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La brisa cálida del mar soplaba suavemente sobre el bote, y el sonido de las olas rompiendo en la orilla parecía estar en perfecta armonía con las risas de Julie, JJ y Kiara. 

Ya era viernes de nuevo y parecía irreal pensar en dónde estaban hace una semana. Había estado trabajando y ahorrando lo ganado, sabía que debía acomodarse y demostrarle a su abuelo que podía vivir bien de manera independiente.

—Ah... que buena vida —se relajó JJ. Estaban cómodos, recostados en las sillas del bote mientras el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Pope estaba en su casa, había prometido a su padre estudiar para no ser castigado, y John B. se había ido para hablar con Sara, ya que las cosas entre ellos no mejoró nada luego de la muerte de Ward.

Entre risas, abrieron unas cervezas y comenzaron a hablar sobre la fiesta que todos esperaban: la famosa fiesta de la hoguera de esa noche en Outer Banks. Tradición de la isla, todo el mundo va.

—Nunca he ido a una fiesta de la hoguera —comentó Julie, mirando el mar mientras se recostaba en el borde del bote.

Kie asintió, mirando al frente mientras jugaba con la etiqueta de su cerveza.

—Sí, es una locura. Todos se reúnen en la playa, hay música, fogatas, y como siempre, alguna pelea épica entre Kooks y Pogues. Aunque este año no creo que haya tanto conflicto, ahora que Ward... ya sabes, ya no está. —Kie se detuvo, dejando que las palabras fluyeran sin pensar demasiado en ellas.

—Apostemos —sugirió JJ, ganándose un golpe en la cabeza por parte de la morena.

—Si hacemos eso buscarás pelea a propósito —respondió Ju, y los tres rieron.

—Mierda que sí.

—Es raro pensar que ya no tenemos que resolver problemas o huir de la policía —dijo luego de varios segundos en silencio, Kie. Ju asintió apretando los labios.

—Aún tenemos la cruz. Tenemos que ayudar a Pope a encontrarla. Es nuestra salida. —recordó JJ— pero... —siguió, abriendo otra cerveza con una sonrisa irónica— lo que sí es cierto es que ahora podemos hacer las cosas a nuestra manera, ¿no? Y no hay que preocuparnos por él.

El ambiente en el bote estaba tranquilo, pero en el aire flotaba algo más. Todos sabían que el día de Ward Cameron había pasado, y aunque había un pequeño alivio en el aire, también estaba la sensación de que algo más se había roto.

Kie, que había estado en silencio, se giró un poco para mirar a Julie. Su mirada parecía distante, como si estuviera pensando en algo más, pero luego lo soltó, como si fuera una necesidad liberar un pensamiento que llevaba dentro desde hacía un tiempo.

—¿Qué hay de nosotros? —cambió de tema Ju— Siento que John B. nos echará de la casa en breve. Mucha gente en poco espacio, ¿qué piensan hacer?

—Mi relación con mis padres es... complicada. —Kie hizo una pausa, y luego volvió a tomar un trago de su cerveza—. Me he peleado varias veces últimamente, creo que ya se hartaron.

Julie la miró, sorprendida, aunque no completamente. Siempre había sentido que algo había pasado con Kie, algo que no terminaba de contar, pero nunca había sido tan directo.

—¿Por qué? —preguntó Julie, curiosa pero con respeto.

Kie se encogió de hombros, mirando al mar.

—La verdad... no lo sé. Mi mamá quería que fuera "una Kook perfecta", seguir todos los pasos de su vida. Y mi papá, bueno, ni siquiera opina distinto a ella. Pero... no me importa nada de eso, y no lo entienden. Estoy bien así. Amo ser Pogue —Sonrió, pero la tristeza que estaba detrás de esas palabras no pasó desapercibida para Julie.

Tesoros escondidos - Rafe CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora