Veinticuatroavo capítulo
Cuando salimos de aquella casa, y nos acercamos al coche de Caín, vi a Nora. Salió del coche corriendo y se abalanzó sobre mí para abrazarme.
-Qué preocupada estaba amiga.- Susurró.
-¿Es que os la suda el puto plan? Tenías que estar dentro con el coche en marcha.- Dijo Caín.
-Perdón, perdón.- Respondió Nora.
-¿Si llegan ahora cincuenta tíos con pistola, qué? Da igual. Ya conduzco yo.- Dijo Caín, mientras abría la puerta del copiloto. -Sube Lex.- Añadió, mientras acariciaba mi espalda. Después de dedicarle una sonrisa, subí al coche.
Aunque sólo había estado en esa casa unas horas, había estado atada desde que me habían capturado. Y, aunque no me habían agredido, esa situación había sido muy estresante. Además, después de haber pasado por cosas mil veces peores con Adam, y estaba más que acostumbrada a la violencia desde pequeña, estaba realmente cansada. Así que después de mandarle un mensaje a Vega para decirle que estaba súper cansada y que no quería bajarme del coche hasta llegar, y disculparme por no tener fuerzas para bajar a saludarla, pasé todo el camino con la cabeza apoyada en la ventanilla, pensando en como Caín y todos los demás se habían arriesgado de aquella manera para salvarme. Eran buenos amigos.
Durante el trayecto, fuimos dejando a cada uno en sus respectivas casas, y, cada vez que parábamos, Caín aprovechaba para besarme.
Había pensado tanto en él, aún estando en esa situación. Me habían tenido sentada en el suelo de un parking, atada de manos y con la boca tapada; y en lo único que podía pensar era en Caín. En que no lo encontraran a él. Tenía que tratarse de algo muy gordo si habían sido capaces incluso de secuestrarme, cuando yo no tenía absolutamente nada que ver.
-Hasta mañana chicos.- Dijo Caleb mientras se bajaba del coche.
-Hasta mañana.- Le respondió Caín. Yo tenía tan pocas fuerzas, que lo único que pude hacer en respuesta fue asentir con la cabeza. Caleb era el último que quedaba por irse.
Cuando estuvimos solos en el coche, noté la intensa mirada de Caín clavada en mí, así que levanté la cabeza de la ventanilla, y me giré para mirarlo.
-Lo siento, Lex.- Dijo, mientras envolvía mi rostro con sus ensangrentadas manos. Sus ojos reflejaban una tristeza inmensa. Me miraba como si fuera su tesoro más preciado. -Nunca había tenido tanto miedo como cuando desapareciste. Lo siento. Lo siento mucho, de verdad.- Continuó, mientras sus ojos verdes se volvían cristalinos. Puse mis manos sobre las suyas, que aún envolvían mi rostro.
-Nada de esto ha sido tu culpa.- Dije, mientras él negaba con la cabeza. -No ha sido tu culpa, Caín. Tú me advertiste, me dijiste que era peligroso ir a tus peleas. Fui yo quien insistió.- Proseguí, y era verdad. Para mí, él no tenía culpa de nada. Sabía de sobras que habría intercambiado mi lugar sin pensárselo dos veces. Y también sabía que había venido a buscarme. Me había salvado, por tercera vez; y eso era lo único que importaba. Apartó sus manos de mi rostro.
-Tendría que haberme alejado de ti antes de que pasara todo esto.- Dijo, y apartó su mirada de mí. Sentí como algo dentro de mí se rompía. No soportaba verlo así. Lo había visto enfadado, hecho una furia, feliz. Pero nunca lo había visto así de roto. Y no me gustaba.
-Lo hiciste. Te alejaste de mí. Pero yo te encontré, y volvería a hacerlo. No me arrepiento Caín, no me arrepiento de nada. Me da igual lo que ha pasado y me daría igual si volviera a pasar. Quiero estar contigo.- Respondí. Él levantó la vista, y me miró fijamente a los ojos.

ESTÁS LEYENDO
𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄𝐑𝐓𝐄
Teen Fiction𝐔𝐧𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐫𝐝𝐚𝐫á 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐩𝐚𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐫, 𝐢𝐧𝐜𝐥𝐮𝐬𝐨, 𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐦á𝐬 𝐫𝐨𝐭𝐚𝐬. Lexa Price, con tan solo 20 años, escapa de una relación de...