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El sol apenas se filtraba a través de la ventana cuando Rafe despertó, sintiendo la manta ligera sobre él. Por un instante, no pudo evitar rememorar la sensación cálida y reconfortante de la noche anterior. Sin embargo, algo era diferente. Abrió los ojos por completo y se dio cuenta de que estaba solo.

Con el ceño fruncido, se incorporó de golpe, alarmado. Sus ojos recorrieron rápidamente la habitación hasta detenerse en la puerta, donde Julie y Kiara estaban de pie, sus figuras iluminadas tenuemente por la luz que se colaba desde el pasillo.

—¡Traigan al señor Carlos! —gritó Kiara con su tono desafiante, golpeando la puerta con el puño para enfatizar sus palabras. La fuerza de su voz reverberó en las paredes, sacudiendo aún más los pensamientos dispersos de Rafe.

—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —exclamó él, poniéndose de pie en un segundo y cruzando la habitación hacia ellas— Dios santo, acabo de despertar— Se quejó. Sus ojos se movieron rápidamente entre las dos, deteniéndose por un instante más en Julie, buscando alguna pista de lo que estaba pasando.

Kiara lo miró con el rostro lleno de frustración.
—Estoy haciendo algo, que es más de lo que tú haces. Alguien tiene que hablar con ese tipo y sacarnos de aquí antes de que pase algo peor.

Rafe se plantó frente a ella, alzando una mano como si intentara detener su ímpetu.
—¿Piensas antes de actuar o simplemente dejas que tu bocota te meta en problemas? ¿Qué te hace pensar que gritarle al tipo que nos tiene encerrados es una buena idea? —ambos estaban pegados a la puerta, y aún nadie venía a abrirles—. Mientes sobre el diario, si lo tienes.

Kiara lo miró como si quisiera atravesarlo con la mirada y Julie rodó sus ojos sin decir nada.

—No lo tengo —le respondió finalmente— ya quisieras.

—Está bien, yo tampoco me diría si fuera tú. Pero este tipo no va a creer que no lo tenemos.

—¡Hey! — le gritó Kie, para que se calle de una vez, y Julie simplemente se acercó a la ventana, habían guardias alrededor pero ninguno parecía prestarles atención a sus llamados.

—Miren alrededor, las dos —siguió Cameron, y Julie se giró a verlo— tenemos que ayudarnos mutuamente para salir de aquí.

—Ni loca —le respondió la de rizos. Y estaban a punto de seguir discutiendo, cuando uno de los guardias entró, con una expresión imperturbable y una mano apoyada en la cadera, donde llevaba un arma.

—Tú. Ven conmigo. —Ordenó, señalando a Kiara sin molestarse en explicar.

—Queremos hablar con el Señor Singh las dos —Kiara dio un paso al frente, queriendo lucir fuerte, Ju la acompañó acercándose también.

—Una sola —respondió el hombre, tomando a Kiara del brazo.

—Estaré bien —Ju negó y quiso protestar, pero Kie le dedicó un asentimiento, para intentar calmar a su amiga, dejándose llevar. Su amiga trató de intervenir, pero Rafe le puso una mano en el hombro para detenerla.

—No hagas nada estúpido —murmuró en voz baja, mirándola con seriedad. Julie apretó los labios y asintió, aunque su mirada seguía fija en su amiga mientras se la llevaban.

La puerta se cerró con un estruendo, dejándolos solos. El silencio que siguió fue tenso, roto solo por el ruido de los pasos del guardia alejándose. Rafe se giró hacia Julie, observándola en silencio por un momento. Ella estaba inquieta, sus dedos jugueteaban nerviosamente con la tela de su camiseta la cual le habían dejado ahí como pijama.

—Si tan solo dejaran de pelear un rato, podríamos buscar una solución. ¿Podrías intentarlo, al menos?

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Rafe, algo entre la burla y la ternura.
—Puedo hacerlo, si —asintió, moviendo la cabeza como si aún estuviera pensando.

Tesoros escondidos - Rafe CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora