(Narrado por Caín)
-He pensado que era mejor ir a comprar el desayuno mientras te duchabas.- Le dije, mientras señalaba las cosas que había comprado mientras ella se duchaba. -Así tendremos tiempo de ver una película.- Una sonrisa se dibujó en su rostro. Joder, ¿Por qué tenía que ser tan guapa cuando sonreía?
-¿Puede ser una de amor? - Dijo Lexa, ilusionada.
-Había pensado más en algo de acción. Sangre, peleas. Ya sabes.- Dije con expresión seria; aunque mi intención sólo era molestarla; en realidad quería demostrarle que podía pensar en alguien más que en mí mismo, e iba a hacerle caso. Pensé que lo debatiría, pero ladeó la cabeza, y sonrió.
-También me gustan, podemos ver una de romántica después.- Dijo, mientras sonreía.
-Podemos ver primero la tuya si quieres.- Ella negó con la cabeza.
-No, veremos la que quieras tú primero. Has traído el desayuno.
Elegí la película "Kill Bill" de Quientin Tarantino, una de mis favoritas. Después de colocar el desayuno en la mesa de delante del televisor, los dos nos sentamos en el sofá, y puse la película.
Aunque estaba muy graciosa con mi chándal puesto; a ella todo lo que se pusiera le quedaba bien; era preciosa.
Nunca había visto a una chica con unos ojos tan llenos de dolor y de ira; justo iguales que los míos, aunque los suyos fueran azules.
Aunque siempre estaba feliz, yo sabía de primera mano que estarlo no era lo mismo que serlo; y aunque ella intentara ocultarlo, yo sabía que su corazón siempre estaba escapando de algo; igual que el mío.
-¿Qué piensas?- Dijo ella. -Ha empezado la película y no te has dado ni cuenta.
-En mi próxima pelea.- Dije. Siempre había tenido velocidad mental para las excusas; desde pequeño. Es lo que pasa cuando te metes en muchas peleas y tienes que darle explicaciones a tu madre.
-En la que yo estaré, sentada en primera fila.- Respondió ella, de forma brusca. Aunque odiaba la idea de que pudiera pasarle algo, y sabía que tenerla allí no me permitiría pensar en nada más que en protegerla, entendía que quisiera venir. Si fuera al revés, yo no accedería a perdérmelo.
-Sí, en esa.- Ella sonrió levemente. -La película.- Dije mientras señalaba el televisor, para así terminar con esa conversación.
Íbamos por la mitad de la película, y yo no podía parar de mirarla sin que ella se diera cuenta. No entendía por qué esa chica me atraía tanto, cómo había conseguido que pensara en alguien más que en mí mismo. Aunque intenté con todas mis fuerzas comportarme con ella igual que con las demás, nunca podía. No soportaba la idea de verla besando a otro; abrazando a otro, o, simplemente, sonriéndole a otro con alguna intención más allá de la amistad. No soportaba pensar en que cualquier imbécil, como su ex novio o como Blake, se atreviera a tocarla; o tan sólo a mirarla. Ella robaba miradas cuándo entraba a un lugar; y era normal; cualquier hombre con dos ojos en la cara se fijaría en esa chica. Su rostro se había colado en mi mente desde la primera vez que la vi, y aunque sabía que no era bueno para ella, tenerla lejos era una tortura. A mí me parecía un ángel; y no sólo por lo increíblemente guapa, buena, y sincera que era, sino porque parecía que había venido para salvarme. Ella era un resquicio de luz, en medio de toda mi oscuridad. Tenerla cerca me hacía bien.
Llevaba mucho tiempo perdido, pero pasar tiempo con ella me recordaba quién podía ser. Parecía que estaba hecha para mí. Joder, era perfecta.
Cuando acabó la película, Lexa me miró.
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𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄𝐑𝐓𝐄
Teen Fiction𝐔𝐧𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐫𝐝𝐚𝐫á 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐩𝐚𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐫, 𝐢𝐧𝐜𝐥𝐮𝐬𝐨, 𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐦á𝐬 𝐫𝐨𝐭𝐚𝐬. Lexa Price, con tan solo 20 años, escapa de una relación de...