Cinco

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Después de la cuarta lección de natación, invite a Aristóteles a casa.
Le presente a mi padre que llevaba unos jeans y una camiseta y estaba sentado en una silla de piel en su oficina. Me acerque a el y lo bese en la mejilla.
-No te rasuraste esta mañana, papá...
-Es verano- dijo él.
-Eso significa que no tienes que trabajar.
-Eso significa que tengo que terminar de escribir mi libro.
-Escribir un libro no es un trabajo.
Mi padre se rio con ganas cuando me escuchó decir eso.
-Tienes mucho que aprender sobre el trabajo.
-Es verano, papá. No quiero oír hablar del trabajo.
-Nunca quieres oír hablar del trabajo.
Y tristemente era verdad. No me gustó el tono que estaba tomando la conversación, así que hice mi mayor esfuerzo para cambiar de tema. Una vez más, no quería que mi padre se decepcionará de mi.
-¿Te vas a dejar crecer la barba?
-No- se rio -. Da demasiado calor. Y además, tu mamá no me besa si paso más de un día sin rasurarme.
-Guau, qué estricta.
-Sí.
...  Entonces me surgió una pregunta, que sí, tal vez resultaría incómoda, pero que realmente era un misterio para mi...
-¿Y qué harías sin sus besos?
Esbozó una amplia sonrisa, luego alzó la mirada hacia Aristóteles.
-¿Cómo soportas a este tipo? Tú debes ser Ari.
Entonces supe que me quedaría con la duda; tal vez tendría que averiguar por mi cuenta como se sentía estar sin los besos de una persona.
Besos.
Un misterio más del universo.
-Sí, señor- contesto Ari.
Se veía realmente nervioso. Mi padre se levanto de su silla y bajo su libro. Caminó hasta Aristóteles y le dio la mano.
- Yo soy Sam -dijo-. Sam Quintana.
-Es un placer, señor Quintana.
-Me puedes decir Sam -dijo papá.
-No puedo - dijo Ari.
Papá asintió.
-Eso es muy dulce - dijo-. Y respetuoso. "Dulce"... Aristóteles dulce...
Papá me lanzó una mirada.
-El joven es respetuoso. Quizá puedas aprender algo de él, Dante.
-¿O sea que quieres que te diga  "Señor Quintana"?
Y a eso me refiero cuando siento que los decepcionó siempre,"Dante lo que haces esta mal" "Dante hay gente mejor" "Podrías hacerlo mejor".
No lo dicen. Y puede que no sea así, pero eso me hacen sentir.
Ambos contuvimos las ganas de reír. Papá volteó su atención de nuevo hacía Ari.
-¿Cómo va la natación?
-Dante es un buen maestro- dijo Ari.
-Dante es bueno para muchas cosas. Pero no es muy bueno para limpiar su cuarto. Limpiar su cuarto se relaciona demasiado a la palabra "trabajo".
Y nuevamente a esto me refiero. No soy suficiente. Realmente me molestó eso, trate de lanzarle una mirada de desagrado.
-¿Qué estás insinuando? - le dije.
-Eres muy veloz, Dante. Seguro lo heredaste de tu mamá.
-No te pases de listo, papá.
-¿Te ofende la palabra?
-No es la palabra. Quizá sea la actitud.
No lo soportaba. Quería salir de ahí. Entorne los ojos y me senté en su silla. Me quite los tenis.
-No te pongas muy cómodo -apuntó hacia arriba -. Hay una pocilga allá arriba que lleva tu nombre.
Eso hizo sonreír a Aristóteles. Me pregunto que estaría pensando y en la forma en la que él se llevaba con sus padres.
Fuimos arriba y le mostré mi cuarto.
Puse un poco de música en mi viejo tocadiscos.
-Era de mi mamá - le dije-. Lo iba a tirar. ¿Lo puedes creer?
Y tenía que hacerlo. Puse Abbey Road, mi disco favorito. Quería compartir con Aristóteles un pedazo de mi.
Comenzó a sonar Something.
" You're asking me will my love grow. I don't know, i don't know. You stick around and it may show. I don't know, i don't know... "
- Vinil- le dije-. Vinil de verdad. Nada de esa porquería de casetes.
-¿Qué tienen de malo los casetes?
-No confío en ellos.
-Los discos se rayan fácilmente.
-No, si los cuidas.
Ari volteó a ver mi habitación.
-Puedo ver que de verdad te gusta cuidar las cosas.
Su comentario me hizo gracia.
Le pasé un libro.
-Ten- dije-. Puedes leer esto mientras recojo mi cuarto.
-Quizá sólo debería, sabes, dejarte... - Se detuvo. Sus ojos buscaron por toda mi habitación -. Da un poco de miedo aquí dentro.
Sonreí
-No lo hagas- dije-. No te vayas. Odio limpiar mi cuarto.
No te vayas...
-Quizá si no tuvieras tantas cosas.
-Sólo son cosas - dije.
-Si te quedas no será tan terrible.
Entonces me sentí extraño. Realmente le pedí que se quedara aquí conmigo.
-Está bien - dijo-. ¿Te ayudo?
- No, es mi trabajo - le dije con cierta resignación -. Como diría mi madre: "Es tu responsabilidad, Dante". "Responsabilidad es la palabra favorita de mi mamá. Cree que mi papá no me presiona lo suficiente. Y claro que no lo hace. Digo, ¿qué espera? Papá no es de los que presionan. Se casó con el tipo. ¿No sabe que clase de tipo es?
-¿Siempre analizas a tus papás?
-Ellos nos analizan a nosotros, ¿no?
-Es su trabajo, Dante.
-Dime que no analizas a tu mamá y papá.
-Supongo que sí lo hago. No me hace nada bien. Todavía no los entiendo.
-Bueno, yo entendí a mi papá; a mi mamá no. Digo, es predecible cuando se trata de criar. Pero en realidad es inescrutable.
-Inescrutable. Repitió Ari.
Y lo miré. Inescrutable. Quizá como tú. -En general entiendo a mi mamá - dijo-. Mi papá. Él es inescrutable también.
Le pase un libro de poesía.
-Lee esto - dije.
Me miro impasiblemente.
-Poesía - dije-. No te va a matar.
- ¿Y qué si lo hace? "Niño muere de aburrimiento mientras lee poesía".
Trate de no reír, pero no era muy bueno para controlarme. Negué con la cabeza y comencé a juntar toda la ropa del suelo.
Le señale mi silla.
-Sólo tira esas cosas al suelo y siéntate.
Recogió una pila de libros de arte y un cuaderno de dibujo y los puso en el suelo.
-¿Qué es esto?
-Un cuaderno de dibujo.
-¿Puedo ver?
Negué con la cabeza.
Me gustaría mostrarle mis dibujos. Cada trazo. Cada línea. Que me dijera que opinaba de todo lo que estaba allí, cada noche de desvelo plasmada. Pero sentí miedo.
-No me gusta mostrárselo a nadie.
Era demasiado personal. Un secreto.
Le apunte mi libro de poesía.
-En serio, no te mata.
Limpié mi cuarto mientras Aristóteles leía mi libro de William Carlos Williams. Los poemas de el eran Inescrutables.
-Guardo los libros que voy a leer a continuación sobre mi escritorio - dije. Le quite el libro de poemas y empecé a buscar uno. El título del poema era "Muerte". Entonces vi a Aristóteles. Todo era perfecto, el sol del oeste que se derramaba hacia dentro, su rostro, la luz, Ari ahí, como si fuera su destino estar ahí, en la silla. Me gustaba verlo miéntras le leía el poema que sentía haber escrito yo. Realmente quería capturar este momento y tenerlo para siempre guardado.

Ya está muerto
el perro no tendrá que
dormir sobre las papas
nunca más para evitar
que se congelen

Ya está muerto
ese viejo bastardo--

Al terminar de leer la palabra "bastardo" Sonreí. Realmente lo disfrutaba.
Toda la tarde Aristóteles se sento en mi silla y yo me acosté a leer poemas. Con Aristóteles allí escuchando me sentía real. Hasta Aristóteles, nunca llegue a sentirme así. Con el podía platicar, y vivir, y sentir.
Y entonces comprendí algo.
Algo que realmente me temía.
Me encontraba entonces, en una limerencia.

Aristoteles Y Dante Descubren Los Secretos Del Universo (Versión Dante)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora