EXTRA: Enamorado

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OLIVER

Mi lengua pica, pero no me importa, recorro con ella el cuerpo de Lilibeth, el cual está cubierto de crema Chantillí, ella gime mientras clavo mis dedos en su coño, el problema para ella es que no aparto la mirada de su redondo vientre.

—Deja de hacer eso o vas a arruinar mi orgasmo —réplica haciendo puchero.

—No seas caprichosa.

—No lo soy.

Aumento el ritmo de mis movimientos, mi polla palpita con fuerza, luego de los seis meses no he querido penetrarla, tengo miedo de lastimarla y que algo salga mal, ahora que sé que es una niña, Cole y yo tendremos mucho trabajo para cuidar de ellas.

—Joder —arquea la espalda llegando a su orgasmo—. Oliver.

Su pecho sube y baja, deja caer su cuerpo y la beso con ternura.

—Cuando ella nazca, juro que te voy a follar duro —la amenazo.

Un brillo resplandece en sus ojos. Se lame los labios y enseguida la ayudo a levantarse.

—Parezco una ballena —refuta.

Miro su cuerpo desnudo y es la cosa más hermosa que he visto en la vida, en especial porque dentro de ella está mi hija.

—Vamos, hay que darnos una ducha —levanto su mentón—. Y no eres una ballena, eres la mujer más sexy que he visto.

—Lo dices porque soy tu esposa y ya.

—Lo digo porque es real y la verdad —espeto con dureza.

Lilibeth se queda callada y sonríe, vamos al baño, enjuago su cuerpo sin apartar la mirada de su redondo vientre, le ayudo a lavar sus piernas y cuando termino de dejarla limpia, la beso.

Comenzamos con un beso ligero, nada especial, pero como suele pasar, va en aumento hasta que le meto la lengua hasta la garganta. Entonces me mira con el ceño fruncido al apartarse.

—¿Sucede algo? —pregunto estudiando su expresión.

—No... es solo que...

Enseguida siento como algo frío cae sobre nuestros pies.

—Mierda —exclama—. Se me ha roto la fuente.

El corazón se me sale del pecho. Me congelo y ella comienza a quejarse un poco.

—Oliver —chasquea los dedos frente a mí—. Te necesito aquí, aterriza.

Espabilo. ¿Qué había que hacer? Damián lleva todo este tiempo diciéndome qué hacer, pero nunca le puse la suficiente atención. Enciendo la regadera de nuevo.

—Dudo que un baño funcione —se toca el vientre—. Joder, comienza a doler en serio.

Cierro la llave, ella envuelve su cuerpo en una toalla y sale, la sigo, comienza a vestirse y le ayudo con las pantaletas, se coloca un vestido amarillo de maternidad que la hace ver adorable. Tomo la maleta que tiene preparada para todo y salimos.

—Llama a Damián y a Elsa, avisa a Nani que se quede con Cole.

Comienza a darme instrucciones que no sé cómo hace, porque está quejándose en medio del vestíbulo cuando termino de hacer lo que me pide.

—Maldita sea —chilla.

—Vámonos —la ayudo a salir.

La meto al auto y me aseguro que esté lo más cómoda posible. Piso el acelerador, no me importa nada, mantengo la mirada fija al frente y las manos sobre el volante con fuerza. Lilibeth trata de no quejarse mucho, pero no lo logra y cuando llegamos al hospital, brama incoherencias.

Una enfermera nos ayuda a instalarnos en la habitación, le preguntan si quiere una inyección, pero ella se niega argumentando que su primer hijo fue en parto natural sin nada, y quiere que el segundo sea igual.

Estoy nervioso, no estuve presente en el nacimiento de Cole y eso aún no se lo perdono, tendría que follarla una vida para que pueda arreglar esto.

—¿Qué hago? —le pregunto cuando está en medio de una contracción.

—Nada, para tu buena suerte solo tienes que esperar —se queja.

Las horas van pasando y no sé cuánto tiempo más tiene que sufrir, de vez en cuando viene una enfermera para ver cuánto tiene de dilatación. Se va, regresa, hasta que llega un punto en el que es momento.

Mientras se la llevan al quirófano, unas enfermeras que tienen más pinta de puta, me indican lo que tengo que ponerme para poder entrar, una vez listo, entro justo cuando ella comienza a pujar.

Me acerco no queriendo ver nada ahí abajo, tomo su mano y ella chilla de dolor, pero puja con fuerza.

—Lo estás haciendo bien —le dice la doctora.

—Vamos, juntos —le susurro.

Ella asiente, aprieta con fuerza mi mano y puja dos veces más hasta que el llanto que se escucha por todo el maldito lugar, me devuelve a la vida.

—Felicidades, es una hermosa niña.

Lilibeth suspira y establece su respiración.

—Lo hicimos —dice.

Le doy un beso en los labios.

—No, tú lo hiciste.

—Aquí está su bebé, nació con los ojos abiertos, creo que va a ser una niña muy curiosa.

La enfermera le da a nuestra hija a Lilibeth, quien la llena de besos asegurándole que la ama demasiado, habla y habla con ella como si le entendiera, quiero decir o hacer algo, pero no puedo, ya que estoy como un pendejo observando a la cosa más hermosa que he hecho en la vida.

Nuestra hija sacó el cabello rubio de su madre, es su viva imagen, pero con mis ojos, los cuales me localizan y puedo decir que me he enamorado por primera vez.

—¿Quieres cargarla? —me pregunta ella.

Asiento, me la pasa y es tan delicada que no quiero que nada le haga daño. La observo con ternura, le doy un par de besos y le prometo hacer lo mejor para ella. Luego miro a Lilibeth, quien sonríe de oreja a oreja.

Ella sigue causando en mí una colisión de sentimientos que no sé explicar, pero de algo estoy seguro, esta es mi familia, y por ellos doy todo.

—Te amo —susurro mirando a la mujer caprichosa que un día vi en una pelea.

—Te amo, Oliver Strong.  

  

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Un Corazón Maligno #2 © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora