy loco —replica.

—No estoy diciendo eso, solo que necesitas ayuda profesional.

—La única ayuda que necesito viene de ti.

—¿Es que no te das cuenta? —cierro los puños—. Lo que sientes por mí no es amor, solo estás obsesionado.

—¿Cómo puedes decir eso? Llevo toda una jodida vida siendo tu protector, te he amado desde que éramos niños.

—Y yo sentía lo mismo hasta que arruinaste todo, luego me violaste, intentaste matarme, me lastimas, y ahora me quieres obligar a casarme contigo.

Su pecho sube y baja, merma el espacio que hay entre los dos, por un momento creo que me va a atacar, pero se detiene, chasquea los dedos de nuevo y sus hombres van por mi hijo.

—¡No! —corro hacia él.

Pero dos hombres enormes contra una, es una locura.

—Alto —demanda Artemis.

Voy hacia mi bebé, quien con el ruido comienza a despertarse y lo agarro.

—Eso es para que entiendas que en cualquier momento puedo quitarte a tus hijos —suelta un suspiro—. No entiendes que solo quiero ser el padre que le va a faltar a tus hijos.

Me pongo a la defensiva, estoy cansada de ser tan apacible con él.

—¿Y así dices amarme? —refuto—. Y gracias, pero mis hijos ya tienen un padre, y ese es Oliver Strong.

Su gesto se crispa.

—Arréglate, en cinco horas vendré.

Sale de la habitación seguido de sus hombres y retengo el llanto, sabiendo que tengo que ser fuerte y que no me puedo dejar vencer. Retengo la rabia y todas las emociones que no me van a dejar pensar bien, por ello. Me visto, pero no como él quiere. Afuera me están vigilando, es por ello que ocupo el pasaje secreto que estoy segura piensa que he olvidado.

Solía usarlo de niña sin que se diera cuenta para entrar a su casa cuando Damián y él no me invitaban a sus fiestas. Respiro hondo. Agarro a mi bebé, es una locura, pero es mejor esto que quedarse y esperar a que Artemis empeore.

Empujo una de las paredes y entro a lo que es un corredor, en el que comienzo a caminar tratando de que Cole no se despierte, hasta llegar a lo que es una de las habitaciones de huéspedes. Estando ahí dentro, me siento más cómoda, salir de la casa es una prioridad, por ello, me dirijo hacia la puerta y la abro un poco, no veo a nadie rondando los alrededores.

Necesito bajar las escaleras y llegar a la cocina, salir por la puerta trasera. Respiro hondo, las piernas me tiemblan porque esta oportunidad no la puedo dejar de lado. Es ahora o nunca.

Cole comienza a inquietarse y lo arrullo un momento.

—Shhh, todo estará bien, tenemos que ir con tu papá —le susurro dándole besos en la coronilla.

Mi bebé vuelve a quedarse quieto y espero unos cinco minutos a que se duerma. Una vez hecho, vuelvo a asomarme para verificar que los hombres que ha contratado Artemis, no estén. No hay nadie.

—Podemos hacerlo —respiro profundo.

Salgo de la habitación con el corazón a punto de salirse de mi pecho, camino hacia las escaleras, las bajo lo más rápido que puedo, giro a mi derecha y me detengo en seco cuando veo a Artemis hablando por teléfono dentro de la cocina.

—Quiero que preparen algo delicioso que le pueda gustar, es la mujer más importante de mi vida —arguye y luego cuelga.

Sabiendo que saldrá, hago todo lo posible por esconderme en el baño de la planta baja, sus pasos resuenan por todo el corredor, hasta que se van alejando.

—Ahora.

Abro poco a poco la puerta, no hay nadie de nuevo, siento que puedo tocar la libertad con la punta de los dedos de las manos, salgo, entro a la cocina y salgo, no están los hombres de Artemis a los alrededores, me parece que ha sido fácil, todo va bien, comienzo a casi correr hacia la puerta trasera cruzando el patio, cuando...

—¿En serio crees que escapar iba a ser tan fácil?

Me detengo en seco. Sintiendo que el mundo cae sobre mis hombros y su peso me derrumba. Volteo y veo a Artemis cruzado de brazos, sus hombres me rodean y niega con la cabeza.

—Háganlo —demanda.

Cinco de ellos se acercan, me quitan a la fuerza a Cole de los brazos.

—¡No! —me remuevo inquieta cuando uno de ellos me somete y no me permite moverme—. ¿Qué crees que haces?

Artemis recibe a Cole y lo mira.

—Si le haces daño, me lo haces a mí ¿cómo quieres que te quiera si intentas dañar lo que más amo?

Mis palabras hacen que levante la mirada y frunza el ceño.

—No pienso hacerle daño, es tu hijo, y ahora pienso ser el padre que va a necesitar —espeta con firmeza—. Me lo llevo para mantenerlo a salvo de ti hasta que te tranquilices.

—¿Qué quieres decir? —trago grueso.

Artemis me mira fijo.

—Que eres un peligro para el pequeño Cole.

Acto seguido se da la vuelta y desaparece de mi campo de visión con mi hijo.

«Oliver, tienes que despertar»   

«Oliver, tienes que despertar»   

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Un Corazón Maligno #2 © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora