El Camino A La Luz

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El bosque se iba oscureciendo a medida que la noche avanzaba, pero la determinación de Boruto, Mitsuki y Kawaki iluminaba sus caminos.

A pesar de sus heridas físicas y emocionales, Kawaki avanzaba apoyado en Boruto, quien no lo soltaba ni un segundo, como si temiera que pudiera desaparecer otra vez.

—Kawaki, ¿estás seguro de que puedes continuar? —preguntó Mitsuki desde adelante, con la mirada fija en el camino.

Kawaki asintió débilmente, aunque sus ojos reflejaban una lucha interna.

—No puedo quedarme atrás. Naruto está en peligro… no puedo fallarle otra vez —respondió, su voz apenas un murmullo.

Boruto apretó con suavidad el hombro de Kawaki, un gesto silencioso de apoyo. En su interior, el dolor de ver a Kawaki tan quebrado lo consumía, pero sabía que no había tiempo para detenerse.

Cada segundo que pasaban lejos de la guarida de Ada era un segundo más en el que Naruto permanecía en manos de esa mujer cruel.

El grupo llegó a un riachuelo que serpenteaba a través del bosque. Mitsuki se detuvo, alzando una mano para que los demás hicieran lo mismo. Su mirada se movía por el área, sus sentidos alerta ante cualquier amenaza.

—Podemos tomarnos unos minutos aquí. Necesitamos reagruparnos y evaluar nuestra estrategia —dijo Mitsuki.

Boruto asintió, ayudando a Kawaki a sentarse junto al agua. El sonido del riachuelo proporcionaba un respiro momentáneo, aunque el peso de la situación seguía presente. Mitsuki se alejó unos pasos para vigilar el área, dejándolos a solas.

Boruto se inclinó hacia Kawaki, observándolo con una mezcla de amor y preocupación.

—Kawaki… no tienes que cargar con esto solo. No importa lo que pase, estoy contigo. Siempre lo estaré —dijo Boruto, su voz suave pero firme.

Kawaki bajó la mirada, sus manos temblando mientras jugaba con el agua. Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, y cuando habló, su voz estaba llena de culpa.

—No merezco esto, Boruto. No después de todo lo que hice… Incluso si no era yo mismo, Konoha nunca me perdonará. Y tú… tú mereces algo mejor.

Boruto negó rápidamente, tomando las manos de Kawaki entre las suyas.

—No digas eso. Tú eres todo para mí, Kawaki. Si Konoha no lo entiende, entonces no me importa. No voy a dejar que nos separen. Jamás.

Las palabras de Boruto penetraron en la barrera emocional de Kawaki. Levantó la mirada hacia él, viendo en sus ojos una verdad inquebrantable.

A pesar de todo, Boruto seguía allí, amándolo, apoyándolo. Kawaki sintió que un peso se aligeraba en su pecho, aunque el dolor aún permanecía.

Antes de que pudieran hablar más, Mitsuki regresó, su postura relajada pero su mirada atenta.

—No hay señales de enemigos cercanos, pero no podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Ada sabe que iremos tras ella, y no podemos darle ventaja —dijo.

Boruto y Kawaki asintieron, levantándose. Kawaki aún se apoyaba en Boruto, pero ahora sus pasos eran más firmes, su determinación renovada. Los tres retomaron su camino, avanzando en silencio hacia la guarida de Ada.

En la sala lúgubremente lujosa, Ada estaba sentada en un sillón de terciopelo negro, sus piernas cruzadas elegantemente mientras miraba a Naruto, quien seguía inconsciente en el suelo. Su respiración era tranquila, pero su mente estaba llena de cálculos y estrategias.

—Naruto Uzumaki… siempre el héroe perfecto. Veremos cuánto tiempo puedes resistir antes de que te rompa también —murmuró Ada, su voz impregnada de crueldad.

Desde las sombras, Daemon apareció nuevamente. Su figura menuda contrastaba con la gravedad de sus palabras mientras caminaba hacia la luz de la luna.

—¿De verdad crees que esta obsesión por Kawaki vale tanto esfuerzo? —preguntó Daemon, su tono lleno de desdén — Esto se está saliendo de control, hermana. No olvides por qué empezamos esto.

Ada se giró hacia él, su sonrisa desvaneciéndose mientras lo observaba con frialdad.

—Sé exactamente lo que estoy haciendo, Daemon. Cada movimiento está calculado —respondió, aunque había una nota de irritación en su voz.

Daemon suspiró, cruzando los brazos mientras se detenía junto a una ventana.

—Tu problema, Ada, es que siempre crees que lo tienes todo bajo control. Pero esta vez, tu obsesión por Kawaki está nublando tu juicio. Espero que lo entiendas antes de que sea demasiado tarde.

Ada lo observó en silencio, sus pensamientos reflejados en la tensión de su mandíbula. Aunque no respondió, su mirada volvió a posarse en Naruto. Había una chispa de duda en sus ojos, pero fue rápidamente reemplazada por la determinación.

Daemon, al notar su silencio, se encogió de hombros y se retiró a las sombras, dejando a Ada sola con sus pensamientos y su prisionero. La luna seguía brillando a través de las ventanas, pero en la sala, la oscuridad parecía más pesada que nunca.

 La luna seguía brillando a través de las ventanas, pero en la sala, la oscuridad parecía más pesada que nunca

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El Cinturón De La Discordia ~KawaBoru ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora