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Capítulo treinta y seis
Llamando a las puertas del cielo
—♥︎—
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JORDANNA HABÍA ESTADO encerrada en la habitación de Klaus durante días y días y se sentía como una mierda, por decirlo suavemente. Su enfermedad, o lo que fuera que fuera, la había obligado a estar pegada a la cama, tal vez a ir al baño de vez en cuando, pero eso era todo.
Stefan Salvatore, el aguafiestas que era, había sacado a Jordanna de la cama junto con Klaus. Los habían puesto a cargo de cuidar a los bebés vampiros...
Quiero decir, ¿qué carajo? ¿Te parece una maldita niñera?
Kol, había interpretado los planes de Klaus para encontrar la cura haciendo que su misión de toda la vida fuera acabar con la triste, triste vida de Jeremy.
Sin embargo, Jordanna no se oponía a la idea, no por la forma en que el chico Gilbert la había estado tratando... ¿Había matado a Elena hace un mes o dos? Supérenlo, por Dios.
Estaba viva, ¿no? No es gran cosa.
Lo único que estaba diciendo era que pensaba que su muerte no era necesaria todavía.
Pero dentro de unos años Jordanna se encontraría siendo la responsable de la muerte del pequeño Gilbert.
De todos modos, por supuesto Klaus le había dicho, más bien le había exigido, en realidad, a su hermano que no le hiciera daño al niño, Kol encontró un vacío en las palabras de su hermano y obligó al maldito Damon Salvatore a matarlo.
Entonces, Stefan, siendo el santo que es, encerró a Damon en el sótano de la casa de los Salvatore y obligó a Jordanna a vigilarlo. Conociendo su odio hacia su hermano, sabía que ella no lo dejaría pasarse de la raya o simplemente moriría: una parte secreta de la bruja Jones deseaba que los Salvatore actuara así solo para poder terminar con su miserable vida.