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Capítulo uno
¿Me extrañaron?
—♥︎—
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Klaus abrió el armario de Alaric y se burló, sacando dos camisas. "¿Quién es este chico, Safari Sam?" Inclinó las dos camisas hacia la temerosa doppelganger, con la picardía brillando en sus ojos. "Esta bien, ¿malo o más malo?", le cuestiono.
"Los colores oscuros te quedan mejor", respondió Katherine en voz baja, colocando sus manos temblorosas debajo de sus muslos, tratando de ocultar su miedo flagrante de la mirada de Klaus.
"¡Oh! Gracias, cariño", se burló con falsa gratitud. "Está bien, prueba sorpresa. La daga y la ceniza blanca están en posesión de los Salvatore, ¿correcto?"
"La daga se usó para matar a Elijah", explicó con cautela. "Lo encontrarás en el sótano de la casa de los Salvatore", terminó Katherine con un suspiro de derrota, apartando la mirada del Mikaelson.
"Está bien", dijo arrastrando las palabras. "Esa daga debe permanecer exactamente donde está. Lo último que debo hacer es resucitar a Elijah, ese tipo es un tonto", se rió Klaus pensando en su hermano mayor.
"No olvides que tienes problemas con tu novia, Jenna", le informo, otro suspiro se escapó de sus labios mientras golpeaba ansiosamente la punta de su tacón de aguja contra el piso de madera.
"Cierto. La tía de Elena, por todas las mentiras de Isobel. ¿Qué más?" Levantó las cejas, necesitando saber más sobre cierta bruja de la que había oído hablar, si ella fuera tan poderosa como todos le habían hecho parecer, sería un problema.
No podía permitir que los problemas se interpusieran en su ritual.
No después de haber esperado tanto tiempo.
"Eso es todo", Katherine se dio la vuelta, evitando su mirada curiosa. A ella, sorprendentemente, le agradaba la bruja. Jordanna le recordaba a sí misma en cierto modo. No quería que ella estuviera en el libro malo de Klaus como ella.
