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Capítulo veintisiete
Los servicios de brujería de Jordanna
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JORDANNA SE LEVANTÓ con un grito ahogado, sacudió la cabeza mientras se apoyaba en sus antebrazos, frotándose los ojos para mirar alrededor de la habitación. Su nariz se arrugó al ver las botellas vacías de alcohol tiradas descuidadamente en el suelo.
Movió lentamente su cuerpo, esquivando las botellas mientras asaltaba sus alacenas. Se pasó la lengua por los dientes y sacó una botella de whisky. Arrojando su cuerpo nuevamente sobre el sofá, desenroscó la tapa antes de tomar un largo sorbo. Mirando fijamente a la chimenea encendida, sus ojos se cerraron cuando la imagen del cuerpo en llamas de Klaus pasó por su mente.
Perezosamente, levantó la mano para apagar el fuego. Se mordió la lengua con dureza mientras su mente vagaba hacia Klaus, sus ojos, su sonrisa, todo. Dios, si esto era lo que sentía el amor, lo odiaba, pero lo que odiaba aún más, era que Klaus tuviera que morir para darse cuenta de que en realidad lo amaba.
Jordanna Jones estaba perdidamente enamorada de Niklaus Mikaelson.
Ella esperaba en lo más profundo de su frío y oscuro corazón que él sí lo supiera, pero conociendo a Klaus, no lo sabía. En las relaciones amorosas, Klaus no era el más hábil del grupo.
Jordanna se llevó la botella de vidrio a los labios una vez más cuando sonó su teléfono. Con un suspiro lo cogió y contestó sin mirar el nombre del contacto.
"Los servicios de brujería de Jordanna, ¿en qué puedo ayudarte hoy?"
"¿Jordana?" La voz confusa de Stefan hizo eco a través del altavoz. "¿Estás borracha?"
"No lo sé, mamá". Jordanna hizo una pausa y miró hacia el techo levantando su vaso con una sonrisa. "¿En qué puedo servirle, señor Salvatore?"
"Escuché que mataron a Elena", el vampiro contestó sin rodeos.
