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Ward Cameron había logrado quedarse con todo el oro que en un principio le perteneció a los adolescentes, pero los Pogues no estaban dispuestos a dejarlo ir tan fácilmente. Ahora, con la información de la cruz en su poder y lo que valía, sentían que tenían una oportunidad real de recuperar lo que les pertenecía.

El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de un naranja cálido, y el grupo había decidido buscar cualquier pista que les sea de utilidad. Fueron hasta el asilo de ancianos. Pope había insistido en que solo él entraría a hablar con su bisabuela, sabiendo que ella era la clave para entender más sobre la cruz y la llave. La bisabuela había vivido muchas décadas, había visto más de lo que cualquier joven podría imaginar, y Pope confiaba en que ella podría ayudarles a desentrañar más del misterio que se cernía sobre ellos.

Mientras Pope cruzaba la puerta del asilo, el resto de los Pogues se quedó afuera, dentro de la mini caravana o afuera en la acera. Sumidos en una mezcla de silencio pensativo. La tarde había sido dura.

Nadie hablaba mucho, pero los pensamientos de todos giraban alrededor de las mismas preguntas: ¿qué harían ahora? ¿Qué significaba todo esto? La cruz, la llave, el tesoro... y sobre todo, de qué era capaz Ward y Rafe.

John B. presentía que ese asesino que intentó acabar con él la noche anterior, había sido mandado por el progenitor de su novia.

Por otro lado, Julie, que se mantenía alejada del grupo sumida en sus pensamientos, se acercó lentamente a Sara, que estaba sentada en el borde de la acera, con los brazos cruzados.

La rubia no sabía bien cómo abordar el tema, pero la pregunta había estado rondando su mente desde que Sara había revelado la verdad sobre Rafe. Finalmente, se armó de valor y se sentó a su lado. Quería saberlo.

—Sara... —empezó, su voz suave y cautelosa—. ¿Rafe siempre fue así?

Sara levantó la vista hacia Julie, su rostro reflejando una mezcla de tristeza y agotamiento. Sus ojos estaban más cansados de lo que Julie había visto antes, como si cargar con ese peso emocional fuera mucho más difícil de lo que cualquiera pudiera imaginar. a la chica de apellido Cameron le pareció raro ese repentino interés en Ju, pero de todas formas quería desahogarse, por lo que respondió:

—No... —Sara negó con la cabeza, pensativa—. No siempre fue así. Pero algo pasó, no sé qué. Cambió con el tiempo. Mi padre también. O tal vez yo vivía en una nube donde todos eran perfectos. No lo sé.

Julie escuchó en silencio, procesando las palabras de Sara. Sintió que la incomodidad se apoderaba de ella, una mezcla de culpabilidad por no haberse dado cuenta al instante, y una rabia contenida hacia Rafe, hacia esa persona que había estado tan cerca de ella y que, al final, había sido parte de la oscuridad que amenazaba a todos.

.Y no tuvo tiempo de decir más nada, ya que el sonido de la puerta del asilo se escuchó interrumpiendo el pesado silencio que había caído sobre las dos. Pope apareció nuevamente, con la mirada más seria de lo habitual. Sabía que había aprendido algo importante, y no parecía dispuesto a compartirlo a la ligera.

—Mi bisabuela tiene información. —dijo Pope, mirando a los demás—. Andando.

Y nadie hizo caso omiso, se subieron al coche nuevamente y partieron hacia el muelle, donde hablarían sobre qué hacer. Pope iba explicando la historia brevemente, y lo que su pariente le contó al respecto.

—Así que eres descendiente de Denmark Tanny —se mostraban sorprendidos Jonh B. y JJ— ¿estamos frente a la realeza? —la rubia estaría muy confundida, de no ser porque le explicaron todo en el camino. Esa persona nombrada fue el único sobreviviente del naufragio del Royal Merchant, fue un esclavo que escondió la cruz para salvar a su familia de la esclavitud, y todo estaba relacionado al oro que los chicos buscaban en primer lugar.

Tesoros escondidos - Rafe CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora