Capítulo 25

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Athena.
La habitación estaba en completo silencio, solo el susurro de mis respiraciones llenaba el aire. Las cortinas pesadas oscurecían la luz que intentaba colarse desde afuera, pero no era la oscuridad lo que me pesaba. Era la tormenta en mi cabeza, la guerra que libraba dentro de mí. Me había quedado sola, encerrada en esta mansión que no era mía, pero que ya parecía reclamarme como su prisionera.

Me levanté del asiento y me acerqué al espejo que colgaba en la pared. Miré mi reflejo, mis ojos se clavaron en mi propia imagen, como si buscara algo, alguna señal de fortaleza, algo que me dijera que aún podía ser la persona que había sido antes. Pero la Athena que veía reflejada ya no era la misma. Estaba rota, cansada, con una sombra en los ojos que no reconocía. Las cicatrices del pasado, las mentiras, las traiciones, todo eso pesaba sobre mis hombros.

¿Qué quieres realmente?, me pregunté en silencio, repitiendo las palabras de Bridgette en mi mente. Me habían marcado. Me habían dejado una marca, una duda que no había podido sacudirme desde que Giovanni me ofreció su trato.

¿Realmente quería poder?

Era una pregunta difícil de responder. Porque nunca antes lo había considerado. Siempre había sido la sombra de alguien más: la hija de un hombre que usaba todo a su alcance para manipular, la pieza en el tablero de alguien más grande. Dorian había sido mi refugio, mi única constante en un mundo que siempre se movía bajo mis pies. Pero ahora, con Giovanni ofreciéndome algo que ni siquiera había soñado tener, la idea de un control absoluto sobre mi destino me seducía, me llamaba. ¿Qué haría si tuviera ese poder? Si tuviera la capacidad de decidir por mí misma sin tener que preocuparme de lo que Dorian pensara, sin tener que ser la mujer a proteger todo el tiempo.

Me mordí el labio inferior, luchando contra la oleada de pensamientos que me golpeaban. Había algo tentador en la oferta de Giovanni, algo que hacía que mis propias inseguridades se alzaran. ¿Y si Dorian nunca me viera como su igual? ¿Y si siempre me necesitaba más como un símbolo de control que como una persona?

Las palabras de Giovanni todavía resonaban en mi mente. “Dorian te ve como su luz en la oscuridad, pero yo veo algo más. Una fuerza que aún no has aprendido a dominar.”

¿Era eso cierto? ¿Tenía yo una fuerza que ni siquiera yo sabía que poseía? Giovanni no me veía como una mujer que necesitaba ser protegida, ni como un trofeo de guerra. Me veía como una aliada, alguien que podría estar a su lado, no detrás de él. El deseo de sentirme valiosa, suficiente, de dejar de ser la sombra de alguien más, de tomar finalmente el control sobre mi vida, me hacía tambalear.

Me giré, dejando de mirar mi reflejo. No. No podía dejar que esa tentación me consumiera. Lo que sentía, lo que pensaba, era solo el eco de la confusión, el resultado de estar atrapada entre dos mundos. Yo tenía mis principios, mi lealtad hacia Dorian, y por encima de todo, tenía mi dignidad. Si aceptaba la oferta de Giovanni, estaba traicionando no solo a Dorian, sino a mí misma, a todo lo que había sido. No podía hacerlo.

Me senté en el borde de la cama, mis manos temblorosas al descansar sobre mis rodillas. El peso de la decisión en mi pecho, como si la gravedad me estuviera aplastando. ¿Cómo podía ser que la posibilidad de tener el control sobre mi destino me hiciera sentir tan perdida? Quizás porque sabía que, al final del día, siempre había sido una persona que dependía de otros, que necesitaba que alguien me mostrara el camino.

Pero ¿y si podía ser mi propia guía?

Mis pensamientos seguían retumbando, como ecos de un dilema sin respuesta. No quería ser débil, no quería ser la víctima que siempre dependía de alguien más. Tenía que decidir por mí misma, pero ¿cómo lo hacía? ¿Cómo podía equilibrar la lealtad que sentía por Dorian, esa protección que él siempre me había brindado, con el deseo de ser libre, de tomar el control de mi propio destino?

El rubí del Emperador [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora