Boruto Uzumaki y Kawaki han construido un vínculo poderoso que trasciende lo fraternal, desatando sentimientos profundos y confusos entre ambos.
Sin embargo, ese amor es puesto a prueba cuando Ada, una hechicera llena de rencor, irrumpe en sus vida...
La niebla azul se espesaba a su alrededor, envolviendo a Boruto, Mitsuki y Ada en una atmósfera pesada y cargada de tensión. Boruto mantenía su mirada fija en Ada, cuyo ojo izquierdo brillaba con una intensidad que parecía perforar el alma.
El Seringan, un poder que hasta ahora nadie había logrado desafiar con éxito, pulsaba con energía maliciosa. Sin embargo, el Jogan de Boruto brillaba con una luz igualmente poderosa, enfrentando al Seringan en una lucha de voluntades.
Ada, de pie con una confianza casi divina, observaba a Boruto con una sonrisa que mezclaba burla y satisfacción.
-Debe ser agotador para ti, Boruto, enfrentarte a mi Seringan mientras intentas proteger a tu pequeño amigo. ¿No te parece injusto? -dijo, su voz suave pero cargada de veneno.
Boruto apretó los dientes, su mirada nunca apartándose de Ada. El Jogan pulsaba con fuerza, creando un escudo invisible que protegía a Mitsuki de los ataques mentales de Ada.
Sin embargo, mantener esa barrera mientras luchaba contra la influencia del Seringan estaba drenando rápidamente su energía.
-No sabes nada de nosotros, Ada -respondió Boruto, su voz cargada de emoción pero con un filo de determinación- No importa lo que hagas, no voy a dejar que sigas dañando a quienes amo.
Ada inclinó ligeramente la cabeza, su sonrisa ensanchándose.
-¿De verdad? Porque parece que ya te he quitado tanto... Kawaki, tu padre... No me sorprendería que pronto te derrumbes por completo.
Las palabras de Ada eran como flechas dirigidas a las grietas emocionales de Boruto. Ella podía sentir su dolor, su culpa, y lo utilizaba como un arma para desestabilizarlo. Boruto sentía la desesperación creciendo en su interior, pero se negó a dejar que lo consumiera.
Mitsuki, mientras tanto, estaba inmóvil junto a Boruto, su cuerpo tenso mientras observaba los movimientos de Ada. Aunque su lealtad y confianza en Boruto eran inquebrantables, sabía que su amigo estaba llevando la peor parte de esta batalla.
De repente, figuras oscuras comenzaron a emerger de la niebla. Eran criaturas demoníacas, deformes y grotescas, con ojos brillantes que irradiaban pura malevolencia. Ada las había convocado, y su mera presencia añadía una nueva capa de peligro a la situación.
-Oh, mira, parece que ahora también tendrás que protegerte de ellos -dijo Ada, con un tono que bordeaba la diversión.
Mitsuki dio un paso adelante, su mirada fija en las criaturas.
-Boruto, yo me ocuparé de ellos. Tú concéntrate en ella -dijo con calma, aunque en sus palabras había una firmeza que no dejaba lugar a objeciones.
-Mitsuki, no... -comenzó Boruto, pero su amigo ya había avanzado, colocándose entre las criaturas y Boruto.
Con movimientos rápidos y precisos, Mitsuki comenzó a despedazar a las criaturas, su chakra serpenteando a su alrededor como un aura protectora.
Cada golpe era eficiente, cada movimiento estaba diseñado para eliminar a los enemigos con la menor cantidad de esfuerzo posible. Pero, a pesar de su éxito, Boruto no podía evitar sentir una punzada de miedo por su amigo.
-Mitsuki, no te pongas en peligro... -pensó Boruto, su corazón pesado con la culpa de no poder protegerlo completamente.
Ada aprovechó la distracción momentánea para intensificar el poder de su Seringan. Boruto sintió una presión abrumadora en su mente, como si una mano invisible intentara arrancar su voluntad. La risa de Ada resonó en la sala, su triunfo momentáneo claro en su expresión.
-Mírate, Boruto. Tan fuerte, pero tan frágil. Tus emociones son tu debilidad, y yo sé exactamente cómo explotarlas -dijo, su voz acariciando cada palabra como si fuera un arma.
Boruto cerró los ojos, luchando por mantener el control. El Jogan seguía brillando, pero su energía disminuía rápidamente. Las palabras de Ada perforaban su mente, alimentando sus dudas y temores.
-Kawaki... papá... ¿y si no puedo salvarlos? ¿Y si fallo otra vez? -pensó Boruto, sus manos temblando mientras intentaba estabilizarse.
Pero, en lo más profundo de su ser, recordó las palabras de su padre, las enseñanzas de Sasuke, y el apoyo inquebrantable de Mitsuki. No podía dejar que Ada ganara. Su Jogan parpadeó, y con un grito de pura determinación, Boruto canalizó toda su energía para reforzar su mente y empujar contra el Seringan.
-¡No voy a dejar que me derrotes, Ada! -gritó, su voz resonando con una fuerza renovada.
Ada retrocedió ligeramente, sorprendida por la intensidad del contraataque de Boruto. Pero antes de que pudiera recuperar su postura, Mitsuki regresó, habiendo eliminado a todas las criaturas. Se colocó al lado de Boruto, su respiración estable y su mirada llena de confianza.
-No está solo, Ada. Ninguno de nosotros lo está -dijo Mitsuki, su tono bajo pero cargado de una amenaza implícita.
Mientras tanto, Kawaki llegó al recinto donde Naruto estaba prisionero. El aire estaba impregnado de una energía oscura, pero Kawaki apenas lo notaba.
Sus ojos estaban fijos en la figura de Naruto, encadenado en el centro de la sala. El dolor que sentía era como un peso en su pecho, pero lo empujó hacia adelante.
-Padre... -murmuró Kawaki, su voz temblando.
Naruto levantó la mirada al oír la voz de Kawaki. Sus ojos estaban llenos de una mezcla de dolor y alivio al verlo.
-Kawaki... ¿eres tú? -preguntó Naruto, su voz débil pero cargada de esperanza.
Kawaki no dijo nada, simplemente corrió hacia él, utilizando todo su poder para romper las cadenas que lo sujetaban. Las ataduras brillaron intensamente antes de desintegrarse, liberando a Naruto. En el instante en que cayó al suelo, Kawaki lo sostuvo, su cuerpo temblando mientras lo abrazaba.
-Perdóname... por favor, perdóname. Yo... no pude detenerme. No pude protegerte -dijo Kawaki, sus palabras rotas por las lágrimas que caían de sus ojos.
Naruto, aunque aún débil, levantó una mano y la colocó suavemente sobre el hombro de Kawaki.
-No hay nada que perdonar, Kawaki. Fuiste una víctima. Lo sé muy bien. Estoy aquí, y tú también. Eso es lo único que importa ahora -dijo Naruto, su voz cargada de calidez y comprensión.
El abrazo de Naruto fue protector, lleno de amor y aceptación. Kawaki cerró los ojos, dejando que las palabras de Naruto calmaran el torbellino de emociones que lo consumía.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió que había esperanza. Juntos, podrían superar cualquier cosa.
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